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¿Sacrificas todo por tus niños? Cuidado con el "hijocentrismo"

La tendencia marca la complacencia de los padres hacia sus hijos, donde la felicidad de los chicos es más importante que la propia.

04 de Abril de 2014 | 16:28 | Por Francisca Vargas V.
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“Es natural que los padres quieran lo mejor para sus hijos y que muchas veces tiendan a poner la felicidad de sus hijos por sobre la suya. Pero cuando se acentúa hablamos de “hijocentrismo”, explica Mónica López Hernando, terapeuta familiar y de pareja, especialista en psicología positiva y directora Instituto del BienEstar.

Comenta, que esta forma de vivirse la paternidad, se acentúa por distintas situaciones. Ya sea por culpa ante la ausencia cuando los padres trabajan fuera de casa todo el día, y por una valoración excesiva de ser padre.

“Cuando la paternidad se ha buscado con intensidad y lo logras tras pasar dificultades de fertilidad, sobreprotección por enfermedad o accidentes, entre otras razones, se hace más difícil decir no, establecer límites, detener conductas inadecuadas, o mantener un equilibrio sano donde el padre cuidador también cuide de sí mismo”, comenta.

Para Miguel Ángel Serrano, psicólogo de la Clínica Dávila el “hijocentrismo” es una respuesta extrema a la necesidad social de promover un trato digno a la infancia.

“Las generaciones de principios del siglo crecieron carentes afectivamente, en muchos casos maltratadas y, a la vez, inconscientes de sus carencias; las mismas carencias fueron quedando evidencia con los descubrimientos del psicoanálisis, que puso en el tapete la relación paterno-filial como uno de las principales causas de múltiples malestares en la edad adulta”, aclara.

Por tanto, afirma que con el afán de mejorar la paternidad se fue engendrando un tipo de madre y padre más consciente, motivados por a dar a sus hijos lo mejor en amor, oportunidades, tiempo, objetos, salud, educación, etc.

“Lo problemático está en que llevaron al extremo su intención de que a sus hijos no les faltase con su intención sana de librarlos de los vacíos existenciales, profundos sentimientos de minusvalía y enfermedades que ellos puedan tener”, detalla.

No obstante, cuando a esta intención se le suma la necesidad individual del padre y la madre de satisfacer en el hijo, necesidades que quedaron en ellos, desde sus propias infancias, dice que el cuadro comienza a matizarse de una tensión que ya no apunta a la crianza del sujeto en cuestión, sino, a satisfacer necesidades infantiles de los padres. Ese es el problema.

“Si a lo anterior adherimos la consigna exitista de la sociedad actual, ser buena madre y buen padre se sitúa casi al mismo nivel que ser un excelente trabajador o profesional y lograr metas, en ese entendido la felicidad del hijo ya no es una vivencia sentida sino una meta a alcanzar”, advierte Miguel Angel Serrano.

En ese sentido, determina que el “hijocentrismo”, también parece cubrir las ansiosas necesidades de los padres.

Posibles consecuencias

Hay que destacar también que en la base del “hijocentrismo” existe un profundo sentimiento de amor, pero lo malo es que al no ser vivido en conciencia, no es efectivo en armonizar ni educar en forma compasiva a los hijos, ya que a juicio del psicólogo de Clínica Dávila, la guía de estos padres se vuelve además ansiosa y demandante.

“Una consecuencia, en su aspecto más positivo, es que favorecería la formación de un profundo sentido de valía personal y confianza en los niños, en tanto los padres no condicionan el amor a un modo específico de buena conducta en él niño, sin hostilidad, ni castigos”, opina Miguel Ángel Serrano.

Pero también puede ocurrir que en forma negativa, en los progenitores haya demasiado miedo a no ser considerado un padre exitoso.

“En su extremo menos favorable también podría predisponer egocentrismo en el niño, dificultad en el desarrollo de la empatía, demanda desmesurada y rasgos narcisistas”, asegura el psicólogo.

Es que poner a los hijos como el centro de la vida significa desde cualquier perspectiva, sacrificar la propia felicidad y creer que mediante el autosacrificio sé es mejor padre. En ese sentido, la terapeuta Mónica López indica que ese tipo de paternidad tarde o temprano impacta en los hijos.

“Los padres son modelos, y si los hijos ven que ser padres es un sacrificio donde nunca más piensas en ti y tu felicidad, probablemente no querrán tener hijos después o ellos mismos terminen sintiéndose una carga”, reflexiona.

Agrega, que si los hijos ven que sus padres cultivan una relación de pareja que los hace felices, se dan el tiempo para compartir con amigos, disfrutan en familia, hacen cosas nuevas, el hijocentrismo tenderá a desaparecer.

“Es necesario que la risa, gratitud y optimismo dominen el ambiente del hogar, porque creo que desde ese lugar, la colaboración fluye, y con eso el respeto y la empatía necesaria para que todos en la familia puedan ser felices, no solo los hijos”.

Por lo tanto, las sugerencias que se podrían dar para que padres y madres involucrados y sostenedores salgan del hijocentrismo son:

1.- Reevaluar la función del amor en sí mismos y en las relaciones. Ningún amor será de buena calidad si no hay amor, cuidado y respeto por uno mismo como persona integral.
2.- Darse cuenta de las reales necesidades de sus hijos, más que de aquellas que imaginan que tienen.
3.-Diferenciar entre una necesidad de primer orden y un simple deseo en los hijos.
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