“Soy una niña. Soy amigable, inteligente, curiosa, valiente, saludable, sincera, esforzada, única y creativa. Soy hermosa tal como soy”, se lee en uno de los carteles que desde este mes repletan las calles, paraderos, cabinas telefónicas y estaciones de metro de Nueva York.
La intención del equipo del alcalde Mike Bloomberg, es enfocar su mensaje a niñas de entre 7 y 12 años, con el fin de reforzar su autoestima, de modo que entren a la adolescencia –la etapa en que se presentan mayores problemas asociados a desórdenes alimenticios y disconformidad con el físico- con una idea más clara de lo que valen, sin comparaciones con prototipos de belleza.
Las cifras en las que se basa esta campaña, llamada "
NYC Girls Project" y para la que se han destinado nada menos que US$330 mil de presupuesto, son algo alarmantes: El 85% de las niñas de 10 años cree que está gorda, y a partir de esa edad, desde el 40 al 70% de ellas está insatisfecha con una o más partes de su cuerpo, empeorando dramáticamente este sentimiento entre los 12 y los 15, y no mejorando hasta los 20, en muchos casos.
“Niñas de solo siete años ya se están sometiendo a cirugías porque las molestan por su apariencia (y) y niñas en el mismo rango de edad ya se están comprando Spanx (
faja reductora usada hasta por celebridades)”, aseguró al New York Times la directora del proyecto neoyorquino y secretaria de prensa del alcalde, Samantha Levine.
En los últimos meses de mandato, la administración del alcalde Bloomberg decidió ser un poco más clara en el mensaje de su campaña, con frases positivas, para evitar de esta manera polémicas como la ocurrida en otra de las
iniciativas de la alcaldía, para disminuir la cifra de embarazos adolescentes.
En esa oportunidad el servicio de salud público de Nueva York puso propaganda en la que varios bebés supuestamente les comentaban a sus madres menores de edad que sus probabilidades de terminar el colegio eran bajas, o que el 90% de los padres adolescentes no se terminan casando.
Esta vez, se decidió poner como modelos a niñas de distintas razas, edades y contexturas; algunas con lentes y otras con frenillos, según Levine, para que las menores que las vieran se identificaran con ellas, y el lema de “soy hermosa”.
Pero es precisamente el eslogan de la campaña el que ha llenado de dudas a algunos comentaristas, acerca de la efectividad del proyecto para el que Nueva York ha destinado tantos recursos.
En
Slate.com, por ejemplo, se preguntan si la palabra “hermosa” no viene a echar por la borda la intención de la alcaldía, de que las niñas se sientan valiosas por su carácter y habilidades, en vez de por su apariencia, y sobre todo, por el look difundido en medios y en la publicidad.
“Hemos gastado un montón de tiempo y energía en reivindicar la palabra ‘hermosa’ para las mujeres en todas partes (…) (Pero) hablamos de manera confusa sobre la belleza interior, cuando a lo que realmente nos referimos es a la fuerza, entusiasmo o compasión (…) La sociedad siempre nos dará una bofetada con una apariencia arbitraria, basada en estándares (…) Solo empeoramos el problema pretendiendo que eso no sucede. Para algunas niñas, el eslogan ‘soy hermosa tal cual soy’ es una mentira”, alega Katy Waldman en su columna.
Por su parte, en
Time Magazine, critican que el proyecto de Bloomberg es insuficiente ante el bombardeo de “jóvenes actrices sexys y mujeres retocadas en los anuncios publicitarios”.
“¿Y qué pasa con los niños? Aunque no solemos pensar en ellos como personas susceptibles a problemas con su imagen corporal, tanto como las niñas, ellos tienen sus propios conflictos sicológicos provocados por la cultura popular: la necesidad de verse muy masculinos, musculosos, promiscuos, ricos, etcétera. Los trastornos alimenticios en los hombres van en aumento, al igual que las sustancias peligrosas (que se usan) para aumentar la musculatura”, escribió Eliana Dockterman.