Foto de Luciano Riquelme
La noche del 4 de marzo una parte de la capital pudo terminar en llamas. Sí, porque aunque el recurso literario es una exageración, lo cierto es que la manifestación mensual que organiza la agrupación de “ciclistas furiosos” pudo salirse de control.
El recorrido de más de 5 mil pedaleros por las principales arterias de Providencia y Las Condes, partiendo desde la Plaza Italia a las 20 horas, justo en el momento en que miles de santiaguinos regresaban a sus hogares, provocó tacos de proporciones y los insultos, rabia y topones fueron subiendo de nivel a medida que la impaciencia le ganaba a los conductores de vehículos, quienes demoraron hasta el triple en sus recorridos habituales.
Este hecho grafica con crudeza los problemas que experimentan hoy los habitantes de las grandes urbes, donde intereses de diferentes grupos ciudadanos están entrando en colisión. Las personas, conscientes de sus derechos, demandan una mejor calidad de vida y ven que ésta se ha visto afectada por diferentes motivos en los últimos años. No sólo el TranSantiago los obliga a largos y desgastadores recorridos; quienes optaron por bajarse del auto, luchan por un espacio en las vías y han entrado en conflicto con los peatones.
La nueva ministra de Vivienda y Urbanismo, Paulina Saball, sabe de esto. Sabe de lo importante que es mejorar la calidad de vida de los chilenos y sabe que esto no sólo se relaciona con la posesión de una vivienda, como fue en el pasado, o la calidad de la misma, en un tiempo más cercano.
No, sabe que los desafíos van mucho más allá y su currículum le permite tener una mirada global e integral del tema. Asistente social, en dictadura estuvo vinculada a diversas ONGs y trabajó en la defensa de los derechos humanos desde la Vicaría de la Solidaridad y, ya en democracia, en la Comisión Rettig. Luego, fue subsecretaria de Bienes Nacionales (en el gobierno de Frei), directora de la Conama (Lagos), subsecretaria de la Vivienda (Bachelet) y directora del programa Servicio País de la Fundación Nacional para la Superación de Pobreza, mientras Piñera estuvo en el poder. O sea, palpa la vida de los chilenos en todas sus dimensiones.
-¿La calidad de vida de los chilenos, ha decaído, ha mejorado?
“Ha cambiado; han mejorado sustantivamente ciertas condiciones de vida y otras se han complejizado. Hoy somos un país que tenemos, prácticamente, una cobertura del 100% de agua potable y suministro eléctrico domiciliario que permiten una forma de vida distinta; también hemos tenido transformaciones de gran envergadura en materia de infraestructura, transporte y telecomunicaciones, lo que ha modificado la calidad de vida de las personas. Pero cuando digo que se ha complejizado es porque tenemos problemas o desafíos que no teníamos como por ejemplo, la alta concentración de personas en una ciudad lo que deriva en ruido o congestión.
“Millones de familias tienen una vivienda que antes no tenían ya que vivían en condiciones de precariedad; sin embargo, hoy el tema no es sólo la tenencia de la vivienda, sino de su calidad, y más grave que ello, es la estructura y emplazamiento de barrios y la segregación”.
-¿Cuánto en esta ‘complejización’ del tema se deriva con que tenemos una ciudadanía más demandante, más consciente de sus derechos, que no sólo quiere la vivienda y la plaza, sino que no quiere la chanchera a 5 kms.?
“Las demandas de la ciudadanía tienen que ver con el aumento de los estándares a los cuales ellos aspiran. Hace 40 años, las personas tenían como techo hacer la enseñanza básica y hoy es estudios técnico-profesionales o si antes era tener la calle pavimentada ahora es tener plazas seguras”.
-¿Y las instituciones han ido a la par en la satisfacción de esas demandas?
“Siempre las demandas son más que el desarrollo de las capacidades de los entes encargados de satisfacerlos, pero creo que lo importante es cómo somos capaces de ordenar las prioridades de aquellos componentes que inciden mayormente en el bienestar de las personas. Ahí está la diferencia; antes creíamos que el Estado con sólo proveer el servicio cumplía con su rol y hoy la ciudadanía espera ser partícipe de las decisiones que se toman. No sólo quieren más plaza, quieren participar en el diseño de la plaza y nosotros esperamos que participen en su cuidado. La ciudadanía demanda distintas actuaciones del Estado, pero eso debiera reflejar distintas actuaciones de parte de los ciudadanos”.
