Muchas de esta información se ha traspasado de boca en boca en la última década. Que los pollos vienen cargados de hormonas, que la crianza de los cerdos es cruel y contaminante, que la carne tiene antibióticos y escherichia coli, y que muchas de las frutas y vegetales presentan químicos que varios niegan.
Pero leer con detalle cada una de estas denuncias, sorprende y hasta puede llevar a tomar decisiones drásticas en nuestra forma de vida. La periodista argentina Soledad Barruti dejó al descubierto con crudeza la realidad que envuelve la industria alimentaria de su país, que se replica en muchos otros.
En su libro “Mal comidos” expone los procesos de producción de lo que nos llevamos a la boca e intenta abrir los ojos para que todos presionen por cambios.
Sus afirmaciones han generado polémica y muchos actores la han rebatido, pero el tema está ahí. Tanto que algunos organismos gubernamentales, tras la publicación del libro, se contactaron con ella para ver qué cosas podían fiscalizar.
-¿Por qué escribiste un libro? Un libro de denuncia que dice que los alimentos “nos están matando”.“Porque pertenecemos a una época en que todos los alimentos están rodeados de un aura de sospecha. Uno se sienta a comer y siempre piensa que hay algo que no le están diciendo. Nos preguntamos siempre por qué el tomate no tiene sabor, por qué el pollo tiene un sabor extraño, por qué hay un montón de salmón. Son preguntas que te pueden llevar a investigaciones que se vienen haciendo desde hace muchos años en países como EE.UU. y que exponen que la industria alimentaria es muy poderosa. Me parecía necesario hacer algo en Latinoamerica, porque todos pensamos que una granja en California es diferente a una en Argentina y de ahí que hice un recorrido local”.
-Hay mucha gente que ha escuchado por siempre estas denuncias, ¿por qué crees que no las creen?“Porque muchos sienten que es el discurso del miedo, que les dice que si comen ciertas cosas, se van a morir. Está todo muy enredado, todo genera miedo y éste genera rechazo. Es preferible no atender ciertas cosas a preguntarse ‘bueno, que hay detrás de estas voces alarmistas’, que por yo no comparto. Mi discurso es mucho más calmado, creo que hay que saber, conocer y analizar para poder elegir; no asustarse.
“Pero también, hay veces en que uno no tiene elección frente a determinados alimentos, la gente no tiene un camino alternativo, entonces creo que hay que ser cuidadosos y serenos cuando se comunican ciertas cosas para que las personas puedan utilizarlo como una herramienta y no como un escudo de pánico”.
-Hay un video en YouTube donde el chef Jamie Oliver le muestra a los niños cómo se hacen los nuggets de pollo (cuero, huesos y cartílagos) y pese a ello los niños americanos se los quieren comer. ¿Por qué la gente al conocer estas cosas no cambia de conducta?
“Hay muchas cosas que no se saben del todo y hay médicos que dicen que la cosa no es tan grave y hay nutricionistas que dicen que una gaseosa baja en calorías es buena, como si ese fuera su único problema. Los alimentos hiper procesados, son algo que no nutre, llenos de sal, grasa y azúcar, pero que no te van a matar porque la industria son rigurosos al momento de cuidar sus procesos. O sea, nos dan comida casi de hospital, que están llenas de conservantes y por lo tanto, es inofensiva en ese sentido, no te va a intoxicar, pero la industria alimentaria tiene mucho poder y ha creado campañas para su imagen. No por nada en EE.UU. la comparan con la industria del tabaco, que silencian estudios”.
-¿Puede que parte del tema sea que las personas no tienen opciones? No todos pueden tomar el tomate de su huerta.“Primero, no está bien que ningún alimento esté lleno de remedios o químicos porque eso genera daño. Ahora, las personas deben entender que éste es un daño que se produce con cuenta gotas y ahí debe nacer un reclamo de los ciudadanos contra los organismos que debieran protegernos y no permitir, por ejemplo que las carnes estén criadas en base a antibióticos.
