Sergio López, El Mercurio.
Con diez teleseries en el cuerpo, haciendo su decimoprimera -“Pobre rico”- y aún impactado por el éxito de “Soltera otra vez”, Nicolás Poblete (29) trata de tomarse con calma que le griten “¡Turco rico!” y que incluso su papá y sus amigos lo llamen como su personaje del 13.
“Con (Cristián) Arriagada hablábamos eso; que su papá también le dice ‘Monito’. Perdimos nuestra identidad. Esto se nos escapó de las manos”, dice medio en broma el actor y cantor de cuecas en su casa en Providencia.
Allí, fotos de él y su polola (María Jesús Tuca) dan la bienvenida en la entrada de la casa, en una pizarra que recuerda el quinto aniversario de la pareja. Afuera, “Juanito”, su boxer regalón, no deja de llorar porque quiere estar con su amo, quien se vio en la obligación de dejarlo en el patio para que no revoloteara buscando cariño durante la entrevista.
“Con mi novia, cuando cumplimos un año, decidimos regalarnos algo simbólico y nos compramos un perrito para hacernos cargo de una vida en conjunto”, cuenta sobre el can, y agrega que también tiene un quiltro bautizado “Hueso de pollo”, que se lo trajo del campo de su papá. Allí, cerca de Rancagua, se escapa cada vez que puede. Le encanta.
Ya cuando tenía su grupo cuequero “Los Vinelis” disfrutaba organizando fondas en Requínoa y partir a caballo hasta la medialuna, tocando su música y llamando a las familias, a puro canto, a que los acompañaran en la procesión.
Hoy, con su actual banda de guapos, “Los piolas del lote”, espera grabar su primer disco para fin de año. “La cueca tiene algo de machismo, pero es muy romántica, tiene mucho de dedicación. Siempre que uno canta, hay un motivo y eso es lo lindo de la interpretación. Hay que tener ganas de cantarle a la vida, de gritar, de expiar cosas. Para cantarla hay que tener el corazón abierto a todos los sentimientos”, dice con una placidez ensoñadora, como si hablara del amor de su vida.
Cantor bravo, pero sentimental, le preguntamos su opinión acerca de varias de las vicisitudes que ha sufrido su personaje nocturno, tratando de comprender si darle en el gusto en todo a una pareja de difícil carácter -como el Turco con Fabiola (Lorena Bosch)-, es algo tóxico o más bien, una noble muestra de profundo amor.
“Creo que como hombre, es bueno tener a la mujer contenta si uno puede, ser un hombre proveedor. Y eso no significa machismo para mí, sino que habla de una persona que logra plantear ciertos proyectos y trabajar en pos de eso; trabajar en cierta calidad de vida, comprar algo para los dos a fin de año... Eso es entregar cariño, más que decir ‘yo soy aquí el que pone la plata’. Tiene que ver con estar comprometido con la causa que es estar en pareja. No soy padre, pero veo a mis amigos y me imagino la energía que eso te da cuando vas a buscar pega o para trabajar todos los días; sentir que te da lo mismo matarte trabajando, porque quieres alimentar a tu hijo y que tenga una buena educación. Esas son energías que te permiten desarrollarte”.
-¿Prefieres una mujer de carácter fuerte y dominante o una dócil señorita?
“Personalmente prefiero una mujer que tenga su carácter y una vida personal, que no esté a la siga del otro. No creo que sea bueno que alguien dependa de otra persona. Hay que saber no perder la personalidad propia cuando uno está en pareja, e igualmente saber escuchar al otro y ver sus necesidades, ceder, regalonear, ser dócil, crecer juntos. Decirle que algo está mal, que debería hacerlo diferente”.
-Es fácil caer en la dependencia.
“Sí, y generalmente pasa. Pero hay que tratar de que cada uno tenga su mundo aparte, y que los dos sean exitosos individualmente. Así, si la otra persona te deja de querer o le pasa cualquier cosa, se tiene la seguridad de que uno mismo va a poder salir adelante por sí solo”.
-¿Podría el carácter de una mujer llegar a ahogar la masculinidad masculina, creándole problemas como la impotencia del ‘Turco’?
“Tuvo un poco de eso, pero ahí influyó mucho lo de la mamá. Él vio una foto de la suegra cuando joven y era igual a su polola en la actualidad. Y claro, ahora, la señora no está muy bien tenida, con todo respeto. Él se imagina que la Fabiola va a ser así después y le baja la libido. Luego, él comenta con los amigos si cuando salen con una mina no se fijan en la mamá, como un referente de cómo va a ser ella cuando vieja. Eso, dentro de la onda del personaje. Yo no estoy ni ahí con la belleza física”.
-En todo caso, las mujeres podrían hacer lo mismo con los suegros, a veces, abundantes en poncheras, calvicie y mal humor.
“Claro, es verdad. Esta es una técnica”.
-¿Cómo enfrentas los típicos comentarios masculinos de los amigos que aún disfrutan de la soltería y a veces ven a los pares comprometidos como “sometidos” o “macabeos”?
“Eso siempre depende de la madurez. Por ahí me han dicho ‘¡Chuta, mal momento ahora para que estés en pareja!”.
-¿Porque te van a llover las minas?
“Claro, pero yo no pesco esas cosas. Tengo mi vida y no veo nada que pueda envidiarle a la gente, tengo mi mina. Por eso, cuando me dicen ‘macabeo’, les digo: ‘Llámame el domingo, a las dos de la tarde, cuando te estés despertando con una caña del terror, después del carrete, y estés solo; sin nadie a quien abrazar, ni que te prepare un té. El domingo nos vemos’. Está bien ser macabeo”.
-¿Cómo armonizas todo el tema de las mujeres gritándote “¡Turco rico!” y tu vida en pareja? ¿Es celosa tu polola?
“Por suerte no es muy celosa. La verdad es que no me gusta hablar mucho de mi vida privada, pero esto se trata de la seguridad que uno tiene como pareja no más. No es que yo haya entrado ahora en la televisión y me llegó un exitazo, y todo esto me sorprende. Vivo harto en la calle, paso mucho tiempo con lo de la cueca, conociendo gente. No vivo en una burbuja y me siento alguien muy normal, que tiene mucho que aprender del resto. No me siento un rock star, y eso le da cierta tranquilidad a mi pareja, de que yo no me voy a perder ni a volver loco con esto. Es un tema de educación. Uno no puede volverse loco por un poco de fama. Eso es de alguien que tarde o temprano se va a pegar un porrazo”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Bueno, hobbies míos son la cueca, surfear, los animales... Además de mis perros, tengo una yegua -que está preñada-, un potro y un potrillo. Manías no tengo muchas. Me gusta ser ordenado dentro de todo, pero no es que sea maniático. Me gusta estar conmigo mismo, estar en la casa, cortar el pasto, jardinear, limpiar los espacios, las labores. Saber hacerse cargo de los espacios que uno habita es lo mejor. Uno se nutre como persona haciendo ese tipo de cosas, haciéndose cargo de la vida por completo”.