Naschla Aburman: La pingüina que aprendió la ‘lección’: no ceder a la primera
La nueva presidenta de la Feuc tiene clara la película: ya no creen en titulares y adelanta que el período que se inicia va a ser muy duro. “No hay tiempo para lunas de miel”, advierte.
24 de Diciembre de 2013 | 11:13 | Por María José Errázuriz L.
En todas las oficinas de la Feuc, ubicada en la casa central de la UC, hay una foto que muestra el momento en que los dirigentes estudiantiles junto a la ex ministra de Educación Yasna Provoste y los presidentes de partidos, firmaron el acuerdo educacional de noviembre de 2007 que puso fin a la ‘revolución de los pingüinos’.
La nueva presidenta de la Feuc, Naschla Aburman (24), recuerda muy bien ese momento, porque ella participó como estudiante de cuarto medio de las protestas que se realizaron en Linares, su ciudad de origen.
Cuando se firmó tal acuerdo, ella ya vivía en Santiago y estudiaba en un preuniversitario. Al año siguiente entró a arte en la Católica, pero tras repensarlo se cambió a arquitectura y al tiempo sumó pedagogía básica, simultáneamente, dos carreras que deberá congelar para poder dedicarse por entero al cargo que asumió tras ganar las elecciones en noviembre en representación de la Nueva Acción Universitaria, un referente de izquierda al que también perteneció Giorgio Jackson, hoy diputado electo junto a otros tres dirigentes estudiantiles: Camila Vallejo, Karol Cariola y Gabriel Boric.
Asegura que pese a lo intensa que será su vida de ahora en adelante, va a terminar sus dos carreras y luego se va a dedicar a hacer clases en un colegio, aunque no quiere dejar la arquitectura, por lo que enfocará esa profesión en el desarrollo de políticas públicas destinadas a la educación.
Su vocación de dirigenta la descubrió en el liceo de monjas donde estudió, porque, asegura “siempre he tenido una actitud crítica… con los inspectores, el profesor, con la monja que era la directora”.
-La rebelde en tu casa… “Sí, de mi casa de todas maneras (se ríe). No era contestaria en el sentido de faltar el respeto, era opinante. Si estábamos corrigiendo una prueba, yo me ponía a discutir porque me iba en volá. Siempre trataba de irme en la profunda y creo que el espacio de los opinantes nunca ha estado muy abierto en nuestra sociedad”.
-¿Tenías muchas anotaciones negativas? “Sí, pero positivas también. Era muy participativa, estaba en talleres de arte, teatro, porque siempre estuve desarrollando mi lado artístico”.
-Siendo tan crítica, ¿nunca te llamó la atención la política militante? “La política siempre me ha gustado, por lo que representa, pero no la política partidaria. La política es un acto muy generoso de entrega hacia otras personas no sólo representando a los que votaron por uno, sino que a todos; no tengo un espíritu individualista y por lo mismo estoy haciendo esto. Para mí la política tiene sentido de comunidad y por eso mi referente es Fernando Castillo Velasco que demostró que, más allá del partido en que militaba (DC), se podía hacer política para los otros y con los otros. “Todo esto parte de chica, cuando estaba en el colegio defendía a los demás; es cuando te dicen el abogado de los pobres o que estás organizando cosas en pro de otros. He estado en carreras distintas y siempre he sido igual”.
-¿Por qué no la partidaria? “Creo en el origen de los partidos políticos, creo que es legítimo y necesario, pero también creo que ha habido un aprovechamiento de la política como un negocio y eso ha incidido en la desconfianza que tiene la ciudadanía. No sólo por las actitudes de los políticos, sino también por el poco espacio que existe hoy para participar como ciudadano. No tenemos una participación real en ningún espacio más que en las elecciones, donde mi voto vale lo mismo que el de Bachelet. “Esta realidad se ha ido profundizando, pero paralelamente –y es algo positivo- la ciudadanía se ha ido empoderando. Creo que estamos en camino hacia un cambio y espero que eso se vea expresado en los políticos, no en los discursos, sino en la necesidad de que salgan los que están apernados y ven esto como una pega”.
-¿Vas a seguir el camino de otros dirigentes estudiantiles que hoy asumirán de diputados? “Hace dos meses nunca habría imaginado que iba a ser presidenta de la Feuc así que probablemente lo que diga hoy día no va a valer nada en dos años, pero estoy muy bien haciendo esto, me siento cómoda, pero no me proyecto en seguir con esto desde el Parlamento”.