“La información cuando es profunda, promueve cambios y eso ha generado un movimiento por la búsqueda de la comida real; de hecho hace un tiempo no había oferta de productos orgánicos. La realidad es que nos estamos enfermando cada vez más con lo que comemos, las futuras generaciones van a vivir 10 años menos que sus padres y uno se puede hacer el distraído. Además, mientras más las personas lo demanden, van a haber más alternativas porque el mercado es muy vivo; si reclamamos por productos sin saborizantes y aditivos, la industria responde”.
-¿En el día a día, cuál es la forma más realista de enfrentar eso? ¿Qué hace una persona que entra a un supermercado y tiene que comprar alimentos?
“Creo que hay etapas, pequeñas conquistas. No hay que comprar productos hiperprocesados, eso es algo que todos debiéramos hacer como ejercicio habitual y no es verdad que estos nos solucionan el problema del tiempo para cocinar. La comida casera no demora más. Y aunque haya pesticidas en las verduras, no es lo mismo comerse una ensalada que unos nuggets fritos.
“Por eso las etapas son comprar a conciencia, productos frescos, alejarse lo más posible de los supermercados y acercarnos a las ferias; después, cocinar. Estas pequeñas conquistas que van llevando a cambiar la forma de vida, pero es verdad que hay procesos que están muy intervenidos y habría que vivir en una isla para protegernos”.
-Con todo lo que has investigado, ¿vives relajada en este ámbito?
“Mira, en algunas cosas pienso que sí. Yo carnes industriales no consumo después de visitar los criaderos; creo que nadie podría hacerlo porque es una forma tan cruel, los animales son torturados y los ecosistemas contaminados, entonces eso ya lo descarté. Son cosas que ya incorporé y no me estoy muriendo por una costillita de cerdo y prefiero ir a un campo y comprar un animal que está criado razonablemente.
“Tengo un hijo de 11 que consume productos de kiosco, porque es propio de su edad y ver lo nocivos que son me genera cosas”.
-¿Crees que esto explica la creciente corriente de veganos y vegetarianos?“Creo que sí, hay una relación muy directa, pero no creo que sea la única solución; no creo que el veganismo o el vegetarismo sean el camino para crear un sistema más justo. Creo que el sistema nos debe contemplar a todos, cada uno con sus necesidades, pero ante determinadas evidencias, como lo que pasa en un galpón de pollos, es entendible el rechazo que puede generar. Además, es cierto que es muy poco saludable comer estas carnes y existe la posibilidad de reemplazar proteínas, alimentándose con legumbres”.
-¿Qué tarea es más urgente acometer, educación o regulación, porque creo que la segunda será más lenta?
“Difícil… creo que las dos van de la mano. Creo que los políticos reaccionan a las demandas de la gente y hay que darse cuenta del poder ciudadano al reclamar. Ahora, esas regulaciones no se reclaman si las personas no están previamente educadas. El problema del sistema de producción de alimentos es el problema más importante en todas las sociedades, en este momento. Pero en las latinoamericanas es más profundo porque hemos venido siendo colonizados en forma tardía por empresas que afuera ya han tenido que ajustar sus procesos por las críticas”.
-¿Es esta una pelea de titanes, como lo fue luchar contra el tabaco?
“Sí, pero ya aprendimos de eso y no nos debemos dejar engañar. Además, sí se puede dejar de fumar, pero no de comer y por eso debemos pedir alimentos sanos con la urgencia que requiere este problema. Les estamos dejando a los niños un mundo más pobre y con un medioambiente dañado. La industria alimentaria no es más grande que la voluntad de las personas”.
-¿Qué ocurre con la responsabilidad de los médicos, los nutricionistas, muchos de los cuales niegan todo esto?“Hay dos tendencias; los que me invitaron después del libro a dar clases en las universidades y celebraban que por fin, en los medios masivos se expusiera esto y por otro, los médicos que están ‘sponsoreados’ por la industria y los visitan igual como lo hace la farmacéutica para entregarlas regalías. Estos médicos no hablan en contra de los alimentos o dicen que las cosas no son tan graves, que no hay evidencias”.