De más está decir que, a medida que se crece, se van acortando las horas que pasamos durmiendo. La mayoría de los especialistas atribuye esto a la disminución de los niveles de la hormona melatonina en el organismo, pero descubrimientos recientes apuntan a otros factores que serían aún más influyentes.
Un estudio titulado “Lazos Sociales y Disrupción del Sueño Adolescente” apunta que la relación que se tiene con el círculo cercano en la adolescencia puede influir más en los hábitos de sueño que la propia biología.
El trabajo fue realizado por la Universidad de Cincinnati, y siguió a mil adolescentes de entre 12 y 15 años. La mayoría de los especialistas coinciden que en este período, el promedio de horas de sueño baja de más de nueve a menos de ocho.
El director del estudio, el profesor de sociología David Maume, declaró que los jóvenes que dormían más y mejor se sentían parte del entorno de sus escuelas o tenían amigos que se involucraban en su vida académica y social. “Los adolescentes que tiene amigos pro-sociales tienden a repetir esas conductas positivas, que incluyen hacerse cargo de la salud propia al dormir más”, explicó.
Otra relación que, según el estudio, acababa influyendo en los hábitos de sueño era la que los estudiantes tenían con sus padres. Maume señaló que sus investigaciones previas arrojaron que los jóvenes que eran más cercanos y sinceros con sus progenitores eran menos propensos a tener problemas relacionados con drogas y alcohol. Aparentemente, la supervisión adulta también afectaría el buen dormir.
“Los padres que tienen conciencia efectiva de la conducta nocturna de sus hijos tienen mejores posibilidades de que estos últimos descansen efectivamente”, afirmó.
Otro descubrimiento del estudio fue que la baja en horas de sueño era más pronunciada en las mujeres de esa edad. Esto se debería a que éstas son más propensas a despertarse en medio de la noche y no poder volver a descansar debido a preocupaciones relacionadas a deberes académicos, sociales o familiares que las dejaban despiertas.
La ansiedad es contagiosa
Para Rodrigo Larraín, sociólogo de la Universidad Central, existe una razón por la cual los problemas de sueño de los adolescentes se relacionan con sus lazos sociales: La ansiedad que se genera a través de estos, especialmente entre padres e hijos.
Para el profesional, durante la adolescencia, los niños comienzan a asimilar las altas expectativas que su entorno tiene sobre ellos, tanto académica como personalmente.
“Hoy en día tener un hijo es una inversión muy alta, por tanto los padres les transmiten esa ansiedad a los niños. Por ejemplo, ellos (los jóvenes) tienen que hacerlas todas, tienen que ser los mejores. Los niños tienen que participar como animadores o las niñas de cheerleader, y al final empiezan a sentir la presión cuando crecen, lo que se traduce en ansiedad que puede alterar el sueño”, explica.
También acusa a los progenitores de causar aún más ansiedad en los jóvenes cuando los presentan en sociedad y “empiezan a decir que tienen buen rendimiento y otros logros. Con eso le pones encima otra carga de expectativas que causan ansiedad”.
Larraín también ve otra fuente de ansiedad en las relaciones que se establecen a través de redes sociales o sistemas de mensajería instantánea, puesto que causan que los jóvenes “se quedan toda la noche en relaciones que en realidad no son sociales, se quedan hurgueteando en Facebook como un refugio de lo que ocurre durante el día”, pero a causa de esto último también pierden horas de descanso.