-Algunos dicen que Jackson, Boric, Camila se vendieron al sistema porque entraron a éste. ¿Lo ves así? “No, creo que uno tiene que ser muy consecuente con todo lo que se hace en la vida. Estar en un cargo de representación universitaria implica darles esperanzas a los estudiantes que no confían en la institucionalidad de nuestra universidad de que sí se pueden hacer las cosas. Pero para eso hay que estar en la Feuc, ser parte del sistema para poder dialogar; de hecho soy parte del honorable consejo superior, tengo reuniones con los decanos, hay que negociar, de alguna manera, si queremos los cambios. “Por eso, es absurdo no reconocerlo a ellos. Es verdad que nuestra institucionalidad a nivel nacional tenga amplia desconfianza, pero no creo que los ex dirigentes estudiantiles se hayan vendido. Ahora es muy distinto decir que ellos son nuestros representantes”.
-¿No los representan? “Ellos no son el movimiento estudiantil en el Parlamento. Son personas individuales, aportan una visión que es válida, pero de ahí que sean nuestra voz, no. Si vamos a sentarnos a conversar con ellos es una decisión que vamos a tomar en el momento dentro el Confech, pero no hay una delegación en ellos”.
Naschla repasa el movimiento pingüino en el cual participó y asegura hoy que ese movimiento sí sirvió para algo: “Si bien no conseguimos todo lo que queríamos -todos saben lo que pasó- sí aprendimos que no hay que ceder a la primera. Además ese fue el inicio del empoderamiento social”. Agrega que el movimiento estudiantil se ha transformado en un movimiento social, donde en las marchas van los abuelos y padres con sus guaguas, porque hay convicción de la importancia de estas demandas.
-Ustedes usaron mucho el recurso de la calle y algunos dicen que está agotado. “Creo que ese recurso no se ha agotado porque años después de haberlas iniciados las marchas seguimos convocando a cien mil personas. Tampoco se ha invalidado porque cuando hay movilización se habla de educación. No es un capricho que se nos ocurrió porque nos gusta salir a caminar, es la herramienta más válida que hemos encontrado no sólo para convocar a la ciudadanía, sino para presionar a la institucionalidad. La ciudadanía tiene que hacerse escuchar y la movilización es un arma, una herramienta que ha funcionado y por eso vamos a seguir hasta que nuestras demandas se concreten”.
-¿Van a presionar también a Michelle Bachelet? “De todas maneras porque el nuevo gobierno no es el titular ‘queremos educación pública gratuita y de calidad’, ni tampoco ‘tenemos los votos’ o entraron cuatro dirigentes al Congreso. Este va a ser un período muy duro que va a requerir de unión y de un manejo de expectativas que es importante”.
-Ustedes perdieron ante Michelle Bachelet antes… “Bueno, de ahí viene la desconfianza. Esto no es un acto de intransigencia, aquí está todo fundado y por eso hay más cautela”.
-¿No le creen? “No poh, uno no puede creerle a titulares y eso se aprende. Lamentablemente eso se aprende equivocándose y lo más importante es que, a pesar de todo, vemos el próximo año una oportunidad, pero no por ella, sino porque nosotros queremos que sea el año. Esto significa jugarnos hasta la última ficha, dialogar, pero movilizarse porque esto tiene que ser con todo. “Más allá de la cuña que ella pronuncie, queremos saber cómo, con quienes, cuándo se va a hacer y la ambigüedad es lo que nos tiene alerta. No es sólo porque sea ella, su programa no dice nada”.
-Ya los notificaron. “Sí, ya los notificamos. Queremos participar porque la ciudadanía quiera participar. El programa de educación de Bachelet lo hicieron sólo economistas, no hay ni una visión desde el aula. Y ya tuvimos la experiencia del TranSantiago con una comisión de expertos que nunca se había subido a una micro. “Nos piden la luna de miel, que les demos un tiempo, pero si alguien se merece una luna de miel son las personas que están sufriendo de una mala educación. Los estudiantes de la Universidad del Mar necesitan una luna de miel porque todavía hay cientos que no saben dónde van a estudiar o terminar. No hay tiempo para luna de miel, esto es urgente y de ahí que estamos alerta”.