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Álvaro Rudolphy: Su club de Toby y las cero crisis de un padre maduro

El actor, que presenta por Chile la obra “Divorciados”, está lejos de cualquier tipo de crisis del hombre maduro. El motivo, explica, es que se casó hace un par de años, tiene una hija que le alegra la vida con sus 2 años y para colmar la alegría, viene un hijo en camino.

25 de Junio de 2013 | 15:42 | Por Ángela Tapia. F., Emol
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Alex Valdés, El Mercurio.
Para el actor Álvaro Rudolphy (galán, ex eterno soltero, hoy marido y padre maduro) todo el tema de la crisis de los cuarenta años en un hombre, se puede graficar en un partido de fútbol.

“Ya jugaste todo el primer tiempo dándolo todo. Y al cumplir los cuarenta, comienzas el entretiempo; llegas al camarín y evalúas cómo lo has hecho, si vas ganando o perdiendo, y cómo enfrentarás lo que queda de partido. Eso es lo que me pasó a mí, al menos”, explica el actor quién tras años de seguimiento de la prensa, en espera de verlo llegar al altar, al fin encontró a la mujer de su vida en la periodista Catalina Comandari, con quien se casó en 2008.

Junto a ella y la hija de ambos, Eloísa (2 años), se encuentran en la espera de Diego, el niño que nacerá en julio para completar la parejita del feliz matrimonio. Son estos acontecimientos los que tienen a Rudolphy bastante alejado de cuestionamientos de la vida masculina, o de cualquier tipo de cansancio de la vida marital. Al contrario.

Pero habiendo pasado igualmente por su propia crisis de los cuarenta hace unos años, sabe perfectamente qué pasa por la mente de un hombre cuando vive su entretiempo, y es precisamente eso lo que él, junto a Jorge Zabaleta, Rodrigo Muñoz, Andrés Velasco y Fernando Larraín -el elenco de la exitosa teleserie nocturna “Separados”-, mostrarán en “Divorciados”, una obra que enfrentará a todos estos actores a las a veces irresistibles ganas que tiene un hombre maduro de mandar todo a la punta del cerro.

“El show está inspirado en los personajes masculinos de ‘Separados’. Mi personaje sigue siendo un sexópata compulsivo, amigo de estos otros tipos de su club de Toby, con los que decide hacer un viaje. Ellos quieren alejarse de todo, relajarse y encontrarse con ellos mismos”, comenta acerca de este recreo masculino que se mostrará desde esta semana en Concepción y pretende seguir una gira por Talca, Viña y otras ciudades del país.

-Entre los hombres de cuarenta en adelante, no es raro toparse con alegatos y quejas de crisis. ¿Por qué parece ser tan habitual?
“Desgraciadamente, yo no lo sé, porque partí jugando en mi segundo tiempo. Me casé hace poco y de paso, estoy demasiado contento con mi relación, tengo una hija maravillosa y viene otro en camino. Pero lo que escucho de colegas y gente cercana es que sí, tienen la suerte de pensar que están en una cosa, una rutina, que no saben para dónde va. Lo que nosotros planteamos es que la solución no va por querer hacer borrón y cuenta nueva, por el contrario”.

-¿Y por dónde va?
“Creo que por estar bien con uno no más, buscar su centro, empezar a disfrutar… Es que de verdad yo estoy en un período distinto. Soy nuevo en esto, y lo estoy pasando muy bien, así que no logro visualizar lo que ellos plantean”.

-¿Viste que se puede estar feliz y tranquilo? El club de Toby es pura frescura…
“No sé si sea frescura, son espacios. Hombres y mujeres necesitamos espacios de interacción con los pares. Las mujeres se juntan entre ellas y hablan de muchas cosas y nosotros también. Necesitamos nuestro espacio de masculinidad donde no necesariamente hablamos de mujeres, sexo, fútbol o asados. También hablamos de otras cosas”.

-¿Eres asiduo al club de Toby?
“No, porque estoy en un período súper familiar, pero nosotros cinco, a veces nos juntamos y hablamos de trabajo, de pequeños pelambres entre colegas… No hablamos de futbol, yo no soy nada futbolero, y tampoco hemos hecho asados”.

-¿Un grupo de hombres que no hacen asados? ¿A qué se juntan?
“Es que tampoco es que nos juntemos tanto. Pero cuando lo hacemos, nos tomamos un café y hablamos de trabajos y proyectos. De hecho, las reuniones son, en general, con pareja, así que ahí se separan los grupos y terminamos los hombres por un lado y las mujeres, por el otro”.

-Habiendo pasado la crisis de los 40 ya, ¿No hay temores de que se venga otra pronto?
“No, pero creo que influye el que haya sido papá hace poco y que viene otro en camino. Mi crisis la viví antes de casarme, la de los 40. Así que hoy vivo mi segundo tiempo como si fuera el primero”.

-¿Cómo se toma en este segundo tiempo la paternidad? ¿Serán los mismos temores?
“Mira, como yo no fui papá joven no cacho, pero lo que escucho de amigos que están en la misma que yo, pero en su segundo matrimonio -y que ya tienen hijos grandes, adolescentes-, es que es distinto; que hoy tienen un vínculo mucho mayor con sus hijos, porque están con otro ritmo interno, con otro acercamiento afectivo con ellos. A mí eso me hace sentido, porque tengo una relación súper rica con mi hija, de mucho afecto, cariño cercanía y tiempo. Me gusta. Y también porque, claro, debe ser que si tienes hijos a los veinticinco años, estás aún arriba de la pelota”.

-¿Existen igualmente temores?
“Sí, por supuesto, de que les pase algo. Uno empieza a tener su foco afectivo en la pareja y en los hijos, y te preocupas de que estén bien, que no les pase nada. Sufres con ellos cuando se enferman, pero me imagino que les pasa a todos los padres. Además, es inevitable que les pasen cosas”.

-Se te ve tranquilo. ¿Qué hay del soltero empedernido del que por muchos años se habló en la prensa?
“En una época se hablaba así mucho, pero no era algo que generara yo; lo generaban un poco los medios. Y claro, cuando ya estaba grande y seguía soltero, se fantaseaba mucho con eso”.

-Lo habrás pasado bien, al menos…
“Sí, mal no lo pasé (ríe)”.

-Has crecido, madurado. ¿Pesan los signos del paso del tiempo, las arrugas y canas?
“No. A mí lo que me preocupa es no tener la cantidad de tiempo suficiente para estar con mi familia, pero no que envejezca, que me arrugue más o que me salgan más canas; eso me da lo mismo. De repente pienso en que va a llegar otro hijo, y que en cuarenta años más, seguramente no vaya estar. Ahí pienso que me habría gustado tener hijos antes, para haber pasado más tiempo con ellos”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Tengo una colección de sopletes”.

-¡¿Por qué?!
“No sé. Creo que comenzó cuando Claudio Arredondo me regaló uno. Después vi otro y me lo compré. Luego me regalaron otro y así fue creciendo hasta ahora que tengo muchos. Debo tener más de doscientos en mi casa”.

-¿Los ocupas?
“No, están ahí no más. La gran mayoría funciona. Tengo algunos más regalones (se empieza a reír). Son algunas rarezas. Hasta mi hija tiene uno chiquitito”.

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