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Edo Caroe: “En mi vida normal no soy un payaso”

El estudiante de Derecho, aspirante a músico metal, guionista de cine y luchador de Todo Vale, asegura que no se proyecta en la televisión ni haciendo humor para siempre. Conoce aquí parte de la historia de este hombre que pasó de que le gritaran “¡qué fome el mago!”, a ser nombrado el mejor comediante de este año.

17 de Julio de 2013 | 08:48 | Por Ángela Tapia. F., Emol
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Luciano Riquelme, El Mercurio.
“Con esto de mi operación, no pude trabajar mucho. No trabajé prácticamente nada. La cigüeña de Eduardo Fuentes trabaja más que yo”, dijo sin arrugarse Edo Caroe, en una de sus apariciones en AR Prime, y haciendo alusión a la lucha del animador del programa de farándula, por tener hijos. Fuentes, por su parte, soltó una risa sin evitar algún insulto hacia la cruel broma del mago-humorista.

Pero lejos de amilanarse, Eduardo Carrasco -verdadero nombre de Caroe- continuó su rutina con el mismo tipo de chistes negros, esos que sacan risas nerviosas y una cierta tensión –casi al límite del dolor de estómago- en las personas que no pueden creer que este hombre de 26 años diga en televisión abierta, que el espacio televisivo donde trabaja muta “más que un feto en Chernobyl” o que por las arrugas, cuando Raquel Argandoña fue a la feria, confundió un repollo con un espejo.

Tal vez esa desfachatez y su ironía hicieron que Larry Moe lo nombrara como el mejor comediante de 2013, y que hoy, a dos años de su aparición en “Coliseo romano”, parezca que ya se ganó su espacio en la televisión.

Con todo, este hombre oriundo de Temuco, asegura que lleva seis años haciendo su humor tan personal en eventos de empresas, desde que decidió detener un rato sus estudios de Derecho para aventurarse en la magia y sacar risas. “Hago festivales,  recepciones en cócteles, matrimonios. Hoy sigo en lo mismo, pero con más demanda, no más”, cuenta sentado en un sofá de su casa.

El mago nos recibió pese a encontrarse en un post operatorio de hernia inguinal, que hace que apenas pueda moverse con la ayuda de un bastón. A lo lejos, escucha cómo Fernanda, su hija de siete años le muestra a su madre, Catalina, una buena nota que se sacó en inglés. No pasaría mucho tiempo, antes que la niña llegara hasta donde su papá para celebrar su logro. Y él, la felicitaría con orgullo, antes de seguir repasando su trayectoria para esta entrevista.

 “Por mucho tiempo hice cumpleaños infantiles y a mí me cargan los cabros chicos. No quería hacerles shows a ellos. Yo quería hacer magia con humor, y mi humor era muy negro así que tenía que restringirme mucho con los niños. No me entendían… Aparte, siempre quise actuar con un poco de glamour; tener mi camarín, con catering y un productor. Pero con los cumpleaños infantiles, tenía que llegar a cambiarme al baño, y estar esperando en la pieza de los papás, sentado en la cama de dos plazas, sin poder tocar nada. Así estuve como tres años”.

-¿Tan triste era?
“Igual fue una escuela, aprendí cómo se cobra, a cómo actuar y controlar público; los niños son más incontrolables que los adultos. Pero tuve varios cumpleaños en que lo único que quería era irme o ahorcar a uno de los niños. Eran muy desordenados, y se metían en mi maletín de magia, sacaban mis pañuelos o decían ‘¡qué fome el mago!’”.

-¿Tuviste muy malas experiencias?
“En Temuco, hice cumpleaños en casas de familias muy humildes y cobraba poco, pero también hice en casas de familias que tenían más lucas. En uno de esos cumpleaños, se paró una niña y, antes que yo empezara el show, dijo que en un crucero había visto a un mago que hacía aparecer un auto. Entonces, ¿qué iba a hacer yo en esa fiesta con mi maletita de mago y mis juegos con cuerdas? Era patético. Los niños más cuicos eran los más puntudos. Los otros, lo agradecían más. Era muy desmotivante, porque como son niños no podías decirles nada. Así que prefiero hacerle el quite a los niños y dedicarme a los shows de adultos, por el tipo de humor y magia que hago”.

-El poco cariño hacia los niños, ¿no cambió con la llegada de tu hija?
“Mi hija es a la única que soporto. El resto, no. Las guaguas no me provocan mucho. Los llantos me cargan.  No soy muy amigo de los niños. A la Fernanda le encanta hacer muchas cosas. Toca música conmigo,  va a clases de ballet, de guitarra… Por eso nos alegramos tanto cuando le va bien en el colegio. Ella es muy creativa, y con las cosas cuadradas y obligadas, prefiere no poner mucha atención”.

-¿Y tú?
“Yo soy igual, por eso la entendemos”.

