Un estudio realizado por científicos del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos y del Centro Superior de Investigación en Salud Pública de España, arrojó que la leche materna tiene más de setecientos tipos bacterias. Estos componentes podrían ser beneficiosos para el lactante, pero la cantidad presente depende de las condiciones físicas de la madre y del tipo de parto.
El análisis tiene un amplio valor biológico, porque se abren puertas a nuevas investigaciones para tener plena certeza de los beneficios de las bacterias. Los especialistas concluyeron, entre otras cosas, que si ellas ayudaran en el sistema inmune, podría ser sumamente beneficioso incorporarlas a productos para la nutrición infantil.
La pediatra Ana Delgado considera que los tipos de bacterias halladas en la investigación hecha en España pueden ser provechosas “siempre y cuando la madre tenga una buena alimentación, porque si la que tiene es insuficiente, no ayuda en nada”.
Los científicos a cargo, mediante la secuenciación masiva de ADN, llegaron a descubrir que éstas se encuentran en gran medida en la leche obtenida en los días más cercanos al parto. El análisis de la leche de los meses siguientes, comprobó que el alimento principal de los bebés también está compuesto por bacterias, pero en menor medida. Entre las más comunes están la veillonella, staphylococcus, prevotella y leptotrichia, que fortalecen el organismo del menor.
Estas bacterias ampliamente presentes en la leche materna, “ayudan mucho a la función gastrointestinal más que nada, y también a la respiratoria”, complementa delgado. La Organización Mundial de la Salud recomienda alimentar a los niños exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses de vida. Luego, y hasta los 24 meses, la alimentación debe combinarse con otros alimentos nutritivos.
La consultora de lactancia, Nathalie Clermont, explica que “una de las principales bacterias presentes en la leche humana es la lactobacillus, que es extremadamente beneficiosa, pues compite y deben dominar el espacio para superar las bacterias dañinas, que pueden provocar enfermedades graves en el lactante”.
La pediatra Delgado afirma que la leche materna entrega grandes ventajas al niño y a la madre, tanto nutricional como emocionalmente. “La leche materna tiene muchas ventajas. En primer lugar es más saludable que la leche artificial. Proporciona defensas, no hay que calentarla porque ya viene en su punto ideal. Crea un vínculo madre-hijo que no lo hace el relleno”, indica.
El estudio arrojó, además, diferencias en el número de estos organismos según la masa corporal. Las mujeres con obesidad o que durante la gestación subieron de peso más de lo correspondiente, cuentan con menor presencia de bacterias. El tipo de parto, influye asimismo en la cantidad de microorganismos.
Entre los mecanismos para dar a luz, en el parto vaginal o natural se encuentra el mayor número de las bacterias, a diferencia de la cesárea programada donde la cantidad disminuye. En la cesárea no programada, llamada también intraparto, la disposición es muy parecida a la del parto natural.
En el parto vaginal “el bebé esta inmediatamente en contacto con la flora microbial gastro-intestinal y de la piel de la madre lo cual es muy importante dado que la madre, en su leche, tiene anticuerpos y protección a las bacterias propias”, comenta Clermont.
Ana Delgado, por su parte, señala que esta diferencia se produce, porque “cuando a las mamás las inducen al parto antes de someterla a la cesárea, el uso de algunas drogas disminuyen la capacidad y matan un poco de estas bacterias”.
Las propiedades de la leche materna deben ser aprovechadas para una correcta alimentación del niño. La Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda amamantar hasta los dos primeros años del hijo. “Es falso pensar que después de cierto tiempo la leche materna carece de valor. La leche humana siempre supera la leche de otros mamíferos o leches vegetales para el bebé hasta que ocurre el destete de este, en la forma más natural posible”, afirma Nathalie Clermont.