Categóricamente no es prostitución. No, es explotación sexual de menores y Denisse Araya pide que eso quede muy claro.
Sí, porque muchos tienden a pensar que los adolescentes que practican el mal llamado comercio sexual lo hacen por opción. “Y aquí no hay opción, ellos nunca pueden elegir”, afirma.
Educadora, licenciada en Ciencias Sociales, dirige la
ONG Raíces que, desde fines de los ´90, se dedicada a reparar a niños y adolescentes cuyos derechos y vida han sido vulnerados por la explotación sexual y cuyo origen fue un estudio sobre el embarazo adolescente.
En el camino han hecho múltiples estudios y han asesorado al Estado en la elaboración de políticas que pongan fin a este flagelo. Pero Denisse está desalentada porque aún no se dicta una ley de protección acorde, ni hay programas ad hoc, ni hay recursos suficientes destinados a esto.
La realidad de explotación sexual de menores en Chile es cruda. Ellas han detectado menores de sólo 5 años en la calle vinculados a este comercio, aunque la media es 12 a 13 años. En el año 2004, un estudio realizado por varias instituciones proyectó que eran a lo menos 3.800 niños los que estaban siendo explotados… hoy la cifra puede estar triplicada.
“Esto no es prostitución, porque aquí no hay elección. El niño o la niña no dice de un día para otro ‘éste va a ser mi oficio’. Por una serie de circunstancias, el chico que cae en una situación de explotación sexual ha vivido todos los tipos de vulneración que uno se pueda imaginar; no le ha faltado ninguna, pero la que permanece es la sensación de desamor completo, donde no hay apego, seguridad afectiva”, dice.
-Dices que no es prostitución, pero, ¿en algún momento puede ser una opción seguir en ese camino?“No, no creo. Quizás cuando están más adultos y no ven otra posibilidad, a lo mejor siguen, pero dónde está la elección. Muchas mujeres trabajadoras sexuales adultas han empezado en la niñez por explotación y por eso, ellas son las primeras en ayudarnos a combatir este flagelo.
“Ellas mismas te dicen, ‘ojalá yo hubiera tenido la posibilidad de que alguien me rescatara’”.
-La primera investigación de ustedes se llamó “Hijas del desamor”. ¿Qué mostraba?“Que muchas de las chicas que vivían explotación sexual habían llegado a ello en lo que denominamos el caso de la ‘palomita blanca’, donde chicos de nivel socio económico más alto las llevaban de fin de semana a la playa y ellas no percibían que no se trataba de pasarlo bien, sino que de explotarlas. Ahora, con ese estudio nos dimos cuenta que este fenómeno era mucho más amplio que la simple palomita blanca, sino que había redes organizadas, nada de trasnacionales, no, ordinarias, rascas que llevaban este comercio”.
-Hablas de una media de 12 años, ¿este promedio ha disminuido, cada vez los chicos explotados son más prematuros?
“No podría afirmarlo. El año 2002 hicimos un plan piloto para el Sename donde nosotros íbamos a buscar a los chicos explotados, porque el Sename nos mandaba puros chicos abusados, que no es lo mismo. El chico abusado está asustado, se retrae, en cambio, una chica explotada pareciera que no le pasa nada, está absolutamente disociada porque si no se muere. Esto es igual que la tortura, separan la vivencias e incluso sienten que tienen el control de la situación”.
-¿Hombres y mujeres por igual?
“Siempre hay mayor número de mujeres, es una tendencia mundial y también nacional. El 80% son mujeres, pero el tema es que el hombre lo esconde más porque para él la situación es más vergonzosa ya que ellos se involucran en relaciones homosexuales. Para ellos es más complicado.
“Ahora, tanto niños como niñas tienden a esconder lo que viven porque se sienten absolutamente responsables de la situación. No se sienten víctimas y por eso, hay que insistir en esa palabra. Esta naturalizado en nuestra cultura y es tolerado ver niños explotados, aunque la gente diga ‘oh, no, hay que cuidar a los niños’. Está naturalizado porque detrás de esa afirmación está el comentario ‘bueno, por algo está ahí’ o ‘no era tan niñita’.
“Hay una cierta culpabilización del niño, y en ningún caso se ve que hay prostituyentes, que hay adultos en esto”.
