Es un camino, basado en la meditación, que gana cada vez más adeptos, pero que sus promotores se apuran en decir que no es un Ravotril, Viagra o Ritalín que solucionará determinados problemas de la vida de cada uno.
No, el mindfulness es algo mucho más profundo que algunos describen como un estilo de vida en el cual cada uno trabaja por vivir en un estado de conciencia plena.
La psicóloga y terapeuta Bárbara Porter, realiza desde hace algún tiempo talleres de manejo del estrés basados en esta práctica descrita por primera vez en 1992 por un profesor universitario y practicante de yoga llamado Jon Kabat-Zinn y que durante estos años ha demostrado ser eficaz incluso en el tratamiento complementario de diversas enfermedades.
A partir de su experiencia, acaba de lanzar junto a Magdalena Andrade el libro “La vida es ahora” en el cual profundizan sobre los beneficios del mindfulness en el día a día. Según señalan, el mindfulness es un llamado a conectarse con lo más inmediato y esencial de la vida y así evitar que la vida nos pase sin que tengamos conciencia de ello. Es una invitación a detenerse, dicen, en medio del caos, a abrir los ojos y aprender a vivir en plenitud.
“Tiene muchas definiciones, pero la que más me gusta a mí es darse cuenta del momento presente con aceptación”, dice Bárbara y profundiza: darse cuenta parece algo simple, pero de verdad es algo bastante poco habitual.
“Estamos viviendo como en piloto automático, nuestro cuerpo está separado de la mente porque siempre estamos en mil cosas, pensando y haciendo y la práctica del mindfulness implica ciertos ejercicios concretos que nos ayudan a darnos cuenta qué es lo que pasa en este momento concreto”, agrega.
-¿O sea, es una práctica permanente que se desarrolla las 24 horas del día y no 10 minutos en la mañana?
“El mindfulness es tanto la práctica que te lleva a ese estado de conciencia, pero también incluye ciertas prácticas formales que se deben hacer en el día y que implican 20, 30 o 40 minutos”.
-¿Se puede definir como un estilo de vida?
“Es un estilo de vida que se cultiva con ciertas prácticas concretas y que te llevan a traer tu mente al cuerpo como la meditación, yoga o prácticas de otras tradiciones. Durante muchos momentos del día estamos en otra, podemos estar comiéndonos un sándwich frente al computador y no nos damos cuenta que se nos acabó o nunca le sentimos el sabor, es decir, estamos completamente disociados y lo peor de esto es que además quedamos con hambre porque no estábamos presentes para comernos el sándwich.
“Estas prácticas formales ayudan a ejercitar nuestro músculo de la mente para volver al momento presente y de hecho, la gente que lo utiliza queda satisfecha con mucha menos cantidad de comida porque están atentos”.
Bárbara explica que esto que parece algo tan pedestre se vive también en las relaciones interpersonales, con los hijos, con la pareja, a los cuales probablemente no les ponemos atención cuando estamos con ellos y se puede generar un cambio. “Muchas veces no estamos atentos al otro y eso lleva a desencuentros”.
-En lo que se refiere a la práctica formal, ¿esto es una técnica de meditación tradicional como sentarnos en posición de loto o se diferencia?
“Dentro de las prácticas de meditación existen de distintos tipos; las que utilizan mantras son técnicas de concentración en algún sonido como el ‘om’, y la del mindfulness se centra en la respiración del cuerpo y también en todo lo que emerge del momento presente. El mindfulness se puede practicar acostados, sentados en una silla y no requiere nada extra como la música o el incienso. Se puede hacer en la oficina porque en el fondo esto se trata de traer la mente al cuerpo”.
-¿El mindfulness es más efectivo que otras técnicas de meditación?