-¿Cómo terminaste estudiando Derecho, entonces?
“Lo que pasa es que a mí me gusta el humor y me apasiona estudiarlo, crearlo y hacerlo en un escenario. Pero en mi vida normal no soy un payaso, ni muy entretenido. Y Derecho, de todas las carreras que existen, es la única que me sigue gustando. Creo que sirvo para ser abogado. Después que termine, tengo pensado estudiar Ciencias Políticas. Pero como, generalmente, nunca hago las cosas a largo plazo, probablemente ejerza, probablemente no. Por ahora, Derecho lo congelé hasta agosto”.

-¿No te proyectas en lo que estás haciendo en TV?
“No me proyecto en nada. Me aburro de las cosas muy rápido. Probablemente me voy a aburrir de ser comediante y mago y me voy a dedicar a la música o vuelva a la carrera. Todo depende de cómo vaya mi vida y de que no me aburra. Soy apasionado de todo”.

-¿Será fácil olvidarse de las luces y las cámaras?
“No sé, al menos yo no me he quedado pegado con eso. La televisión es entretenida, un buen trabajo, pero eso no quita que después haga otra actividad. Me encantaría hacer guiones y si eso significa salir de la televisión, la raja. Tengo otros sueños, como tocar en una banda de metal y hacer un concierto, y probablemente de eso también me aburra un día. Por eso intento hacer varias cosas; magia, humor…”.

-Trabajando en un programa de farándula,  debe haber mucho material para hacer humor, ¿o no?
“La tele da mucho material; es un mundo rarísimo. Hay mucho ego, que se ve claro cuando en los paneles, se pelean por hablar. Es entretenido. Yo lo paso súper bien en el mundo de la tele, a veces. Otras veces me aburro. Pero sí, de todo ese mundo, el de la farándula da material inagotable de hueveo. Siempre hay algún ebrio que chocó, algún tipo que encontraron con marihuana, un famoso que se metió con una famosa y que estaba pololeando con otra famosa; está en desarrollo siempre como la política, que es impresionante”.

-¿Por qué tanto?
“Porque a Luis Slimming, mi libretista - todas las rutinas que he hecho en televisión, las hemos hecho juntos-, y a mí nos la hacen muy fácil. La clase política chilena está súper desgastada, a más no poder. Todas sus ideas, todos los personajes y todos los partidos están gastados y, por lo mismo, todas las cosas que hacen, salen mal. Por eso es muy fácil sacar material de bullying ahí. Diferente es con las nuevas generaciones de políticos o los jóvenes que salen ahora. Uno percibe ahí ideas más comprometidas y es más difícil agarrarlos para el hueveo. Pero la clase política antigua ya está off, y entrega un constante material de burla”.

-¿Algún ejemplo?
“Las ideas de (Joaquín) Lavín, sin ir más lejos. Es un ejemplo de cómo alguien es un chiste en sí mismo. Basta pensar en su recetario de dos lucas y así, para atrás tenemos varias. También están las salidas de madre de (Sebastián) Piñera, los pasos erráticos de (Michelle) Bachelet, desde que salió de la ONU, son dignos de burla. A eso se suman todas las leyes que duermen en el Congreso, o todas las cosas que se aprueban porque hay un interés político detrás. Eso está pasando todos los días, más que la farándula, y hay que decir algo al respecto”.

-¿Tú, qué quieres decir?
“Que la educación debe ser gratuita, que la salud no debería ser un negocio, que Santiago no es Chile… Eso recuerdo, por ahora. Tengo un crédito Corfo y debo más plata que la cresta, pero ahí lo estoy pagando, poco a poco. Es terrible, pero no es como otros tipos que deben 30 palos.
“Está la cagada por todos lados, aunque nos quieran decir que no. Por eso se necesita una Asamblea Constituyente, cambios en los partidos, nuevas ideas y nuevos políticos”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Podría estar todo el día hablando de mis vicios. Soy fanático del cine gore, ese con mucha sangre y tripas volando y también me gustan mucho los gremlins. Antes me daban miedo, porque cuando vi la película, estaba solo en mi pieza, mientras mi mamá estaba bañando a mi hermana en el baño del lado. De repente, entró un ratón súper grande y yo creí que era un gremlin, fue terrible. Me subí arriba de mi cama a gritar; estaba desesperado”.

-Pero el trauma lo transformaste en gusto…
“Sí. Igual crecí creyendo que de verdad existen los mogwai (gremlins), así que siempre quise tener uno. Ahora la Cata y mi hija me regalaron para el Día del Padre un gremlin y una entrada para el concierto de Iron Maiden. Es que la música metal me gusta mucho también. Bueno, igual que ver la UFC, Todo Vale. De hecho, me operé por lo mismo, porque quiero hacer Todo Vale ahora, y dedicarme a las luchas”.

 -¿Es una broma?
“(Llama a Catalina) ¡Amor! ¿Sí o no que quiero hacer Todo Vale?”
C: (Se asoma desde la cocina) ¡Ay, sí! Lo que pasa es que con la hernia no podía hacer fuerza. Pero ahora ya podría”.

-¿Y tú lo dejas?
C: “Sí poh, si él quiere, ¿qué voy a hacer? Le tengo que decir que sí no más”.

Eduardo asiente con su cabeza, muy tranquilo -aunque ilusionado-, apoyándose en el mango de su bastón.

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