Se dio cuenta hace muy pocas semanas que su cuarto libro, “Nadar desnudas”, sale a librerías justo cuando se cumplen diez años desde que se diera a conocer como escritora con la novela “El revés del alma”.
El camino recorrido –raya para la suma- ha sido pleno y exitoso, aunque no ajeno a duras críticas y también muy buenos comentarios. Por eso, declara tranquila, hoy, que está totalmente amigada no sólo con sus miles de lectores, sino que también con aquellos columnistas que desmenuzan su obra.
Carla Guelfenbein está nuevamente sumergida en la vorágine de todo lanzamiento. El mismo proceso que vivió también con “La mujer de mi vida” y “El resto es silencio”, todas historias que de una u otra manera develan parte de sus vivencias y que movilizan sus pensamientos más íntimos.
“Es simbólico que se dé esta circunstancia. Cada una de mis cuatro novelas ha tenido su tiempo y cada una ha sido un paso adelante en la búsqueda que tengo como escritora”, dice.
Explica que esa búsqueda está en la precisión de la palabra, de la historia, de la construcción de los personajes y agrega que cree que ello nunca termina porque si así lo fuera sería casi como jubilarse.
-Hablas de búsqueda y tu camino con un paso por la biología, el diseño y la moda, ha sido eso. ¿Sientes que escritora es finalmente tu destino?
“Escribir es donde me siento más cómoda y feliz. Y hablo del acto de escribir; estar frente a mi PC y crear una historia es una de las cosas que me hace definitivamente más feliz. No lo siento como sufriente; al contrario, cuando el entorno está vulnerable o las arenas movedizas, me cuesta mucho escribir. Para hacerlo tiene que estar todo en calma, en orden, aunque la vida no es así, porque siempre hay algo en crisis”.
Asegura que no tiene ninguna idea preconcebida de cuál será el camino que tendrá su escritura, de qué pasará con sus textos. Prefiere mantenerse ‘libre’ a lo que surja y que eso, incluso, pueda ser algo que nadie quiera publicar, “algo que no me parece mal”.
-¿En este proceso te has amigado con la crítica? Porque con los lectores lo estás; eres best seller.
“Estoy muy amigada no sólo con los lectores en Chile, sino que Alemania, Francia, Colombia. Sobre la crítica... depende. (Abre la contratapa de su último libro y lee las reseñas que aparecieron de ella en diversos diarios, la mayoría extranjeros). Sí, estoy amigada con la crítica, hay un montón de críticos en el mundo que han reconocido mi escritura como algo profunda y de eso me siento súper agradecida. Hay gente que ha visto mi trabajo serio y hay otros que no lo ven, pero es imposible complacer a todo el mundo”.
-En “Nadar desnudas” retomas la relación entre mujeres, que fue muy potente en “El revés del alma”. ¿No temes que se reedite el mote de ‘literatura femenina’ que algunos dejan caer sobre tu obra?
“Eso es una cosa que ya no me preocupa mucho. La literatura femenina, primero, hay que definirla; ¿es escrita por mujeres? ¿es la que explora en el mundo íntimo de los personajes?, ¿es algo sentimentaloide? Dependiendo de lo que definamos yo me siento parte de esa tradición.
“Cuando se habla de literatura femenina se hace en forma despectiva, como si fuera de una calidad literaria menor, un subgrupo de la literatura, pero eso es no entender nada. La literatura femenina habla de un lugar desde donde se escribe y hay hombres que lo están haciendo desde ahí”.
-¿Pablo Simonetti?
“Por supuesto, y eso no tiene nada de malo. Orhan Pamuk en su “Museo de la inocencia” es absolutamente femenino por toda la profundidad de los sentimientos que ahí se muestran en una historia de fracaso amoroso. Si se lee con prejuicio, ese libro es literatura femenina, pero estamos hablando de un Premio Nobel.
“No tiene nada de malo, no hay que tenerle miedo y cuando me dicen ‘literatura femenina’ yo respondo ‘y qué’”.
-Hoy te sientes validada, ¿a 10 años, sientes que el camino ha sido difícil, cuesta arriba?
