AMSTERDAM. - Era objeto de burlas y mofa, así como acosado y aislado. El joven holandés Tim Ribberink, de 20 años, no pudo aguantarlo más y se quitó la vida. Hoy será enterrado mientras en el país reina la consternación por este suicido.
En su carta aparece una foto del joven en la que contrastan sus grandes ojos negros con su pequeño rostro. Tim lucía un corte de pelo moderno y era sonriente.
Los padres han sacudido el país con esta esquela de su hijo y agregan la carta de despedida que les escribió: "Queridos papá y mamá. Durante toda mi vida me han acosado, se han burlado de mí y me han aislado. Ustedes son fantásticos. Espero que no se enfaden. Adiós, Tim".
Para decenas de miles de holandeses leer esta esquela ha sido una señal demoledora y han reaccionado sobre todo en las redes sociales como Twitter y Facebook. "Aquellos que acosaron a Tim tienen sangre en sus manos", tuiteó Ewoud. Otra persona que se identifica como Ineke escribe: "¨Pero cuándo va a terminar esto?".
Los vecinos y conocidos en Tilligte, la localidad donde residía la familia, se ha quedado perpleja con lo sucedido. Nadie notó nada del sufrimiento que estaba pasado el joven y eso que era objeto de humillaciones constantes en la escuela, dijo portavoz de la familia al diario "NRC.next".
También en Internet circularon insultos. Unos desconocidos dejaron comentarios en nombre de Tim en una página en la que se daban opiniones sobre restaurantes. "Soy un perdedor y gay", se leía el pasado verano.
Los padres acaban de informar ahora al respecto a la policía. Tampoco en la Facultad de Pedagogía en Windesheim donde Tim estudiaba se sabía nada del bullying. "A él le iba muy bien con nosotros", dijo el Lex Stomp en declaraciones a la radio holandesa. Tim quería ser profesor de historia "y se preparaba para unas prácticas en el extranjero".
"El entorno en la mayoría de ocasiones no capta las señales", afirma el psicólogo y experto en bullying, Bob van der Meer. Cerca de un diez por ciento de los niños y jóvenes holandeses padecen acoso, que los holandeses denominan "pestes", un término acertado para describir cómo las palabras envenan a las víctimas y éstas no se pueden defender de esta "peste". "Pero se puede hacer algo", asegura van der Meer.
Desde 2006, las escuelas siguen un denominado protocolo contra el acoso. Pero eso es muy poco, asegura el psicólogo. "Nos conmovemos ante un caso como éste pero luego no pasa nada", agrega.
Las señales que emite la víctima son difíciles de reconocer porque no está pidiendo ayuda de forma clara. Y eso tampoco lo hizo Tim. "No siempre tuviste el viento en contra", escribió la familia de Tim en otra esquela que ha publicado. "Pero nunca dejaste que se notara nada y nosotros no pudimos ver dentro. Ahora nos has conmovido hasta lo más profundo".