"Fue un incidente trágico, pero esta época del año puede ser muy estresante para mucha gente", aseguró esta semana el vocero de un centro comercial chino. En el edificio, cientos de personas vieron espantados, cómo un hombre de 35 años, después de cinco horas de compras con su polola y pelear porque ésta quería entrar a más tiendas,
decidió lanzarse de uno de los pisos del mall.
Siendo una medida tan drástica la tomada por este hombre, refleja en extremo el grado de estrés que alguien puede llegar a vivir en medio del gentío, el consumo y el ambiente de fin de año.
A eso se le suman las largas filas para llegar hasta las cajas, extenuantes búsquedas por un estacionamiento libre y el aumento de los precios de los regalos, que en su conjunto, según el neuropsicólogo del Reino Unido,
David Lewis, estarían provocando que hoy en día las compras navideñas desencadenen temores primarios, gatillando la agresividad y los mecanismos de respuesta naturales de supervivencia, como los de lucha o huida.
“La alegría de las fiestas da paso con demasiada facilidad al estrés de las compras de temporada”, afirmó Lewis al
The Telegraph.
El neuropsicólogo, director de
Mindlab International -organización que estudia la relación entre el comportamiento cerebral humano con el marketing-, agregó que “la presencia de otras personas (durante las compras) es un factor importante”, para comprender por qué el cuerpo humano reacciona así, representando el resto, si son extraños, una amenaza.
“Puedes comenzar a ver personas que caminan más lento que tú, como la gente mayor, como si fueran un enemigo. Y esto conduce a la ira durante las compras”, añadió. Asimismo, Lewis aclaró que esta “amenaza” se ve estimulada por los sentimientos de agotamiento y ansiedad que provocan las largas colas y la inexistencia de estacionamientos, junto con la culpabilidad e ineptitud, que podrían surgir al no encontrar los regalos deseados.
“El ritmo cardiaco comienza a subir, a medida que tratas de caminar entre la multitud. Entonces, aumentará la transpiración y podrías comenzar a producir más cortisol, la hormona del estrés”. Y sería precisamente esto lo que desencadenaría el comportamiento agresivo o también, las ganas de escapar para alejarse del angustiante ambiente.
“La gente podría abandonar un carro (de supermercado) lleno porque no pueden quedarse en la tienda por un momento más”, señaló, explicando que todo este proceso afectaría aún más a la gente de provincia, dado el contraste entre sus ambientes comunes y el que podrían encontrar, por ejemplo, al llegar a la capital para hacer sus compras de Navidad.
Para evitar todo este conflicto de angustia navideña, Lewis recomendó hacer una lista de las cosas, y mantenerse firme ante las tentaciones que las tiendas, de forma premeditada, ofrecen a mitad del pasillo, haciendo que al final se gaste más dinero del que se tenía presupuestado.
Otro dato importante es no comprar cuando se tiene hambre. “Se ha comprobado que cuando tienes hambre y vas de compras, terminas adquiriendo mucho más (de lo que necesitas)”.
En tercer lugar, Lewis recomienda meditar mucho antes de hacer una compra cara. ¿Realmente el artículo vale su precio? Antes de decidir si sí o no, date una vuelta por la tienda mientras lo piensas.
Por último, el neuropsicólogo hace un llamado para comprender la diferencia entre “hacer las compras” e “ir de compras”. “Hacer las compras es una tarea. Es comprar productos como la arena para el gato, el papel higiénico y es poco probable que sea algo estimulante. Yo sugiero disminuir el estrés, haciendo todas estas compras por internet”.
“No obstante, ir de compras puede resultar muy agradable. Si no tienes algo específico en mente (para comprar), puedes vitrinear y disfrutar del ambiente navideño, como si fuera un villancico”, aseguró.
