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Escritor en extremo vanidoso asume que es imposible no envejecer

Acostumbrado a teñir su cabello, someterse a cirugías e incluso darse baños de hielo, Steven Petrow decidió poner fin a su infructuosa lucha contra el paso del tiempo.

29 de Noviembre de 2013 | 14:56 | Emol
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"Hoguera de mi vanidad". Así se titula la columna que el 21 de noviembre pasado Steven Petrow publicó en la sección "Mi historia" de "The New York Times" y que está acompañada de una ilustración en la que aparece un hombre bronceado, sentado en una silla de peluquería y con su cabello envuelto en cinta donde se lee "escena del crimen" simulando ser una toalla.

Petrow es escritor y periodista, tiene 56 años y se autodefine como un hombre vanidoso. La descripción que hace sobre sí mismo es la siguiente:

"He trabajado duro para mantener mi vigor juvenil: hago yoga, tomo baños de hielo, uso protector solar e incluso he tomado café con mantequilla (que se dice mejora el pensamiento cognitivo). Luego, por supuesto, está mi persistente inmadurez, vistiendo ajustados jeans de color neón, riendo a carcajadas y burlándome sin piedad de mis amigos".

Asimismo, reconoció que se ha sometido "estratégicamente" al bisturí y ha asistido periódicamente a la peluquería, todo con un claro objetivo: camuflar su edad. "Nunca he mentido exactamente sobre mi edad, aunque en los últimos años me las he arreglado para eludir el tema", sostuvo.

De esta manera, confesó que siguiendo el consejo que una colega alguna vez le dio de que "los hombres no envejecen, sino que se vuelven más rubios", por años regularmente visitó la peluquería para hacerse reflejos, "añadiendo tres tonos diferentes para imitar mi color verdadero y eliminar la infestación gradual del gris".

Y cuando cumplió los 50, hizo una cita con el cirujano plástico para que le operara el párpado inferior y eliminar así las bolsas que se le formaban debajo de sus ojos azules.

"Cuando mi rostro estaba completamente curado (se demoró al menos un año), me sentí bien con los resultados. Me hacían exactamente los mismos comentarios que prometía el aviso: '¡Te ves tan relajado!' y '¿adelgazaste?', contó. También confió en que su cambio físico lo ayudaría en su trabajo, donde era el tercer empleado de más edad entre 500. "Con gente joven reemplazando constantemente a los veteranos, el procedimiento parecía ser sólo otra manera de mantenerme en la cima del juego", estimó.

Una mala decisión

Sin embargo, su infructuosa lucha contra el paso de tiempo comenzó a acercarse a su fin luego de una mala experiencia con un nuevo peluquero. Acudió a él para cortarse el cabello, pero cometió el error garrafal de comentarle que grabaría unos videos para promocionar su último libro.

"Con bastante indiferencia me ofreció un tratamiento natural que eliminaría entre un cuarto y un tercio de mis canas. 'Nadie lo notará', dijo. 'Y es semipermanente', así que en caso de que lo odiara, se desvanecería pronto", relató. Así que accedió y 30 minutos después pudo ver el resultado.

"Mi 'rubio miel' no era lo que esperaba (…) Manejé con cuidado de regreso a mi casa e hice lo posible por no mirarme en el espejo retrovisor", recordó. Una vez en la privacidad de su hogar, se lavó una y otra vez el cabello para sacarse el color, pero no tuvo éxito. Por eso, al día siguiente volvió donde el peluquero para que lo arreglara. Le aplicó un nuevo tratamiento químico, pero el resultado fue aún peor. "¡Mi cabello estaba gris en los costados y blanco en la parte superior!", contó.

Steven decidió entonces acudir a una especialista en corrección del color en la Quinta Avenida, quien le devolvió el tono "normal" a su cabello a cambio de 400 dólares. Aunque reconoce que hizo un buen trabajo, él sabía que su pelo no era el de siempre y evitó mirarse al espejo durante los tres meses siguientes.

Sin embargo, el amargo episodio que vivió con su cabello no frenó a Petrow en sus intentos por detener el envejecimiento y así barajó la posibilidad de inyectarse alguna sustancia para disimular las arrugas de sus mejillas. Se lo comentó a una amiga esteticista y ésta le dio un sabio consejo: "Acepta tu auténtico yo. Eres hermoso". Un comentario que le hizo cambiar radicalmente su perspectiva.

"Sospecho que siempre voy a dudar sobre mi auto-aceptación. Pero por ahora llamo a una tregua a mis esfuerzos superficiales" por lograr la eterna juventud, sostuvo al final de su columna. Asimismo, Steven agradeció a todos quienes se comunicaron con él luego de que en agosto su anuncio de matrimonio hiciera pública su edad, asegurándole que no la aparentaba. "Permítanme contestarles correctamente: Así es como se ven los 56", les dijo.
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