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Gonzalo Feito, en la espera de su primer hijo

Aunque le ilusionaba pensar que podría ser una niñita –para así comprender desde un comienzo el mundo femenino- el conductor está más que feliz con que su primogénito vaya a ser un hombre. “Me gustaría decirle que no hay que hacer trampa, que hay que ser honesto y dormir tranquilo”, cuenta este futuro papá primerizo, sobre los valores que quiere inculcar.

19 de Diciembre de 2013 | 15:54 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Teresa Peña, El Mercurio.
El 23 de marzo nacerá José Domingo. El primer hijo de Gonzalo Feito llegará al mundo y sin duda reorganizará la ajetreada agenda de su papá.

El ex “CQC” y actual rostro de La Red, es de ese tipo de personas que ama dividirse diariamente en todos los proyectos que la capacidad humana permita hacer en una jornada. Además de su trabajo en televisión -que le encanta-, desde hace cuatro años creó Ratzmedia, una agencia de contenidos audiovisuales multiplataforma; y a eso se le suma el próximo lanzamiento de una línea de productos de belleza basados en las propiedades antioxidantes del vino, que exportará junto a su esposa, Camila De La Mare.

Pero no solo eso. Además, se está construyendo un lodge en un lago sureño -“en un lugar que no quiero decir”, comenta- para entrar en el negocio del turismo.

“No paro, pero me encanta. El 2014 se viene súper ocupado”, dice el periodista que por sus años escolares ostentó ya la fama de inquieto. Tanto así, que fue expulsado de dos colegios y su padre lo único que quería era que hiciera el servicio militar, con la esperanza de que eso lo enderezara.

-¿Siempre fuiste hiperactivo?
“Sí, tomé Ritalín por mucho tiempo. Me dejaba tranquilo, lo cual era un alivio para el profesor”.

-¿Te portabas mal cuando chico?
“Sí, pero más que nada porque era inquieto y terminaban echándome de los colegios. Pero estamos halando de una época en la que echaban a cualquier niño que conversara mucho o cuestionara a los profesores con preguntas capciosas que los complicaran. Hoy en día, en cambio, le enchufan una pastilla al alumno, lo meten al psicopedagogo y a cuarenta horas de taller de gimnasia o pintura, y listo. Pero no me arrepiento de nada. El hecho de ser hiperquinético me permite hoy poder hacer varias cosas”.

-Hay que tener ciertas habilidades para dividirte así…
“Lo que pasa es que eso se soluciona con los equipos. Yo trabajo en equipo. Nunca lo he hecho solo, no me gusta. Es una estrategia que he usado desde chico. Para pasar de curso me juntaba con los más inteligentes, con la de lentes o la compañera con bigotes. Yo tenía otras habilidades; puedo liderar equipos. Así que organizaba: ‘Oigan, hagamos el trabajo juntos. Juntémonos en mi casa’, y ahí les tenía bebida, galletas, de todo. Era el más motivado. Esa estrategia me llevo a siempre trabajar en equipo. Y cuando lo haces con gente buena, todo es mejor. Una sola persona buena, trabaja por cinco”.

-¿Es cierto que tu papá quería que hicieras el servicio militar para que te enderezaras un poco? ¿Qué pasó que al final no lo hiciste? ¿Maduraste?
“No, tuve la suerte que fui al cantón de reclutamiento y estaba lleno, así que me mandaron de vuelta. Al final me fui ese verano a trabajar al campo de un pariente en el sur, a sacar frambuesas para juntar plata y pagar mi matrícula de la universidad, supuestamente. Después ya entré a estudiar periodismo”.

-¿Tuviste que demostrar que no eras el despelotado que pensaban que eras?
“Sí. Hoy en día, por ejemplo, me pongo zapatos, pantalones y camisas. Además, con la argolla de casado a uno lo ven como alguien muy compuesto (ríe). Pero soy súper puntual y responsable. Nunca he sido desordenado”.

-¿Entusiasmado de que tu primer hijo sea hombre?
“Mira, yo tenía ganas de que fuera mujer, porque me parecía interesante la idea de entender el universo de las mujeres desde chicas”.

-¿Ver qué pasa en el camino que se vuelven tan raras?
“Claro, ver dónde está la falla (ríe). La verdad es que yo no quería saber si era hombre o mujer hasta el final, pero mi señora sí, y cuando le dijeron que era hombre, fue súper entretenido. Va a ser como un amiguito, un partner. A mí me gusta surfear, andar en moto, ir a la nieve y me gusta pensar que tendrá lo mismo que yo, pero en miniatura: un casquito chiquitito, botitas, tablita de surf… Me gustaría que hiciera mucho deporte”.

-¿Y qué pasa con las lecciones de vida? ¿Qué te gustaría enseñarle?
“Primero, que hay que ser humilde. Los egos y todo ese rollo de la tele, de hacer un programa y creerte la raja, lo encuentro muy chulo. Segundo, ser adaptable, poder adaptarse a las situaciones. Las cosas cambian y uno no puede ser cuadrado: hay que estar atento a las oportunidades se dan, porque entonces, hay tomarlas con las dos manos y los dientes, sin miedo y menos lata. También me gustaría decirle que no hay que hacer trampa, que hay que ser honesto y dormir tranquilo. No creo que haya nada más importante que enseñarle a que sea buena persona, a que trate bien a la gente, que sea generoso y buen amigo. Ser bueno siempre se devuelve después”.

-¿Eres de eso papás que leen libros de cómo cuidar a una guagua?
“Cero. Sé que se van a venir el tema de los pañales, de alimentarlo, pero yo soy más relajado. No quiero desde el comienzo transformarme en esos padres culposos, que después, cuando los hijos son más grandes, andan corriendo todo el día para alcanzar a llevarlos al colegio para paliar la culpa de que pasan mucho en el trabajo. Yo me fui en liebre toda la vida y no salí con problemas, me va bien en la vida”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Me encanta cocinar. Me gusta preparar cocina francesa, porque encuentro que tiene una complejidad atractiva y los sabores son muy buenos. Probablemente, después trabajaré cocina peruana”.

-Bueno, ahora vas a tener que empezar a hacer colados ahora…
“Sí… (Se queda pensando)”.

-¿Te da miedo?
“No, nervio. Como que me tirita el cuerpo, pero es un nervio feliz”.
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