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Madre pide perdón a sus hijas por vivir apurada

Educadora hizo la promesa de no pronunciar nunca más la palabra apúrate y dice que hoy disfruta la vida.

16 de Agosto de 2013 | 14:38 | Emol
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Es educadora, pero un día se dio cuenta que estaba haciendo las cosas mal con sus hijas. Rachel Macy Stafford, madre de dos pequeñas, se sorprendió apurándolas para que se subieran al mismo ritmo de vida de ella y colapsó.

En una columna en The Huffington Post describió detalladamente la vida acelerada que lleva y a la cual estaba empujando a sus hijas, especialmente a la más pequeña. Y a reglón seguido les pidió perdón desde lo profundo de su corazón y se comprometió a no empujarlas más.

Rachel relata en su texto, que viene a ser una suerte de carta abierta, que ha vivido ocupada porque “cada minuto cuenta”.

En esa filosofía vivía haciendo check list e inventando tiempo para todos los pendientes que parece nunca disminuían. Así transcurrió su vida durante dos años; “mis pensamientos y acciones estaban controlados por notificaciones electrónicas, alarmas y agendas cuidadosamente planificadas”, cuenta.

Pero todo colapsó en el momento que su hija menor comenzó a abrirle los ojos.

Rachel describe a su pequeña de años como una “niña relajada y descuidada” que se da tiempo para oler las flores. Por lo mismo, vivía apurándola, diciéndole que hiciera las cosas rápido, que tenían que salir en 5 minutos y la calma de la pequeña la exasperaba.

"Cuando tenía una agenda llena que comenzaba a las 6 am… ella pedía que le revolviera un poco más los huevos para el desayuno”, explica.

En su atareada vida las frase que más usaba eran: “¡Apuúrate, estamos atrasados!” y agrega que la pronunciaba, quizás, más que la palabra “te amo”.

Todo iba a alta velocidad, hasta que un día la más pequeña, ante la orden de apurarse, simplemente se detuvo y cruzó sus brazos, dejando escapar un suspiro de infinita lata.

Y entonces, Rachel cayó en la cuenta de lo que pasaba. “Me había convertido en una mandona que empujaba y presionaba a una pequeña niña que sólo quería disfrutar la vida. Mis ojos se abrieron. Pude ver con claridad el daño que mi existencia apresurada había hecho en mis dos hijas”, dice.

En su columna de disculpas hace una serie de promesas a sus retoños: ser más paciente, eliminar la palabra apúrate de su vocabulario, aceptar llegar tarde a algunas partes. Y sobre todo, dejar que su hija le marcara el paso.

“Ya no diré “no tengo tiempo para esto”, porque es básicamente decir “no tengo tiempo para la vida”. Hacer una pausa para disfrutar las cosas simples que nos ofrece la vida diaria es la única forma de vivir realmente”, concluye.

Rachel asegura que hoy, tras 3 años de haber retirado su pie del acelerador, es una experta en disfrutar la vida.
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