¿Es más fuerte la gula? ¿Es más poderoso ese deseo hedonista que poco importan las herramientas utilizadas para conseguir placer?
Si vemos los niveles de obesidad y enfermedades cardiovasculares de nuestro país la respuesta es obvia.
La comida chatarra cotidiana es sabor intenso pero con una altísima cuota de porquería en las venas.
No se trata de vivir a agua y tomate. O comer una hoja de verdura con una rama de hierba y un trozo de carne blanca cocinada en agua o al vapor, todo muy quirúrgico, sin sazón, sin “cuento”. Ese menú parece lo que necesitaría un enfermo que busca desintoxicación profunda. Hay otras formas de buscar sabor sin chanchear.
Por ejemplo, ¿sabía usted que una de las hierbas que más sabor aportan como salsa combate la depresión, el agotamiento, el insomnio y la jaqueca? ¿Que es digestiva, antiespasmódica, combate dispepsias nerviosas, puede aumentar la secreción de leche en las madres, es diurética y disminuye estados febriles? ¿Que se la utiliza contra parásitos intestinales y para calmar irritaciones cutáneas? ¿Que es antitusiva y es muy propicia contra la faringitis y laringitis, y se emplea en jaquecas de origen nervioso o digestivo, como sedante, desinflamante de aftas y pezones irritados?
Nos referimos a la albahaca, muy presente en las recetas de hoy y tan potente en sabor. ¿Hay poco sabor en un buen pesto?
El ejemplo sirve para ilustrar un poco. No es necesario tomar tónicos o remedios para sentirse bien. Basta con seleccionar mejor lo que comemos. Y cuanto comemos. Porque, como hemos dicho en estas mismas páginas una y mil veces, la forma de alimentarnos es un reflejo de nuestra cultura.
La gran pregunta es qué cultura estamos reflejando con la forma en la que nos alimentamos…
Saludos, Daniel Galaz, chef ejecutivo de
restorán OX