Hace algunos años se solía hablar de incompatibilidad reproductiva entre las parejas cuando ambos -pese a ser sanos y fértiles- no podían concebir, pero cada uno por separado no tenían problemas para engendrar hijos.
Ese concepto erróneo, que consiste en creer que dos personas son “compatibles o no compatibles” para tener un hijo, se genera básicamente en la incompatibilidad de algunos grupos sanguíneos al nacer o para ser donante/receptor de un órgano para transplante, pero desde el punto de vista reproductivo, esta situación es rarísima, salvo cuando son parientes de primer grado.
Por tanto, no existe incompatibilidad reproductiva en general. Más bien depende del del lenguaje que utiliza el médico hacia la pareja. Aproximadamente el 15% de las parejas tiene problemas de fertilidad y al acudir a un médico para obtener un diagnóstico inicial, ahí se puede caer en este estigma de “ser incompatibles” y todo obedece a un estudio incompleto o deficiente de la mujer y del hombre.
De lo anterior, se desprende lo importante que es acudir a un subespecialista en medicina reproductiva, para que el estudio sea exhaustivo de las posibles causas para darles un diagnóstico preciso y real.
Por lo general, un tercio de las causas de la infertilidad es atribuible a la mujer; otro tercio al hombre y el tercio restante, cuando ambos tienen algún problema.
No obstante, hay casos de personas que son sometidas a diversos estudios y análisis generales, pero sus resultados no arrojan ninguna causa del por qué no pueden concebir, se les rotula como desconocida o idiopática, y eso no es porque sean incompatibles entre ellos sino porque faltan exámenes más específicos, en donde el factor masculino es el que en el mayor de las veces es subdiagnosticado, porque el espermiograma fue realizado por personal o centro no calificado, ya que requiere mucha experiencia y debe ser realizado por un biólogo de medicina reproductiva.
Lo anterior, en el caso del factor masculino, tiene una tremenda validez cuando hay que catalogar a los espermios de normales y anormales en su forma externa y peor aún, cuando hay que calificar a la forma interna, llamada morfología estricta de Kruger.
En el caso de la mujer, la edad suele jugar un rol más importante del que se cree, por esto, los test de reserva ovárica o edad biológica, bien realizados, suelen desenmascarar parejas catalogadas de “incompatibles”, en una baja reserva ovárica, con óvulos que tienen una baja tasa de embarazo y una gran tasa de abortos espontáneos.
Independientemente a que tecnología se requiere recurrir para corregir el defecto encontrado, es más sensato que el defecto sea el real y preciso, de tal modo, de no caer en técnicas como la inseminación o in vitro, sin ser los adecuados.
En suma, un buen diagnóstico implica un buen pronóstico.
Dr. Ricardo Pommer, miembro de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología .