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Descubren que el ser humano tiene un detector de grasa en la nariz

Los investigadores afirmaron que esta capacidad es una “considerable importancia evolutiva”.

30 de Enero de 2014 | 10:07 | Fernanda Villalobos Díaz
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Agencias
Las mujeres tendemos a utilizar cientos de métodos para determinar qué alimento es el mejor para vernos y sentirnos bien. Pero desde ahora no será necesario contar calorías porque nuestro mejor aliado para no engordar podría ser la propia nariz.

Esto se debe a que científicos del Centro Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, en Estados Unidos, descubrieron que las personas pueden usar su sentido del olfato para distinguir si una leche es de tipo natural o descremada, dependiendo de sus diferentes niveles de grasa.

Los investigadores afirmaron que esta capacidad es de una “considerable importancia evolutiva” porque sentir el aroma de los alimentos bajos en grasas podría ayudar a los esfuerzos que hace la salud pública para reducir la ingesta de grasa en las dietas.

Además, concluyeron que el olfato es la primera cualidad sensorial que detecta, antes del gusto, si un alimento contiene grasa.

“No le damos el crédito correspondiente al olfato. Este sentido humano es mucho mejor para guiarnos a través de nuestra vida cotidiana de lo que creemos”, dijo el neucientífico cognitivo, Johan Lundström, a la revista PLOS ONE, donde se publicó el estudio.

También dedujeron que el sabor dulce de los alimentos es una señal para detectar una gran fuente de energía (carbohidratos) y que el uso del olfato tendría una ventaja para la detección desde una pequeña distancia.

El estudio

El estudio consistió en pedirles a participantes sanos que olieran tres tipos de leche: descremada (0,125% de grasa total), semidescremada (2,7%) y natural (3,5%) para evidenciar si podían detectar y diferenciar la cantidad de grasa en este lácteo.

Las personas hicieron la muestra con los ojos vendados y el lácteo fue expuesto en tres presentaciones. Dos de los frascos contenían leche con el mismo volumen de grasa, mientras que el otro tercio tenía una concentración diferente. La tarea de los sujetos era identificar qué tipo de leche era.

El experimento se llevó a cabo tres veces con tres grupos de personas distintas. El primer grupo correspondió a personas con peso promedio oriundas de Filadelfia; el segundo se llevó a cabo en “un entorno cultural diferente”, en la ciudad de Wageningen, Países Bajos; y el tercero, también en la ciudad norteamericana y a personas normales y con sobrepeso.

La capacidad de discriminar grasa entre los participantes no fue diferente en los dos cultivos probados, a pesar que las personas de los Países Bajos consumen en promedio mayor cantidad de leche diariamente que los estadounidenses.

Sanne Boesveldt, autora principal del estudio y neuróloga sensorial del centro, explicó: “Ahora tenemos que identificar las moléculas de grasa que permiten a las personas detectar y diferenciar sus niveles en la comida. Estas moléculas por lo general no están en el aire, lo que significa que es poco probable que se pueda detectar sólo oliendo. Necesitaremos análisis químicos sofisticados para rastrear la señal”.
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