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Christian Zamudio: Comer sin el celular

El chef de la Dolce Vita llama a mantener la comida y la mesa como un momento especial, lejos de las distracciones que provoca la tecnología.

21 de Febrero de 2014 | 08:00 | Por Christian Zamudio
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El otro día volví a ver con mucho agrado "Los Buenos Muchachos" de Martin Scorsese y una de las escenas que recordaba con más nitidez es esa en la que los tres protagonistas encarnados por Robert De Niro, Ray Liotta y Joe Pesci van a la casa de este último, en medio de un asesinato, a buscar una pala para enterrar a un moribundo acuchillado y pateado hasta la saciedad. Pero al entrar a la casa, ya de noche, se encuentran con la madre de Pesci (que en la vida real es la mamá de Martin Scorsese) y terminan los cuatro (nuestros tres protagonistas más la madre) sentados, comiendo. Claro, para estos gángsters, junto con matar, sentarse a la mesa en familia y comer era uno de los momentos más importantes de la vida. Pero no por lo gángster mismo sino por su origen (dos italianos, el otro, judío).

Hay muchas películas en las que vemos cómo la comida, más que un instante rutinario, es un momento especial, donde a la mesa sólo se trae a la familia y lo que la rodea. Coppola, por ejemplo, en una escena de El Padrino I, nos enseña su receta personal de una salsa bolognesa cargada al salchichón; después vemos a parte de la familia comiendo spaghetti. Y tenemos otras más tragicómicas o fuertes como el final de ‘El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante’ de Peter Greenaway que junto con transcurrir la mayor parte del metraje en el restaurante "El Holandés", tiene un final notable: le sirven la "ladrón" que le da el nombre a la película, el cuerpo íntegro del "amante".

Estas pequeñas referencias dentro de un millar de grandes y buenas películas donde la comida está presente (hasta en el caso de Tarantino con su obsesión por la comida rápida y grandes hamburguesas con mayonesa) son la excusa para que tomemos distancia de lo que cada vez se observa con más frecuencia en los restaurantes. Y, peor aún, en las casas: las parejas ya no comen; las familias no conversan en la mesa… Hablan por celular. Que tomen una foto de los platos, como humorada, está dentro de lo aceptable, pero que la comida sea ahora la excusa no para conversar con el del frente sino con las decenas de grupos de Facebook; subir comentarios en Twitter, llenar de fotos Instagram, conversar con otros distintos a los comensales y cuantas opciones más les puede dar el teléfono.

Mantengamos la comida y la mesa como un momento especial. Tengo bastantes conocidos que cuando se reúnen en un restaurante a almorzar o comer, todo el grupo deja sus teléfonos al centro de la mesa… Y el primero que responde una llamada o lo toma para lo que sea, paga la cuenta de todos.

¡Hasta los criminales de Los Buenos Muchachos dejaron al muerto/moribundo esperando en el auto para comer con la mamá de Tommy!

Un abrazo, Christian Zamudio, chef de La Dolce Vita de Alonso de Córdova
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