Mantener el control del auto, preocuparse de las distancias, mirar por los espejos, tomar una curva, pasar por una autopista y estacionar pueden ser misiones no sólo complejas al momento de conducir sino que en muchos casos son motivos de fobia.
Y es que esto es mucho más que una simple reacción o un acto de inseguridad. Es una patología que se llama amaxofobia y que se presenta en cerca del 33% de los conductores y que incluso provoca el rechazo a la mera idea de tener que manejar, aunque lo hayan hecho por un largo tiempo.
Entre los síntomas más frecuentes que siente un amaxófobo, se encuentran vértigos, dolores de cabeza, taquicardias, transpiración, temblores y dificultad en mantener una respiración fluida. “Es como un botón de alarma que se aprieta y que moviliza la conducta de huida, ese es un patrón característico de toda fobia”, señala el psiquiatra de la Clínica Las Condes, Lister Rossel.
Por eso, en el sitio español “Conduce sin miedo”, que se especializa en este trastorno de la conducción, se puede realizar un
test en línea para descubrir si se padece de la fobia a manejar. En el mismo lugar se indica que la amaxofobia se manifiesta principalmente en las mujeres, alcanzando el 64% de los casos, según un estudio del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre.
Sin embargo, es importante aclarar que puede aparecer en cualquier momento tanto en hombres como mujeres, a raíz de un detonante del pánico. “Son situaciones que en algún minuto, en nuestra memoria genética, han sido peligrosas”, dice el psiquiatra. Además, las causas son variadas y dependen de la experiencia y la forma de enfrentar problemas de cada uno, por lo que hay al menos dos tipos de personas que padecen de amaxofobia.
Unos son quienes recién comenzaron a manejar y la presión por estar solos los invade, y que terminan por rendirse. Hay otros que han vivido accidentes o situaciones de estrés mientras viajaban en un automóvil y se rehúsan a volver al volante.
Pero el caso que corresponde más bien a una agorafobia, es el de personas que tienen amplia experiencia en conducción, pero que sufren una crisis de pánico normal justo cuando están al volante y conforman un rechazo por manejar. “Puede ser una fobia delimitada a la conducción y otra una crisis de pánico indiferenciada”, indica Rossel.
Pese a esto, tampoco hay que alarmarse o pensar que cualquier inconveniente desarrollará una crisis de amaxofobia. Esto, porque deben considerarse factores de personalidad como los trastornos de ansiedad, nivel de autoestima, edad, estabilidad emocional o perfeccionismo para determinar si se trata o no de una fobia.
En la mayoría de los casos, después de la primera crisis de pánico durante la conducción, los amaxófobos evitan pasar por el lugar donde se produjo o se sienten inseguros cuando lo hacen, agudizando los síntomas de ansiedad y eliminando las ganas de volver a manejar. De esta forma son bastantes los conductores que, pese a haber estado al mando del volante por varios años, no vuelven a manejar.
Pero ¡ojo! Hay una solución para que los temores queden atrás y se avance en el camino a una solución efectiva.
De regreso al volante y al acelerador Teniendo claro que el diagnóstico es amaxofobia, y no las precauciones normales que hay que tomar cuando se conduce, se puede comenzar un procedimiento para superar las crisis y el miedo, y retomar el manejo del auto.
Lo más importante es no huir del auto ni rechazar para siempre la idea de manejar. “Hay que evitar arrancar de la situación, porque uno puede pasar la vida y estructurar la vida con un área de exclusión”, sostiene el especialista de la Clínica Las Condes.
Una vez que se instala la idea de intentar eliminar la fobia, se pueden tomar dos caminos. El psiquiatra Lister Rossel explica las formas de superar paso a paso la amaxofobia.
La primera es la desensibilizacion sistemática, instalada por el psiquiatra Joseph Wolpe en 1958. Es el método más efectivo para terminar con las fobias y se aplica junto al seguimiento de un especialista. Consiste en “entrenar a la persona en relajación y luego construir una escalera de situaciones desde la que produce menos temor a la que produce más. Ir subiendo escalones, paso a paso”, señala Rossel.
En un segundo caso, es posible superar la fobia sin ayuda especializada. Consiste en un sistema computacional, similar a un videojuego que consigue de igual forma la desensibilización sistemática. Se llama
Fear Fighter (link en inglés) y fue creado por el psiquiatra inglés Isaac Marks. Lo complejo de esta autoterapia es lograr no abandonarla ni escapar del automóvil y del volante.
Por lo tanto, con cualquiera de las dos alternativas, el amaxófobo debe tener paciencia y constancia si pretende dejar de serlo y tener un ritmo prudente para volver a conducir. Es por eso que no se puede pretender manejar grandes distancias si no se ha trabajado lo suficiente por retomar el control de la situación y aflojar el freno.