Las cifras de fallecidos en accidentes donde hay presencia de alcohol en el conductor ha bajado en 35% y si antes Carabineros de 100 fiscalizaciones detectaba a más de 20 conductores bajo la influencia del alcohol o estado de ebriedad, hoy la cifra se ha reducido a menos de 10.
Francisca Yáñez, ingeniera civil de la UC y directora de la Conaset se muestra más que satisfecha con los logros. Dice que a este paso se podrá alcanzar, quizás, la ambiciosa meta que se ha propuesto el Gobierno que es reducir en un 20% la cifra de víctimas fatales en accidentes de tránsito al 2014.
“Esta meta es salvar una persona al día”, afirma entusiasmada con la política que se ha desplegado y que no se concentra sólo en campañas preventivas para las Fiestas Patrias, Año Nuevo o fines de semana largos.
Francisca asegura que el hecho de que la policía detecte menos gente en sus controles bajo la influencia del alcohol pueden ser las primeras señas de que nos acercamos a un profundo cambio cultural. Y agrega que esto es fundamental porque Chile no puede apostar a tener un fiscalizador por cada conductor: “Sería ridículo porque tenemos 3 millones y medio de automóviles en las calles. Tenemos que apostar a que haya un castigo social porque eso lo hace sustentable en el tiempo”.
-¿En qué se nota el cambio?
“La gente habla de esto cuando está en un matrimonio, comiendo con la familia, o sea, es algo que se tiene presente. De hecho en este primer semestre han disminuido los atropellos porque también ha bajado la presencia de alcohol en los peatones. Esto demuestra que no fue efectivo lo que se decía de que la gente, ahora, iba a caminar curada”.
-La pregunta recurrente es ¿por qué no haber hecho la misma campaña sin bajar el índice bajo la influencia del alcohol de 0,5 a 0,3?
“La experiencia internacional y las NU han hecho recomendaciones sobre las medidas más efectivas en seguridad vial y una de ellas es la reducción de la tasa. En los jóvenes se ha probado que es difícil el control de la ingesta y pasan de un trago a otro y cuesta mucho cortar el hábito.
“Ahora es cierto que bajar el índice debe ir acompañado de fiscalización porque si no se convierte en letra muerta”.
-Pero hay muchos países desarrollados que mantienen el índice en 0,5.
“Y lo están revisando. Alemania, por ejemplo, a pesar de ser uno de los que tiene mejores índices en seguridad vial está tramitando un proyecto de ley similar al nuestro en su Parlamento, todo con el objetivo de establecer tolerancia cero. Uno de los pioneros en seguridad vial en el mundo y de Europa, como es Suecia, tiene 0,2”.
-La percepción es de que la nueva ley ha tenido un efecto potente en el bebedor social y no en el crónico. O sea, dejó de tomar el que iba a comer a un restorán y se tomaba dos copas y el alcohólico lo sigue siendo.
“No hay cifras que respalden eso y me encantaría conocerlas. Ahora, las de Carabineros no hacen distinción entre el bebedor social y el alcohólico, pero quisiera hacer la aclaración de que la ley Tolerancia Cero no tiene como finalidad prevenir el alcoholismo ni reducir la cantidad que se bebe. El objetivo es otro: impedir la combinación de conducción y consumo de alcohol.
“Nuestro mensaje no es ‘no carretees’, sino, ‘no conduzcas si vas a beber’. Creo que en esto de las percepciones a veces la gente está absolutamente equivocada... Las personas están muy preocupadas de la delincuencia y muy poco de los accidentes de tránsito, pero resulta que muere 1 persona en un acto delictual por cada 3 en accidentes de tránsito”.
-¿Lo que se pretende entonces es la abstinencia total cuando se conduce? Porque la ley permite marcar hasta 0,3 sin recibir sanción.
“Es súper claro: no puede existir la combinación de alcohol con conducción. La licencia de conducir se puede transformar en una licencia para matar cuando se mezcla alcohol con conducción.
