NUEVA YORK.- Un nuevo estudio sugiere que los niños que son castigados con empujones, forcejeos y golpes serían más propensos a ser obesos y tener otras enfermedades cuando crecen.
"Este estudio se suma a una creciente área de investigación en la que todos tienen hallazgos consistentes que coinciden en que el castigo físico está asociado a resultados negativos para la salud mental y, ahora, física", dijo la autora principal, Tracie Afifi, de la Universidad de Manitoba, Winnipeg, Canadá.
En el 2012, ella y sus colegas publicaron hallazgos que asociaban los golpes y las bofetadas durante la niñez a un aumento del riesgo de padecer depresión y ansiedad durante el crecimiento.
En el reporte actual, el equipo volvió a analizar los datos que los encuestadores del Censo de Estados Unidos reunieron en el 2004 y el 2005 entre más de 34.000 adultos del país.
A los participantes se les preguntó si sus padres u otros adultos del hogar les habían dado una bofetada o los habían empujado, tomado de un brazo o golpeado como forma de castigo cuando eran niños.
Además, informaron su actual situación de salud. Unas 1.300 personas dijeron que habían sufrido castigos físicos "a veces", sin abuso físico o emocional más extremo.
Al compararlos con los participantes que no habían recibido ese tipo de castigo, los primeros eran más propensos a padecer por lo menos una enfermedad crónica diagnosticada.
Los integrantes del grupo eran específicamente un 25 por ciento más propensos a tener artritis y un 28 por ciento más propensos a tener enfermedades cardiovasculares, aunque el segundo hallazgo podría atribuirse al azar, según sostuvo el equipo en la edición del lunes de la revista Pediatrics.
Además, el grupo que había recibido castigos físicos en la niñez tenía un mayor porcentaje de obesos, con un 31 por ciento frente a un 26 por ciento entre quienes no tienen antecedentes de castigo físico. No todo niño que recibe una bofetada o un empujón desarrollará trastornos mentales o físicos, aclaró Afifi.
Pero explicó que el dolor y la inflamación que causa el castigo físico y las respuestas psicológicas y conductuales al castigo podrían llevar a problemas de largo plazo en algunos niños.
"Cambios en el sueño, conductas de mayor riesgo, la función inmunológica y la regulación de las hormonas del estrés que resultan de la exposición al estrés crónico o intenso serían factores importantes", comentó por correo electrónico Michele Knox, psiquiatra especializada en violencia familiar y juvenil de la Facultad de Medicina de la Universidad de Toledo.
"No es el método de disciplina más seguro", agregó Afifi. "Tu hijo podría quedar bien después, pero quizás no", agregó. Knox, que no participó del estudio, recomendó que los médicos conversen con los padres sobre los métodos de disciplina alternativos, no físicos.