“Tengo seis semanas y media de embarazo y me diagnosticaron hace un mes un grave cáncer de mama”, le escribió en agosto pasado Jamie Thomas Cottrell a Jill Krause, directora de un
blog para madres. “También tengo un hijo de dos años. Tendré que hacer cuatro tandas de
quimioterapia, antes que nazca la guagua y me harán una mastectomía al mes de que ella nazca, así que entre la quimio, la cirugía y la siguiente quimio y radioterapia, no hay manera de que pueda alimentarla”.
Krause se encontraba precisamente amamantando a su hija, cuando leyó el correo de Jamie. Y dada la cruel coincidencia, no pudo evitar ponerse a llorar e, inmediatamente, postear en su sitio web: “una madre luchadora necesita nuestra ayuda”. Lo que la futura madre le pedía era leche materna.
Jamie ya era madre. Tenía a Jack, de dos años y medio, y a quien había alimentado con relleno. Pero en este caso, quería darle a su guagua leche humana, y tras la cirugía que la dejaría sin pechos y los enormes costos que vio en los bancos especializados de leche, no veía otra opción que pedir la solidaridad de otras mujeres.
Fue un duro proceso por el que tuvo que pasar, y que continúa viviendo y registrando en su propio blog
“22 weeks and cancer”. Allí, además de hablar de los gastos de su enfermedad, se ha desahogado, poniendo al descubierto sus miedos de tener cáncer y descubrirlo estando embarazada.
De esta forma, explicaba en agosto pasado: “Salí del oncólogo hace una hora, y una mujer mayor, de unos 70 años, ‘murmura’ a la persona con la que estaba, mientras me miraba, ‘¡mira, ella está embarazada y tiene cáncer!’. Tuve que correr por el pasillo para que no me escuchara reír, y para llamar a mi marido y contarle lo que había pasado (...) En serio, la gente me da risa… para tu información, el cáncer y el embarazo no han afectado mi oído ni mi vista, así que si crees que eres invisible para mí o que no te escucho, te equivocas”.
“La enfermedad tiene un determinado coste monetario. Y esto se suma a los costos no tan tangibles, mi tiempo lejos de Jack, su confusión con todas las cosas que han pasado, la maquinación mental que esto ha provocado en mí y mi esposo, el constante miedo con el que vives cuando tienes cáncer, las cosas que potencialmente podrían pasar…”, confesaba en su sitio la mujer de Orange, California.
Por eso no quería sumar a sus vicisitudes, el no poder darle leche materna a su hija recién nacida, quien a su criterio, lo necesitaba más que nadie tras vivir dentro del vientre cuatro quimioterapias. Y ante su petición por mail, la respuesta fue inmediata.
Casi automáticamente, 100 mujeres aseguraron que querían ayudarla donando su leche, y para el día en que nació Amelia-Rae Faith, ya contaba con 180 gramos de leche que le entregó Orange County New Natural Moms, un grupo de 70 madres en etapa de lactancia. Y no solo eso, además, la organización
Best For Babes -encargada de velar por los derechos de las madres de amamantar libremente, sin presiones- había creado un fondo para reunir dinero para costear los gastos médicos de Jamie y el transporte y conservación de la leche reunida para su hija.
Si bien algunos medios estadounidenses han recordado que las autoridades piden que las madres acudan a bancos especializados de leche materna, en donde se preocupan de pasteurizarla, parece ser común en EE.UU. la solidaridad y confianza entre madres. De hecho, tras el desastre que dejó el huracán Sandy, varias mamás donaron la leche que tenían refrigerada, cuando vieron que no podrían seguir manteniéndola en óptimas condiciones.
En este tema, la crítica apunta sobre todo a aquellas mujeres que han optado por
vender su leche a través de internet.
Por su parte, Jamie ha comentado: “Es raro acostumbrarse a tener leche de distintas personas que no conoces. Solo tienes que confiar en la gente”.
Hoy, tras conocerse su caso, Best for Babes creó una cuenta especial para ayudar a cualquier mamá que pase por lo mismo, estando embarazada y teniendo que someterse a quimioterapia. En cuanto al fondo especial de Jamie, la meta es recolectar 10 mil dólares y ya van en 2 mil 500.
“Cuando le das a las mujeres el poder de internet, a veces podemos cambiar el mundo”, comentaba Jill Krause, cuando recién pedía leche a otras madres para Jamie. En cuando a ella, ya pasó por la mastectomía y ahora deberá enfrentar un nuevo proceso de quimio, además de radioterapia.