“No sé si más efectivas, pero desarrolla ciertas cualidades que no desarrollan otras. La neurociencia se ha puesto a investigar todas estas prácticas y se ha visto que desarrollan distintas partes del cerebro; en particular, los estudios muestran que el mindfulness ayuda a la autorregulación emocional, lo que no significa controlar las emociones o eliminarlas. No dejaremos de sentir tristeza, frustración o dolor, pero lo podremos manejar de una manera distinta para que no agregue más sufrimiento sobre lo que estás viviendo.
“También se ha visto que mejora la capacidad de atención y la calidad de vida, especialmente en aquellas personas que viven con mucho dolor enfermedades; hay un relato además con el sistema inmunológico por lo que se usa en pacientes con cáncer y Sida”.
-Algunos ven esto sólo como una técnica para manejar el estrés. ¿Esa sería una visión limitada?
“Sin duda, porque esta práctica no es una técnica, es un estilo de vida que incluye todo. No es como una aspirina que me tomo para el dolor de cabeza, no es un Ratrovil ni tampoco un Viagra. Probablemente si se practica la vida sexual puede mejorar, pero porque se está más presente en la relación de pareja, hay mayor intimidad. Insisto, es no estar ausente”.
-Pero vivir consciente ayuda a no estar alienados en la vida.
“Lo que yo he observado es que practicarlo ayuda a vivir la vida de una manera distinta. No se necesita irse a un monte a meditar o abandonarlo todo para poder estar en un estado distinto de conciencia; no se trata de eso. Se trata de vivir la vida tal cual está en el presente, con una enfermedad, recién separado, cesante y lograr lidiar con todo eso de una manera más amable, sin añadir sufrimiento innecesariamente. Cuando nos pasa algo doloroso mucho tiene que ver con los pensamientos que tenemos como ‘esto no debería estar pasando’ cosa que lo único que hace es aumentar nuestro sufrimiento. El mindfulness ayuda a diferenciar dolor de sufrimiento. Una maestra ha dicho “el dolor existe, pero el sufrimiento es opcional” y es bueno tener claro que nadie ni ninguna práctica de meditación te evitará el dolor, porque somos seres humanos, pero podemos dejar de añadir sufrimiento”.
-Ustedes hacen un llamado de atención frente a talleres que postulan usar el mindfulness para ser más eficientes en el trabajo o no tener estrés académico en el caso de los niños. ¿Se puede usar con objetivos concretos?
“Nosotros hacemos advertencia porque el mindfulness no es una técnica que se aplica para lograr ciertos objetivos, como estamos acostumbrados. Puede ser una consecuencia, pero no es el objetivo y si alguien me lo plantea para sus empleados, le diría probablemente que está buscando en el lugar equivocado.
“El mindfulness se ancla en la conciencia y probablemente uno se da cuenta de cosas que no observaba o estaban ocultas y pueden llevar a querer cambiar situaciones, por ejemplo, si las encontramos injustas. No es algo para mantener el statu quo”.
Bárbara insiste en hay que tener claro que se puede tener una intención concreta cuando iniciamos el camino del mindfulness como puede ser manejar el dolor, pero advierte: “esto no puede ser tomado como un objeto de consumo más. Que en vez de Ritalín le damos mindfulness a un hijo; eso es hacer más de lo mismo, buscar una solución rápida y que se ajuste a lo que pensamos de la vida. Eso es un despropósito”.
-¿Por qué el mindfulness no entraría en colisión con ninguna religión?
“El mindfulness nace de la meditación budista, pero no se necesita ni ser budista ni otra cosa para practicarlo. Hay sacerdotes católicos que lo practican porque lo que hace es invitarte a reconocer lo más esencial de tu vida que es que estás presente, aquí, respirando, algo común con todas las religiones. En el catolicismo está la oración, pero esto no es excluyente”.
-¿No tiene nada de esotérico?
“Soy particularmente muy escéptica, son bien científica y el mindfulness es algo totalmente inmanente, real. No se sienten energías especiales, ni se ven auras, no tiene nada de metafísico”.