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Julio Jung Duvauchelle: "Los hombres buenos somos medio fomes"

El villano de “El amor lo manejo yo” (TVN), asegura ser en la vida real tan bueno, que llega a ser “latero”. Pero este hijo de actorazos conversó sin tapujos con Tendencias & Mujer sobre lo que pasa por la mente de un hombre separado que ha vuelto a enamorarse, dejándonos claro que está muy lejos de ser alguien aburrido.

29 de Abril de 2014 | 16:24 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Héctor Yáñez, El Mercurio
Más “papón que mamón”, que nunca haría una porno, que hasta los 25 años estaba “hasta la tusa” con el teatro y que, para bien o para mal, siente cierta presión por actuar bien debido a sus apellidos… Julio Jung Duvauchelle, único hijo de los renombrados actores Julio Jung y María Elena Duvauchelle, no tiene reparos en hablar de lo que sea.

Sonriente y bastante transparente, nos recibió en TVN, donde actualmente personifica a Alonso García, el villano de “El amor lo manejo yo”, y que viene a ser su segunda novela en la televisión nacional.

“Al final, resultó que soy un teatrero”, asume, tras años dedicándose a la actuación, pero como director en las tablas y el cine. “Con papá actor, mamá actriz, veía tíos actores llegar, hablando tanto de ellos, de querer hablar más fuerte, de querer verse más… Los encontraba tan egocéntricos”, confiesa, de la época en que jamás habría imaginado que compartiría incluso escenario con su padre, como lo hace actualmente con la obra “Yepeto” -con Oscar Rodríguez como director-, que desde el año pasado viene cosechando aplausos, y que actualmente tiene a papá e hijo con presentaciones por todo Chile.

De sus padres, solo tiene palabras de admiración en lo profesional. Y en cuanto a lo personal, agradece la independencia que su madre le ha entregado, y que parece complementarse a la perfección con la relación con Julio padre. “Me despierto con una llamada de él y me acuesto con una llamada de él. Y entre medio, hay otras diez llamadas. Hablamos de lo que sea… -‘¿En qué estás?’ –‘Grabando’. –‘Ok’. Una hora después: -‘¿En qué estás?’. –‘Sigo grabando, papá. Estoy en el canal’. –‘Ah, ¿Y cómo te fue?’”, explica, más o menos, la dinámica.

“Yo soy hijo de padres separados y no es tan terrible. Yo tenía como 11 años cuando pasó y por ser una edad complicada, me afectó en su minuto. Pero no tanto, porque mi mi viejo se fue a vivir a dos cuadras de mi casa y lo veía constantemente. Tampoco fue una separación de peleas. Sencillamente fue una calentura de mi viejo. Por eso, no fue tan terrible”, cuenta, con la sinceridad que ya a estas alturas de la entrevista, lo caracteriza.

“Lo que sí, me puse medio niño rebelde y me echaron del colegio (con la típica sierra de arco de Técnico Manual, cortó disimuladamente las patas de bancos y sillas para que al sentarse todos los de su curso, se cayeran en masa). Después entré al colegio de curas donde había estudiado mi papá, y para mí fue muy chocante lo de la corbata, la chaqueta, la camisa, rezar todas las mañanas. Choqué mucho con las autoridades. Ahí repetí y me echaron también. Esa fue mi vida escolar”.

-¿Cuándo llegó la reconciliación con la autoridad?
“Debo reconocer que aún no ha llegado. La otra vez estaba acá en el set y me dijeron que había unos carabineros esperándome. Y yo al tiro: ‘¿Perdón? ¡Yo no he traído nada!’. Ahí me dicen: ‘No, es que quieren que le mande unos saludos a las esposas de los carabineros’. Y yo: ‘¡Ah, pero por favor! ¡Ningún problema!’. Obviamente no me gusta la autoridad, pero le tengo respeto. No estoy ni ahí con llevarme un lumazo ni estar en cana”.

-Por suerte estás aquí, interpretando a Alonso García, un villano metrosexual, obsesivo, ambicioso y que ha logrado surgir a punta de esfuerzo. ¿Qué tiene de ti ese personaje?
“Nada, y por eso ha sido un gran desafío. Honestamente, creo que soy un huevón bueno. No soy ambicioso, no me siento un galán, menos un metrosexual. Soy un gallo simple, que le gustan las cosas simples. Así que estoy agradecido de la oportunidad que me han dado de hacer este tipo de personaje, uno malo. Porque los hombres buenos somos medio fomes, medio lateros. Y al final, una mujer nos va a preferir después de haber pasado por dos o tres malos”.

-¿Por qué dices eso?
“Porque son porfiadas. A veces les gusta que las traten mal, y ojalá, el que lo hace sea mino. Solo después de haberlo pasado mal unas dos o tres veces, encuentran al bueno, al que las va a querer, entender, escuchar; que las va a regalonear”.

