Impactada por los ingredientes que tienen los champú y aterrada, pensando en que esos productos causarían daño a su bebé, una joven norteamericana llamada Jaquelyn Baers decidió hace 5 años no usarlos más.
Para contar su experiencia creó
un blog en 2012, para compartir la experiencia de vivir sin champú.
“Tienen conservantes como parabenos, ftalatos que son sustancias plastificantes usados en la industria para la flexibilidad y durabilidad de los plásticos. Y, también tienen derivados del petróleo como detergentes y otras sustancias químicas tóxicas que creo son peligrosas”, explica en su blog.
Para ella son un cóctel de ingredientes impronunciables y misteriosos que jamás pensaría en comer, entonces se pregunta, ¿por qué colocar todas esas cosas en tu pelo?
Partió cambiando los clásicos champús de supermercado por los más caros y orgánicos. Pero tampoco se convenció. “Vale la pena gastar tanto dinero en esos productos cuando la mitad de los ingredientes no se puede pronunciar ni sabemos qué son”, reflexionó.
Convencida, continuó por más de un año buscando más alternativas y encontró que se podía usar bicarbonato de sodio como champú y el vinagre de manzana como acondicionador, pero no le funcionó del todo. “Mi cabello estaba seco un tiempo y grasiento después, y el color de mi pelo castaño rojizo se puso más rojo de lo normal”, comentó en una entrevista publicada en el periódico The Huffington Post.
Entonces decidió simplemente usar agua y hacer bien poco o casi nada por su cabello. “Me enjuago varias veces y dos días a la semana el cabello mientras me ducho. Y de vez en cuando, me echo bicarbonato de sodio o me enjuago con vinagre”, escribió en el blog.
Confiesa, también que se peina rara vez y que una vez al año, va a la peluquería a recortar las puntas, donde la estilista siempre queda asombrada por como ha transformado su pelo.
Es que ella, asegura, que su cabello está sedoso, brillante, saludable y se ve muy bien. Las fotos algo de ello muestran. Pero, advierte a sus lectoras y seguidoras por Facebook, que para llegar a este resultado se necesita un periodo de ajuste que será variable en cada persona.
En ella, demoró más de cuatro meses. Este tiempo de adaptación, dice que es el necesario, para que los productos químicos salgan del cabello.
“No poo”La tendencia hipster-ecosaludables, se llama “no poo”, como abreviación a “sin shampoo”, y es justamente eso, dejar de lado los shampoo, como se escribe en inglés, pero también cualquier tratamiento capilar con químicos. Además, la palabra le hace el juego a un término infantil para decir en inglés, “no-caca”.
Es que los adeptos al nopoomethod.com dicen que los químicos deterioran el pelo, lo vuelven rebelde, se ensucia más y pierde su brillo natural.
Además, aseguran que los disolventes dejan la piel vulnerable a infecciones, el alcohol lo debilita y los aceites minerales provenientes del petróleo obstruyen los folículos pilosos y debilitan el cabello, según informan en un artículo publicado en el diario El País.
La tendencia partió con Lorraine Massey quien se dio cuenta y promueve, que la mayoría de los champú comercializados tienen ingredientes que destrozan los aceites naturales del cabello.
“Tu piel produce aceite natural que ayuda a la hidratación y acondicionamiento de tu cabello y cuero cabelludo", declaran en la web del “método”.
También, dicen que antes de que existiera el champú, y mucho antes de que se descubrieran y utilizaran los productos químicos, la gente tenía el pelo limpio y sano. Por tanto, la idea es reemplazar tanto al champú como el acondicionador por alternativas 100% sanas, ecológicas y económicas.
Ahora bien, los adeptos como Jaquelyn Baers parten usando bicarbonato y vinagre, como champú y acondicionador. O bien, creando una mezcla con ambos.
“El bicarbonato de sodio es eficaz para lavar la acumulación de aceite en el cuero cabelludo y el cabello. Una cucharada de bicarbonato de sodio es suficiente para un solo lavado, y el vinagre de manzana es un humectante natural, ideal para el cabello seco y el cuero cabelludo”, divulgan en nopoomethod.com. ¿Te atreves a probar?