“La verdad es que no ha sido cuesta arriba. Con mi primera novela, las tres editoriales más importantes, se la pelearon y publiqué en la que me llevó a España y a todo Latinoamérica. Si me empezara a quejar sería de mal agradecida; me siento súper afortunada. “El revés del alma” tenía alas, me abrió las puertas, entonces no puedo decir que haya sido arduo”.
-¿Lo arduo es tu proceso de escritura? ¿Eres muy exigente?
“Súper, súper, súper exigente; mis grandes desafíos son conmigo. Este proceso ha sido muy concentrado, durante estos 10 años me he aislado de muchas cosas que ya no hago, de personas que ya no veo. Me he quedado con lo imprescindible en término de mis relaciones afectivas porque estoy abocada el 90% a trabajar en mi escritura que implica leer, estudiar, investigar muchísimo. Te demoras más en escribir una novela que construir un edificio”.
-De tus cuatro novelas, ¿“La mujer de mi vida” y ésta son quizás las más personales? En ellas hablas del exilio, del golpe militar, cuestiones que tú experimentaste.
“Es cierto, hay cosas que son muy evidentes como el golpe y el exilio (lo vivió en Inglaterra); son visibles y gritan como hechos históricos de mi vida personal, pero todas están unidas a cosas profundas mías. En “El revés del alma” la chica es bulímica y yo fui anoréxica; en todas hay cosas pequeñas, profundas sutiles.
“Las cuatro están ligadas a mi experiencia, pero una experiencia mucho más amplia. Es lo que veo, escucho, sueño, respiro, lo que detesto. Cuando tienes una cierta edad tu experiencia es infinita y trato de expresarla con veracidad. Todos los escritores confiesan que están adentro de sus novelas y eso es verdad”.
-En “Nadar desnudas”, el leit motiv es una amistad quebrada, hablas de traición.
“Esta novela tiene varios centros. Uno, que también exploré en “La mujer de mi vida”, es la amistad y cómo la pasión puede traicionar a las personas, a quienes las rodean y puede romper con las creencias. La novela trata de dos amigas y una de ellas está involucrada con el padre de la otra; Sophie no ha vivido nunca en Chile, no tiene lazos y se encuentra con Morgana y establece una relación de dependencia en todos los aspectos, entonces es una amistad muy fuerte y la traición que siente tiene connotaciones mucho más fuertes.
“Además esto se da en un Chile convulsionado, con mucha traición de por medio, entonces la realidad histórica se torna en una especie de espejo de la historia de estas amigas.
“La novela se da en dos tiempos; Sophie, en el 2001, está aún atravesada por la traición del pasado, entonces va a tener una oportunidad de recordar, repensar lo que pasó, porque ella ha tratado de olvidarlo y no ha podido”.
-¿Tú te has reconciliado con su pasado? ¿Te has reconciliado con el exilio, la muerte de tu madre a los 18, tu anorexia posterior, tener dificultades para tener hijos?
“Cualquier vida, mirada desde afuera, puede ser súper trágica. La verdad es que no hay nadie que no tenga hechos marcados; es muy difícil pasar inmune por la vida y yo doy gracias de no haber pasado inmune por ella. No tengo sentimiento de víctima, cero; no siento compasión por mí, nunca la he sentido. Cada uno de estos episodios los viví a concho, no los escabullí porque si no, no habría podido escribir. Fui capaz de mirarlos con perspectiva y decir ‘okey, eso fue lo que viví, lo hice lo mejor que pude’ y eso me hizo más humana.
“La vida es así, está llena de vicisitudes y si no tienes esas experiencias, entonces no vives. Si me das a elegir, prefiero, por lejos, vivir”.
-¿Qué otras cosas de tu vida están en esta nueva novela, además del golpe?
“Morgana y Sophie rescatan, de alguna manera, mi propio espíritu a los 18 años, que tenía una mezcla de ambas. Creo que era una adolescente muy contemplativa, sin las dificultades que vive Sophie, pero con un mundo interior muy fuerte que no tenía con quien compartir, sobre todo cuando salí de Chile. Hay muchas cosas de Sophie como su espíritu de creación que están ahí y yo escribía, cantaba, tocaba la guitarra, hacía ballet.
“Escribir sobre estos dos personajes fue como reencontrarme con esos años de mi juventud aunque no hay nada particular que me haya ocurrido que esté en la historia de ellas”.