La ministra descarta que la demanda de vivienda en ciudades colapsadas por familias que, además, no quieren ser erradicadas de sus entornos, sea un zapato chino. Asegura que el gran desafío de esta nueva administración es dar soluciones que garanticen calidad de vida, inclusión, integración –que es más difícil- donde se asegure la convivencia y el bienestar de las personas.
-De segregación social se habla hace años y muchos apuntan a que se ha profundizado. ¿Ha habido alguna política que se pueda rescatar?
“Creo que sí han habido avances y si se quiere rescatar iniciativas tendientes a revertir la situación de segregación socio espacial, tiene que reconocer que ha habido. Por ejemplo, tenemos una mejor infraestructura vial que la que teníamos hace 10 años atrás hacia sectores construidos en los límites; el Metro es un aporte a la integración. La inversión en el Programa de Recuperación de Barrios ha generado un impacto positivo en la habitabilidad de los barrios más deteriorados; también la generación de infraestructura vinculada a salud y educación ha sido un aporte. “Comparto a plenitud que el tema de segregación socio espacial sigue siendo un tema relevante no resuelto, pero creo que ha habido avances y hay preocupación más común. El sello de nuestra gestión está en los temas de inclusión social, integración socio territorial y en la calidad de vida de las personas al interior de las ciudades, sin olvidar a una importante cantidad de chilenos que vive en pequeñas localidades que tienen temas pendientes de interconexión”.
-Este ministerio es de Vivienda y Urbanismo. El sentido común dice que esta cartera debiera primar sobre las de Transportes y Obras Públicas en la mirada de una ciudad, ¿habrá un trabajo más en conjunto?
“Una de las medidas anunciadas es la creación estable del Comité de ministros de territorio, vivienda y ciudad que lo coordina el Minvu y en el cual participan el MOP, Transporte, Bienes Nacionales y la Subdere. La idea es que en ese comité podamos coordinar las inversiones que cada uno tiene de tal manera que podamos generar resultados atingentes al bienestar de las personas, la calidad de vida de las ciudades y estos procesos de integración. La relación que tenemos entre los cuatro ministros involucrados es muy potente y la participación del subsecretario es clave porque de lo contrario sólo terminamos hablando de la Región Metropolitana. Esta coordinación es indispensable porque a veces cometemos el error de hacer inversiones muy relevantes sin tener en consideración el impacto urbano inmediato en quienes la sobreviven”.
-Mirando lo que pasó con los ‘ciclistas furiosos’, ¿crees que en estos temas de urbanismo, uso de vías, pueden haber choques de conflictos de interés entre los ciudadanos?
“Absolutamente, eso es lo que tenemos que prever. Nosotros tenemos que generar una infraestructura urbana que permita convivir armónicamente a los distintos modos de transporte y eso implica preocuparse de las avenidas, de la calidad de las veredas por las que se desplazan los peatones, de dejar un espacio de calidad para el transporte de los ciclistas”.
-¿Les preocupa una colisión entre los ciudadanos?
“Lo que tenemos que hacer es generar políticas que promuevan esa integración, esa diversidad y esa armonía, pero por otro lado, también hay un tema de cómo los ciudadanos nos planteamos frente a los bienes públicos y eso tiene que ver desde el respeto de las señales del tránsito, el uso adecuado de los espacios, la mantención de los parques o la infraestructura del transporte. Muchas veces descuidamos el rol del ciudadano respecto del cuidado del mobiliario, y eso tiene un costo, pero también un sentido social, porque lo usan todos los ciudadanos sin distinción de su ingreso o condición social; cuando lo destruimos, perjudicamos esa convivencia.
“Creo que los chilenos tenemos que avanzar en mayores niveles de participación, demanda de mayores estándares en materia de equipamiento, pero también aumentar las exigencias a nosotros mismos respecto de los deberes que nos implica la convivencia en la ciudad que requiere ser cuidada y mantenida”.
-¿Van a establecer algún conducto de diálogo con estos grupos?
“Sí, en este diseño queremos contar con una participación muy grande de los municipios. En segundo lugar, vamos a realizar un proceso de consulta con aquellos actores que están más vinculados al uso, por ejemplo, de las ciclovías”.
-O sea podríamos tener a los ‘ciclistas furiosos’ sentados en esta oficina.
“Por qué no…Pero esto tiene que ver con un tema muy delicado. Esto no puede ser una cuestión de quién tira el mantel más fuerte. Lo que nosotros buscamos es que los temas de la ciudad sean debatidos, sean conversados, mirando los distintos intereses y distintos grupos, pero lo que no corresponde es que uno de los actores se intente apropiar de la ciudad, la ciudad es un bien de todos nosotros y tenemos que cautelar que la ciudad sea usada, disfrutada y cuidada por todos”.