Christian Zúñiga, El Mercurio
Este año le cambió la vida, dice el periodista José Miguel Furnaro. Tras tres años de casado, tres separado, y haber dejado de trabajar en televisión -medio en el que estuvo desde su práctica profesional- comenzó una feliz relación con la radio y, mejor aún, se ha vuelto a enamorar.
Pasó por casi todos los canales de tv abierta. Partiendo en Chilevisión, haciendo los móviles de “El termómetro”, luego vendría TVN y unos felices cuatro años en deporte, teniendo de jefe a Mauricio Israel. “Mira las vueltas de la vida”, dice, con respecto a su actual trabajo en “Superados”, en FM Tiempo, conducido por Carola Brethauer.
Varios recuerdan su paso por Canal 13, en el “En boca de todos”, y animando bien temprano con Andrea Hoffmann y Eduardo Fuentes “3x3”. “Yo me he dado una vuelta gigantesca en la televisión”, confiesa, agregando que si bien extraña las cámaras, está feliz en un medio que no parece ser tan estresante ni ególatra.
Es experto en el sexo y en el amor, o al menos eso dice en la radio, mientras debate temas del corazón y la cama con Brethauer y compañía. Claro que nunca se sabe cuando habla en serio, porque al rato recuerda que entiende perfectamente a Bernardo Borgeat y su arrastre con las mujeres, dado el “parecido” entre ambos.
Como sea, sabe que su personalidad es su fuerte. Así, canchero, bueno para la talla, conquistó a su actual polola, una doctora de 31 años que vive en Viña, y que le ha hecho volver a enamorarse y creer en el matrimonio. Aunque lleve apenas 4 meses, dice convencido que “es ella”, y que le gustaría formar una familia pronto con su nuevo amor.
-¡Qué proyectado!
“¡Sí! ¡Es lo que quiero! Cuando ya saliste de un matrimonio, cachas más o menos para donde va la micro, qué queremos los dos, y yo me la voy a jugar para que resulte. Además, yo ya quiero tener hijos, es mi sueño”.
-No tuviste en el primero...
“No. Ahora, que tenga por ahí, no sé. No me han llamado de otras partes de Chile”.
-Dices en la radio que eres experto en el sexo y en el amor. ¿Tanto así?
“Digo tanta estupidez en la radio”.
-Que te pedían “el salto del ropero”...
“Sí, lo que pasa es que me operé. Antes me pedían mucho ‘la tortuga atómica’ y otras cosas. Pero eso era cuando me decían ‘el dos horas quince’. Ahora me dicen ‘el quince’ no más. Pero eso es normal”.
-Bueno, no serás experto en el sexo ni en el amor, pero algo habrás aprendido tras una separación.
“Aprendí muchas cosas, pero después. Durante el matrimonio, uno no se da cuenta. Después pasas por uno o dos años con rabia, mezclada con pena. Tomas rabia porque no puedes volver y te da pena porque estás solo y no es lo que quieres. Pero luego me di cuenta que sí se puede rehacer la vida, que no tengo que volver a repetir los mismos errores; que hay que poner límites, exigir más libertades...
“Por ejemplo, nunca hay que dejar de estar con los amigos. Yo lo dejé de hacer por un buen tiempo. Y está bien si un día uno dice ‘voy a salir esta noche con mis amigos’ o ‘me voy un fin de semana con ellos a la playa’. Ahí la clave es la confianza. No puede ser que la pareja ande asustada por eso, o se junte con las amigas para ver qué estás haciendo”.
-Eso es lo que esperas para ti. ¿Qué hay de tus deberes?
“Aprendí que hay que ser preocupado, detallista, que hay que darse espacio, pero sin perder la preocupación por el otro. Eso es fundamental junto con el sentido del humor”.
-Eso de detallista y preocupado suele darse al comienzo. Al principio son flores, pura amabilidad, te escuchan, hasta que se casan.
“Bueno pero eso es así. Cuando uno se casa es distinto a cuando uno pololea”.
-Y eso arruina los matrimonios.
“Por supuesto, y eso es lo que uno aprende cuando se separa, lamentablemente. En el matrimonio, uno tiene que darse cuenta de estas cosas y conversarlas. Lo malo es que, generalmente, no se dicen hasta que hay una pelea que provoca una separación. Yo podría decir: ‘Oye, ¿te has dado cuenta que esta semana has estado súper desagradable? ¿Te tinca que la otra no?’. Y ella: ‘Oye, ¿te has dado cuenta que esta semana has estado flojo? Has visto tele y no has ayudado en nada. La otra semana, ¿te tinca que laves los platos y no veas fútbol?’. Eso es mejor que llegar a la pelea de ‘¡Y voh erí un flojo! ¡No ayudas en nada! ¡Me voy!”.
-Siempre alegan los hombres que las mujeres les exigen mucho.
“Por supuesto. Las mujeres proyectan algo y exigen ciertas formas de vida. Quieren que el hombre sea proveedor, pero como hoy son modernas, no lo dicen directamente ni lo hacen explícito como antes. La mujer hoy es chora, así que no dice que le abras la puerta. Pero por dentro, lo único que quiere es eso, o que le regalen flores.
“Creo que siempre van a querer al príncipe azul. A todas les gustaría recibir una cartita romántica”.
-¿Y qué quieren los hombres de las mujeres?
“Por lo menos yo, espero que una mujer sea profesional, que gane su plata, que sea buena mamá, que sea cariñosa y tenga sentido del humor”.
-¿Y qué esté rica?
“No, esa es una cualidad personal. Yo la puedo encontrar rica, pero el del lado no. Siempre va a haber un hombre que le guste una mujer en específico”.
-Siempre habrá un roto para un descosido...
“Sí, obvio. Si todos tenemos gustos distintos. Hay prototipos de la rica, pero tal vez no me gusten tanto”.
-Tus exigencias no dejan de ser difíciles. Hay que ser más o menos perfecta en todo.
“Como nos piden a nosotros también. Al hombre le gusta la mujer profesional, moderna. La mujer chilena de hoy”.
-¿Qué consejo le darías a los hombres para mantener su matrimonio?
“El humor. Una buena talla relaja el ambiente y hace que la relación sea entretenida. Muchas veces uno está peleando, se mira a los ojos y empieza a reírse con la otra persona. Al final, eso hace que se abracen y se den un beso”.
-¿Y a las mujeres?
“Que nos sean brujas, que no sean pesadas”.
-¿Y la paciencia?
“Paciencia es una gran palabra, para todo; a cualquier edad y en todo ámbito”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Yo era maniático y me lo he ido sacando de a poco. Era de entrar por un mismo lado a un lugar. Son manías que mucha gente las tiene, pero se las deja para callado. Si voy en el auto y se me cruza un gato negro, tengo que dar una vuelta en círculo, no sé por qué. Prefiero hacerlo que no. Imagínate no lo hago y pasa algo. Igual es una estupidez, no lo recomiendo”.