“Por mucho tiempo, y no quisiera decir cuándo o por cuántos años duró, elegí vivir quizás de la forma más insubordinada de nuestros tiempos; no tuve vida sexual”, comienza escribiendo Sophie Fontanela, en su especie de memoria-novela-ensayo: “The Art of Sleeping Alone”.
Esta mujer francesa, que se desempeñó por años como editora de “Elle”, vendió 150 mil copias de su más reciente libro pasadas apenas unas semanas desde su lanzamiento. Tal fue el éxito, que su obra está pronta a ser traducida al inglés –aún no hay información de que aparezca en español-, por lo que se ha de dedicado en las últimas semanas a dar cuanta entrevista pueda a la prensa británica y estadounidense.
“Francamente, pasé los primeros 10 años de mi vida adulta, con un sexo decepcionante”, dijo la autora al
The Telegraph, para explicar por qué tomó la decisión de abrazar por un tiempo el celibato, por más que su entorno –inserto en la cultura occidental- pareciera excesivamente sexualizado. Según declaró,
las mujeres no debieran jamás bajar sus estándares en cuanto a sus expectativas amorosas y sexuales; y por esto, más vale no tener sexo, que tener mal sexo.
Teniendo una exitosa carrera en el mundo de la moda, Fontanela creía tenerlo todo, incluyendo citas fugases intercaladas con relaciones más duraderas. Recordando una de estas últimas, comentó: “(Él) me despertaba a las 4.30 am o 5 para hacer el amor, noche tras noche, y no le importaba que yo no pudiera volver a dormir después. Siempre estaba agotada (…) Sin embargo, si yo tenía que levantarme por la noche para buscar un vaso de agua y lo despertaba, las recriminaciones no acababan”.
Tenía 27 años y un pololo que ponía sus manos al fuego creyendo que la vida sexual que tenía con Fontanela iba viento en popa. Pero la verdad era otra. “Era mecánica, incluso cuando fue placentera”, comentó la autora, quien entonces, decidió tomarse unas buenas vacaciones en un centro de esquí, para distraerse sola.
“¡Dormir sola en una cama grande! ¡Esquiar sola, a mi propio ritmo! No te puedes imaginar lo feliz que estaba”, le dijo Fontanela a una periodista, para graficar el momento en que se le ocurrió que, tal vez, sería buena idea dejar de tener vida sexual por un tiempo, después de años de relaciones que parecían regirse solo por lo que, entre comillas, se supone que debería ser.
Los 12 meses sabáticos que proyectó inicialmente, se transformaron en 12 años, hasta que cumplió 39.
“Durante los 12 años que no tuve sexo, aprendí mucho; sobre mi cuerpo, el papel del arte en el erotismo, el poder de los sueños (…) Que puedo disfrutar más viendo a Robert Redford lavándole el pelo a Meryl Streep en ‘Out of Africa’, que estando en la cama con un hombre”, escribió Fontanela al
New York Times.
Eso sí, al comienzo de su periplo, confesó haber mentido sobre su decisión y, en cambio, inventó uno que otro amante para evitar las incómodas críticas de sus amistades, que podrían decirle que era frígida, anormal y una loca conservadora.“¿Estás soltera, casada, comprometida, en algo ‘complicado’? ¿Eres heterosexual o lesbiana? Todas estas categorías sugieren alguna actividad sexual, que de alguna manera nos tranquiliza (…) Pero no creo que esa sea nuestra realidad ni ritmo. No somos máquinas. Nada es tan ordenado en nuestra vida sexual (…) No hacemos el amor de forma tan simple, tal como nos jactamos, y cuando lo estamos haciendo, no siempre es agradable”, reflexionó acerca del alarde de muchos y la vergüenza de otros, al admitir que en realidad, están solos.
Según Fontanela, que afirma estar actualmente emparejada, detener por un período la vida sexual es algo “necesario”. “A veces es lo que tu alma y tu cuerpo necesitan”, escribió, sobre de la manera que ella encontró para devolver el verdadero deseo a su vida.
“Créanme, cuando el cuerpo realmente quiere (sentir) la piel de otra persona, sabe perfectamente cómo comportarse. Mirarás a alguien a los ojos, y la naturaleza se hará cargo. No importa cuán viejo seas. No importan las arrugas ni las normas”.