En la época más triste de su vida en Santiago, el iquiqueño actor Fernando Godoy tocó fondo de una curiosa forma -rodeado de polillas- y estuvo a punto de abandonar sus estudios de teatro, para retornar donde su familia.
Pero mejor que él cuente cómo recuerda su período de crisis: “Vivía en una pensión triste. Tenía 17 años, extrañaba a mi familia y no cachaba nada. Lo pasaba pésimo y estaba desesperado. En mi escuela estaba rodeado de gays que me querían con papas fritas y me tenía que leer cinco libros a la semana, cuando en mi vida me había leído uno”.
“En la pensión yo era el único estable. El resto venía por la noche, así que funcionaba casi de motel. A través de mi pared de internit, escuché tirar a todo Chile”. Ese año, 2002, para la tristeza de Godoy, había una plaga de polillas en la capital. Por eso, cada vez que caminaba, sentía cómo chocaban los insectos en su rostro, mientras pensaba "¡Santiago es una mierda!".
Una noche, al igual que tantas en las que encontró el techo de su habitación repleto de polillas, tuvo su ataque de furia y las mató una a una. “Terminé matando treinta y dos, mientras lloraba y pensaba que tenía que mandar todo a la mierda, que mejor debía ser contador, pero que me tenía que ir de ahí. En adelante, nunca más pude ver una polilla”.
Diez años después, su historia es completamente diferente, gracias a Dios, como dice, pero sobre todo a un particular empuje que hace que este hombre de 29 años sea querido por su entorno. Basta verlo por los pasillos de Mega, saludando a quien se le cruce por delante, haciendo piruetas de baile y tirando un chiste tras otro, y preguntando dónde y cuándo será la fiesta de aniversario del canal, con un evidente entusiasmo en su rostro.
En cuanto a su empeño, se corrobora al ver cómo a la fecha ya tienen su currículum cuatro películas estrenadas (la última, “Paseo de oficina”), ha conducido programas de televisión, es jurado en “Coliseo, la revancha”, ha actuado en dos festivales importantes del país con su personaje “Indo” y ha conformado el elenco de dos exitosas series: “Casado con hijos” -con su famoso personaje, Nachito Larraín- y “La colonia”, programa que ha sido exportado a México, donde el actor ya cuenta con seguidores. Tal ha sido el éxito de su trabajo allá, que planea probar suerte en tierras aztecas y, dado su historial, es probable que la tenga.
Pero la lista de la fortuna de Godoy sigue: Ganador de un capítulo de Vértigo en 2007 - con un auto que solo tuvo cinco minutos hasta que lo vendió-, ganador de “El Baile de TVN”, vencedor de “Tu cara me suena”, y el elegido “Mister Teletón” por dos años seguidos.
-Esto ya no es suerte. Parece que naciste con una estrella.
“Me han dicho de todo. Creo que debo tener un ángel muy lindo que me cuida y me apoya. Pero todo se debe al nivel de compromiso con las cosas que hago. En ‘Vértigo’ me la jugué. Para ‘El baile de TVN’, los otros ensayaban cuatro horas diarias, y yo, sin tiempo, ensayaba ocho. No gané porque estaba iluminado. Nací para esto. Hay que ser inteligente en elegir qué hacer de tu vida y lo demás es ser buena persona, ser agradecido. Yo me saco la cresta trabajando. No tiene ver con jugársela. Soy buen chileno trabajador”.
-¿Hay algo de obsesivo en todo eso?
“Pero para bien. Si me estresara tendría que parar y en un minuto lo hice. Trabajaba 17 horas diarias y dormía cuatro horas. Estuve así por cuatro años, de lunes a viernes, y me volví loco. Ahora gano menos plata pero me da lo mismo, porque disfruto más mis pegas y puedo ir a Iquique a ver a mi familia”.
-Cambiando de tema, saliste “Mister Teletón” dos años consecutivos.
“Sí, soy terrible de rico (ríe). Para mi primera Teletón, me dijeron que participara en el concurso, pero como chiste, así que no me negué. Pero jamás pensé que estaban invitados puros modelos… y yo. Pato Laguna, Pablo Schilling, Pablo Vargas, Fabricio (Vasconselos). Cuando llegué al teatro Caupolicán, me di cuenta en lo que me había metido y me quería ir. Tenía ganas de llorar. Pensaba en la vergüenza que iba a pasar”.
-¿Qué hiciste?
“Un productor muy amigo mío me dice ‘tranquilo. Ya estás aquí y eres así. Dale no más. Mira a estos pelotudos como están y mírate a ti’. Y los vi a todos haciendo flexiones de brazos y abdominales y yo,
con una jardinera vestido de cabro chico, piolita. Le dije: ‘¿Sabes qué? Voy a entrar. Esto lo voy a hacer por los cabros’. Y creo que la gente al final reconoció la buena onda. En ningún momento me sentí rico, ni alto ni modelo ni nada. Todo el tiempo y hasta el día de hoy siento que todo lo mío es buena onda no más. Es simpatía”.
-¿Simpatía que ganó al año siguiente?
