"¿Por qué hay que definir las relaciones? El compromiso habla por lo que es. No es necesario tener esa presión ni que haya que poner un nombre a la persona con quien estás", alega Javier, de 43 años, soltero al ser cuestionado por sus amigas, ante su forma de tomarse las relaciones de pareja.
Su queja, reflejaría la manera "desapegada" de enfrentarse a las relaciones de pareja, algo común en los hombres que pasan los 40 años.
Para entender "algo" sobre los por qué de este sentir, la psicóloga y terapeuta familiar y de parejas Daniela Becerra Muñoz (
becerra.daniela@gmail.com), anima primero a revisar, básicamente, la personalidad y la historia del hombre en cuestión.
"Tienes que considerar su recorrido reciente a nivel de pareja y explorar de qué tipo es, si es soltero sin hijos, recién separado, del tipo de divorcio o separación de convivencia con hijos, si es destructivo o colaborativo y luego, explorar la cantidad de tiempo de la última relación de pareja, el tiempo que lleva soltero y por otra parte, tener en cuenta sus características de personalidad, para recién armarte una idea de cómo amará", plantea.
Sin embargo, afirma que por la etapa del ciclo vital que viven, muchos de ellos se encontrarán cuestionándose y reflexionando sobre el camino recorrido, los objetivos logrados o postergados.
"A partir de esta edad, te preguntas sobre qué es lo que 'yo quiero hacer', y dejas de lado, lo que los demás quieren que hagas. Desde este lugar, es probable que ellos desarrollen conductas e interacciones tendientes más a la satisfacción de sus propios deseos", asegura.
Explica que estas prioridades estarían puestas casi totalmente en sus necesidades y que por eso, se tomarían los compromisos con mayor libertad y actuarían bajo parámetros más flexibles y dinámicos.
"El amor como concepto se relativizaría, flexibilizaría, trascendiendo a los parámetros previamente considerados, incorporando la sexualidad como elemento importante en las interacciones con la pareja, innovado y experimentando nuevas situaciones y formatos de encuentro con el sexo opuesto", afirma.
De alguna manera, dice que los hombres sobre los 40 años, vuelven a redefinir la identidad personal y la masculinidad, "viviendo la vida con la libertad, solvencia y perspectiva que otorga el ciclo de la vida en la que se encuentran”.
Eternos adolescentes
Se dice también que algunos actúan como pololos adolescentes: se entusiasman inmediatamente, hacen planes, pero cuando aparece el primer inconveniente, se retiran. Para Daniela Becerra, este comportamiento respondería también a esta necesidad de vivir la vida con más libertad y autonomía.
"Actúan despojados de los parámetros y demandas del mundo que los rodea, con menos responsabilidad y más independencia. Entonces, se vuelven más recelosos de su tiempo y espacios personales, privilegiando el 'Yo', antes que el 'nosotros', mostrándose con menos tiempo y tolerancia a nuevos desafíos y dificultades", declara.
Esta postura congeniará con la visión y ganas de vivir amores más libres, que en algún sentido se enmarca dentro de una visión poco idealista de lo que es el amor e pareja.
"Es que asumen el amor desde otra mirada, quizás menos tradicional y estereotipada, sino que más bien, construida con un otro en un tiempo presente, dinámico y más espontáneo y en ese proceso, lo que quieren es ir descubriéndose a sí mismo con un otro, que puede perdurar o no en el tiempo", revela.
Pololas jóvenes
Así es. No es por desmerecer la experiencia que dan los años, pero si pueden, las mujeres jóvenes serán las preferidas para pololear o andar. Evidentemente, cuenta la psicóloga, es porque los hombres buscan fortalecer su masculinidad, identidad y autoestima.
"Estar con mujeres jóvenes los ubica en una posición de más poder, sintiéndose así, más seguros y reconocidos, validados y fortalecidos en su autoimagen", define la psicóloga.
Es que cuando se vive desde el ego, la imagen y el qué dirán, importa. Aunque otra explicación que entrega es que ellas se vivirían la relación de pareja diferente a las de su grupo etáreo. Es decir, manejarían cánones y expectativas flexibles, diversos y abiertas a nuevos estímulos y desafíos.
¿Habrá que entender entonces que las mujeres sobre los 40 años son viejas, idealistas y fomes? No. Más bien, como dice la coaching
Marty Brito, la elección tiene que ver con lo que se piense sobre los hombres y las mujeres y que de acuerdo a estas ideas se escogerá a quien interprete ese papel. Para saber que creencias hay detrás de cada uno, jugar a las lluvias de ideas puede servir.
Reflexiona que desde los 40 años también empieza una cierta desilusión sobre las experiencias vividas y es posible que la persona se encapsule, aísle o evada. "Creo que el amar sin compromiso o no amar viene de una gran herida que causa una gran nostalgia, temor y que para no sufrir puede ser que no se busque más o te conformes con lo que tienes", opina la coaching.
¿Cómo quererlos?
Daniela Becerra sugiere tomarse "la relación" con calma, construirla paso a paso, desde una y con un otro, donde ésta no sólo está definida por la propuesta que hace el hombre, sino que también por lo que la mujer quiere y necesita de esa relación.
"La relación de pareja es algo que surgirá 'entre' estas dos personas y desde los aportes y oportunidades que ambos puedan incorporar a la dinámica, pero es importante considerar su pasado emocional para encontrar las claves de lo que están diciendo y haciendo".
Mientras que Marty Brito recuerda que el amor, la atracción, el enamoramiento no son elementos suficientes para que cualquier pareja funcione, "sino que las buenas conversaciones y los acuerdos".