“Esto es tolerancia cero y la razón por la que se estableció 0,3 y no 0 es para considerar los falsos positivos que se pueden dar por comer, por ejemplo, exceso de manzanas. En Brasil establecieron como índice 0 porque su norma es ley seca, pero a los pocos meses debieron hacer una corrección y fijarla en 0,2.
“Es verdad que el 0,3 te deja sin castigo, pero ojo, el índice es tan bajo que con una sola copa de alcohol puedes marcar 0,4 sobre todo por los factores de contextura de cada persona. Siempre digo ‘mejor guarden la calculadora, no se arriesguen’”.
-¿Será sustentable esta ley en el tiempo si no se mantiene la fiscalización permanente?
“Ya dije que para nosotros esto pasa por educación y nueva cultura vial, además de fiscalización. Es imposible tener un carabinero por cada conductor en Chile y no estamos apuntando a eso; durante el 2012 la fiscalización va a aumentar un 300% a lo largo del país, pero insisto, apuntamos al castigo social”.
-¿No creen que esto se transforme en una campaña del terror que termine siendo contraproducente?
“No, para nada. La gente lo ha recibido de forma positiva y las cifras lo refuerzan. Estamos dando los primeros pasos en esta nueva cultura vial, pero nos quedan muchos más, razón por la cual se está incluyendo en las políticas de Estado la educación vial en los colegios. Las nuevas generaciones tienen internado el uso del cinturón de seguridad, cuestión que no fue parte de la formación de nuestros padres y abuelos que debieron adaptarse. Esperamos que los futuros conductores tengan internalizada la ley Tolerancia Cero, para ellos va a ser obvio que no se puede tomar alcohol si se va a conducir”.
-Insisto, ¿podría haber sido igual de efectiva una buena campaña, en vez de una modificación de la ley?
“Estamos convencidos de que tenían que ir de la mano”.
-¿No quedó coja esta ley al no controlar el uso de drogas al conducir?
“Cuidado, la norma sanciona por igual el conducir bajo la influencia del alcohol que bajo el efecto de estupefacientes. Y en el caso de las drogas no hay grados, o sea, se consumió o no; no importa la cantidad, y en este caso se aplican las sanciones de conducir en estado de ebriedad, es decir, se pierde la licencia.
“Estamos al debe en el tema de la fiscalización y por eso, estamos trabajando en contar con narcotests en las calles porque hoy sólo se puede pesquisar con el examen de sangre. En otros países están disponibles sistemas que permiten detectar la droga instantáneamente a través de la saliva”.
Francisca Yáñez reconoce que los cambios legislativos “no son la solución mágica” y muchas normas pueden quedar en letra muerta. De hecho, pone de ejemplo la ley que obliga el uso de cinturones de seguridad en los asientos traseros de los automóviles y que nadie aplica. “La ley se aprobó el 2005, pero no se educó y tampoco fiscalizó y nadie tiene conciencia de lo vital que es usarlo. Hay que usarlo no porque el carabinero te puede pasar un parte de 50 lucas –que es lo que vale ir sin cinturón atrás-, sino porque te puede salvar la vida”, dice.
-Mientras la gente siga alegando, ¿ustedes estarán satisfechos porque se cumple el objetivo de mantener vivo el tema?
“Puede ser que aleguen, pero finalmente nos encuentran la razón. Pasó lo mismo con el tabaco, estuvieron molestos por tener que salir de la oficina a fumar afuera, pero finalmente, se dieron cuenta que era bueno por lo que creo que la molestia de ahora no es tan profunda.
“El rubro que más ha alegado es el de restoranes, pero yo les pregunto ¿pueden poner en la misma balanza vender menos alcohol que salvar vidas? Moralmente no se me ocurriría comparar ambas situaciones.
“Los restoranes deben ser más creativos, pónganse a trabajar”.