-Hoy los adolescentes viven la sexualidad en forma prematura. ¿Eso ha generado algún cambio en este fenómeno?“Es verdad que la sexualidad hoy es más prematura, y también hay una mayor naturalización de esto; los medios de comunicación se encargan de ello con programas donde los niños están erotizados desde pequeños y eso también es una tendencia mundial. Pero es necesario precisar que no cualquier niño llega a una situación de explotación sexual; para que se llegue a ello tiene que haber vivido múltiples vulneraciones, es decir, haber sido abandonado desde recién nacido, haber sido abusado sexualmente en una primera etapa, ha vivido la soledad y se ha parentalizado, o sea, se han hecho cargo de los hermanos más pequeños. No se trata de satanizar a sus familias, porque ellas están en una situación de marginalidad, no pobreza, total”.
-Si es explotación, ¿hay dinero de por medio?“No, no siempre es un tema de ganancia, sino que también de obtención de satisfacción personal mediante un niño. Es decir, el cliente, al igual que adulto que maneja al niño también es un prostituyente”.
-¿En qué momento la explotación pasa a ser prostitución?“Por nuestros estudios podemos decir que hasta las mujeres adultas que se prostituyen sienten que ese comercio sexual es una explotación. Para mí no existe el trabajo sexual, es demasiado denigrante, demasiado violento. Aunque no haya conciencia en la víctima, siempre hay denigración del ser humano; ahora, Naciones Unidas deja claro que el comercio sexual con menores de 18 es explotación porque se trata de un niño”.
-¿Esta realidad ha ido en aumento a pesar del impacto de casos como Spiniak?
“No lo podría afirmar, pero sí tenemos claro que hay muchos factores de riesgo que inciden. Nuestra cultura insiste en decirnos que el tener es más importante que el ser, por lo que está la sensación de que todo es comprable, incluido tu propio cuerpo y ahí se da otra naturalización. Hay también mayor marginalidad, se ha perdido lo comunitario, donde en la población el vecino cuidaba al niño abandonado en la calle y hoy la comunidad está ausente”.
-¿La drogadicción está perpetuando esta realidad?“Sí, pero el tema es qué empezó primero, la drogadicción o la explotación. En esto hay muchos temas no resueltos”.
Denisse afirma que Chile está más atrasado que el resto de la región en esta materia y que la ley de protección que se está tramitando hoy y que divide las funciones del Sename no se hace cargo de este tema, sino que de los jóvenes delincuentes y de los niños abandonados. “No hay una ocupación real de este tema, no hay preocupación tampoco”.
-¿La explotación sexual de menores está considerando la trata de personas?“Sí, es una de sus expresiones y una de las más dañinas, porque aunque sea rasca su ambiente, el niño tiene una mínima red de apoyo entre sus pares, pero si lo trasladas a otro lugar ya ni si quiera eso tiene. Ahí se da un proceso de desolación que es muy violento.
“Nosotros, en un estudio exploratorio el 2007 detectamos 52 casos de trata de niños con fines de explotación sexual en sólo tres regiones. Esto no es un dato menor”.
-¿Qué puedes decir de quienes los explotan?“El prostituyente cree que es una ayuda de los niños y al contrario de lo que se piensa no son unos brutos, son unos seductores de tomo y lomo. Muchos proxenetas cuidan a sus chicos, los llevan al médico, toman medidas anticonceptivas para que no se embaracen, lo que no implica que se use condón.
“Por otro lado, es más importante dejar claro que el prostituyente-cliente no es, por lo general, un tipo de 60 años, no, son jóvenes de 30 que ven esto en forma natural y ojo, no son pedófilos. El pedófilo busca niños pre púberes, en cambio el cliente natural busca a una menor que tenga el cuerpo de una mujer y de paso, los amigos lo aplauden. Esta naturalización es un crimen”.
-¿Se dan muchos abortos en estas niñas?“No tenemos cifras, pero si podemos afirmar que hay muchas ETS, donde las principales son condilomas, sífilis, hepatitis B y VIH en algunos casos. Contrario a lo que se piensa hay muchos abortos espontáneos, porque sus cuerpos a los 13, 14 años no están preparados. Abortos forzados es raro”.
-¿Qué desafíos impone la reparación de estos niños?“Es muy difícil, pero no imposible y no hablamos de rehabilitación, sino de reparación de un daño que no se puede borrar. Esto debe pasar por la toma de conciencia del niño de lo que vive; el primer paso es que el niño reconozca que es una víctima lo que implica un proceso largo. Ellos han sobrevivido porque se han disociado afectivamente y darse cuenta de lo que pasó, los derrumba. Ver lo que han vivido les da asco, se horrorizan, y muchos se agreden; hacer conciencia de que el proxeneta que los cuidaba era realmente su enemigo es un mazazo.
“Si el niño pasa ese umbral, en un proceso que dura más de tres años, nunca vuelve a la calle”.