-Como tú…
“Como yo (sonríe)”.

-¿Te has sentido muy rechazado amorosamente por tu bondad?
“En el colegio no fui muy exitoso con las chiquillas. Pero desde la universidad en adelante, no me ha ido mal. Digo esto porque lo he visto en mis amigas. Las he visto sufrir y yo sin entender cómo pueden estar con un hombre que las deja así”.

-Y tú, ¿prefieres a la mujer buena o a la mala?
“No quiero una mujer mala, como bruja, pero sí un cable a tierra. Yo soy un poquito alocado, disperso. No soy bueno para carretear, pero me gusta salir, pasarlo bien, salir a comer, a bailar… Es que yo estuve casado… Creo que me casé enamorado, después de pololear cinco años, pero me separé al año diez meses, un poco por salir mucho”.

-Una cosa es salir y otra reventarse.
“Es que donde yo me muevo, está el estreno de teatro, de la película, que después de cada función es casi imposible que me pueda ir a dormir. Salgo con la adrenalina a mil, revolucionado, quiero ir a tomarme algo, sea copete o bebida, y conversar de la obra, de lo qué pasó, de lo que podríamos cambiar... No puedo ir a hacer tuto, y mis compañeros andan en la misma. Ahí ella me decía ‘bueno, sale’, pero creo que el trasfondo era ‘quédate acá’. No voy a venir a examinar mi matrimonio ahora, eso ya fue, pero ella me conoció así; un día a las tres de la mañana en una discoteque, con una pata de yeso y bailando. Me gusta disfrutar la vida. No hablo de excesos, pero me gusta pasarlo bien con mis amigos. Tengo mi club de Toby, mi club de fútbol y es rico hacer cosas distintas para llegar a la casa y conversar cómo nos fue”.

-Eso de haber pololeado harto y que el matrimonio durara poco, ¿crea algún miedo con comprometerte y formalizar?
“Sí. Uno se frustra. Uno se crea un mundillo y se va todo al carajo. Existe un miedo, una mezcla entre las relaciones de pareja y concretar una familia. Me gustaría que eso fuera a largo plazo y que no se fune a los cinco o diez años. Es bonita esa imagen de envejecer juntos, de ver crecer a los niños. Pero claro, cuando empecé con mi nueva pareja, hubo todo ese miedo. Además, ella tiene dos hijos, de 4 y 6 años, así que tratamos de hacer todo muy paulatino. No queríamos que ellos se encariñaran conmigo y yo con ellos para que la cosa después no resultara. Ahí sí queda la cagada. Pero todo ha salido súper bien”.

-¡Te los ganaste!
“Ellos me ganaron primero. Cuando los conocí, el más chico dijo: ‘El Julio es Tony Stark. Es Iron Man, cuando no es Iron Man’. ‘No Santi, Julio se parece a Tony Stark’, le explicaron. Pero él: ‘No, él es’. Y que me haya dicho que me parezco a Robert Downey Jr… Me compró. Yo me los gané después. A los enanos les empezó a bajar las preguntas de ¿qué es el Julio de la mamá?, y esas cosas. Ahí fueron a preguntarme que por qué no le pedía pololeo a la mamá y llegamos los tres con flores para ella y le se lo pedimos”.

“Ha sido una locura. Yo a los 35 me había proyectado con hijos. Hoy tengo esa edad y me gustan los hijos. Aparte que el otro huevón (Julio padre) me está hinchando con que quiere ser abuelo hace rato… Y entonces hoy, pasé de no tener nada a tener dos, y ha sido la raja. Y así como nació fluidamente de ellos pedir pololeo, hace un mes me pidieron que me fuera a vivir con ellos. Son unos exquisitos. Desordenados, pero no tengo nada que alegar. Los adoro”.

-¿Se calma el apuro por la edad de ser padre?
“Existe. Sé que nunca seré su papá, porque ellos tienen el suyo. Yo siento que los quiero como hijos, pero quiero tener los míos también, y creo que es tiempo de ponerme en campaña. Lo hemos conversado con mi pareja, y espero que el próximo año se pueda concretar eso. Nos queremos ir piano, piano, sobre todo por los enanos, para que no se sorprendan con la noticia de que venga un hermano nuevo”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Soy un amante de las camisas, del cine, de comer en restaurantes. Nada freak. Lo único, es un poco de miedo que le tengo a la muerte. Pero la he ido asimilando; sé que va a llegar y a todos nos pasará. De repente es miedo a estar solo, en general. Debe ser algo por ser hijo único y tener a los papás encima. No quiero perder a mis viejos, perder las conversaciones con ellos, los almuerzos… No hay muchas más cosas en mis miedos. Por esto de los papás separados y el niño rebelde, pasé por varios psicólogos y psiquiatras, así que mis cosas mentales están pulidas (ríe)”.
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