“Ahí me pidieron que participara en 'el mejor de los mejores´´ y ahí ya más agrandado, pensé que si ya había ganado una vez, si perdía ahora daba lo mismo. ¡Y gané de nuevo! No sabía lo que estaba pasando. Sigo pensando que fue por el chiste. Molestaba al modelo y a los huevones ricos. Creo que hoy se agradece más eso que la mentira, que la inflación”.
-¿Te encuentras feo?
“Me puedo encontrar atractivo y buena onda, pero me paras al lado de Benjamín Vicuña y yo soy el junior. Entiendo que la gente me quiere y que hay mujeres que me gritan, pero me lo tomo así: no soy el más rico, el más alto, soy no más. Jamás voy a levantar el poto ni me voy a depilar para que las chiquillas me encuentren rico. Si bien me subió mucho el ego el ‘Mister Teletón’, lo guardo en mi corazón como el momento de mi vida en el que me he sentido más querido y más guapo en mi vida. Fue emocionante. Porque estaba al lado de dos metros de personas. Dos pies míos, uno adelante del otro, era del porte de uno de los pies de Schilling. Es fuerte la imagen. Pero escuchar a toda esa gente aplaudiéndome fue súper lindo. Yo creo que es lo más bonito que he sentido”.
-Viendo cómo saludas a todos acá, pareces buen empleado.
“Sí. Soy súper buen empleado. Soy súper abanderado. En el caso de las fundaciones, para el Hogar de Cristo, para la cena Pan y Vino. Soy abanderado a morir. Lo dejo todo en la cancha. No sé de dónde habrá salido eso. La única respuesta que encuentro es mi papá, que hace todo igual, a fondo. Además, mi filosofía es carpe diem. Yo vivo el presente. En estos minutos, lo más importante para mí es esta entrevista. No me importa nada más. Y así con un trabajo y con una empresa. En ese sentido soy más inteligente que buen empleado, porque uno no puede ser tan testarudo. Los chilenos deben ser más inteligentes y ganarse la pega todos los días”.
"He visto mucho rostro de televisión que descansa en el puesto y le siguen pagando. Está súper bien, pero no están creando nada. No están entregando nada, no aportan nada. Yo me lo juego 100% en todo. Aunque sea un extra voy a estar haciendo el mejor papel de mi vida”.
-Eso también incluye relacionarte bien con la gente que trabajas.
“Completamente. Intento ir a todo. Mi nivel de compromiso con la empresa es muy importante, pero más mi nivel social con el mundo. Antes de trabajar en la televisión y desde muy niño, estoy criado con la labor social en mi sangre, por mi familia. Mis papás son los fundadores de la Casa de Acogida de Enfermos de Sida en Iquique, y hasta hoy apadrinamos cinco hogares con toda mi familia, yo paso las navidades en la calle, es tradición familiar. Con las posibilidades que tiene la gente de la televisión, es importante poder hacer feliz a la gente. Aunque seas nadie, como yo. Pero muchos no se dan cuenta de eso”.
-¿Sientes esa responsabilidad por salir en televisión?
“Más que responsabilidad, siento que es mi forma de devolverle a la vida todo lo bien que me ha ido. He tenido mucha suerte y he sabido con mi responsabilidad y transparencia ocupar esas responsabilidades. La vida me ha sonreído mucho. Tengo a mi familia completamente constituida, todos con salud, tengo trabajo, soy actor, soy feliz, tengo una vida maravillosa, entonces no me queda nada más que agradecerle a Dios a través de la gente. No veo otra opción”.
Además de trabajar para “Make a Wish”, Fernando es también un orgullo discípulo de Patch Adams. En su auto guarda su delantal y varias narices de payaso, que usa para ir a saludar a la gente. Dice que no va de famoso y entra solo con el disfraz puesto. “Es tan simple sacarle una sonrisa a una persona. Lo encuentro mucho más agradable que pelear por el rating”, dice.
-La gente a veces desconfía, cuánto de ayuda social va para la tele y cuánta es real entre los rostros.
“Sí, y hay gente que le compra al famoso la acción social, cuando es pa' la tele, cuando él no da sin que lo inviten y cuando se lava las manos después de que lo tocan mucho. Sin embargo, es distinta la labor social y me gusta que la gente lo sepa: esto es de todos, no solo mía por estar en la tele. Tampoco es del millonario. Es del todo el mundo”.
-Buena gente, pero muchos que te conocen, coinciden en que estás loco.
“Sí. Tengo un grado de locura importante, pero irradia en la felicidad. Es dejarlo todo en la cancha en el segundo mismo. Mi locura es pasarlo bien. Si me dices con convicción, ‘anda allá y empelótate’, lo hago.
Ahora, en el lado artístico, creo que si no estás loco, no puedes ser un buen actor. Eso, según los libros que he leído. El de ahora, ‘Conversaciones con Al Pacino’ -que está loco- confirma la teoría de que mientras más locos están, mejores actores van a ser”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Hago hartas cosas de mañas. Saludo y me despido de todo mi equipo siempre, como cábala. Es mi forma de entregar cariño al proyecto, pero ya se volvió una manía. No puedo dejar de hacerlo todos los días que trabajo. También me persigno cada vez que voy a hacer una actuación, y beso tres veces todos los escenarios en los que estoy, desde los que voy a animar, a eventos a empresas o una obra de teatro. Para mí el escenario es como mi altar. Es sagradísimo”.