Se ríe cuando se le comenta que hay una gata muy famosa que se llama como ella –Agatha del comic Gaturro- y que usa un gran lazo blanco con puntos fucsias que perfectamente podría ser de su colección.
Se encuentra en Chile, emocionada, por la exposición que se hará de una colección de sus vestidos y cuyo catálogo fue prologado por Jorge Edwards. El escritor no se equivoca al señalar que los chilenos tienen conocidas virtudes como la sensatez y equilibrio, pero que su contrapartida es grave: el gris mayor, en donde Agatha Ruiz de la Prada, con su aire fresco, ofrece liberación.
Bueno, el negro es uno de los colores que no se encuentran en la paleta de la afamada diseñadora española, cuyas colecciones se caracterizan por los rojos, amarillos, naranjos, fucsias y morados, y diseños como corazones, estrellas y lunares.
-¿A partir de esta exposición, es imposible preguntarte si lo que haces es ropa o arte?
“Yo quería ser pintora, antes de ser diseñadora y cada vez están más juntas una de la otra. Antes no había nunca una exposición de moda en un museo y hoy en casi todos hay. En el Metropolitan de NY hubo, el año pasado, una que fue la más visitada en su historia y era sobre Alexander McQueen”.
-La construcción de tus diseños es pop, vanguardista…
“Sí, para la gente es extraño que su ropa sea como un happening. La gente tiene mucho miedo de su cuerpo y de la imagen que da y, por ejemplo, en el 90% de las bodas todas las novias quieren ir de princesa, aunque de princesas no tengan nada. Muy poca gente hace un traje divertido, tiene miedo de lo que los demás van a pensar de ellos entonces la moda se ha movido muy poco.
“Fuera de España me conocen mucho por el color, pero allá me conocen muchísimo más por las formas. Yo partí haciendo trajes de aro, con ruedas y todos eran muy extraños”.
-Pero la ‘agathamía’ se ha difundido a partir de una paleta que no incluye el negro.
“Siempre he usado el color, pero también es muy importantes unas ciertas formas que son muy personales y que se verán en esta exposición”.
-¿El negro no se va a conciliar contigo nunca?
“Es que el negro no me gusta porque es un color muy convencional; es la falta de libertad, la uniformidad que nunca me ha gustado. Es un poco el miedo social y estoy en contra. La luz, que es el color, te cambia el ánimo y con los mismos problemas y dinero, puedes estar más feliz”.
-¿Por qué los diseñadores no lo ven así?
“No lo sé, pero es una regla de tres”.
-¿Después de 33 años, cuál es el básico de una colección de Agatha?
“Tengo dos colecciones; una, a la que le dedico mucho cariño y tiempo, es la comercial y ninguna de las dos, desgraciadamente llegan a Chile porque todo es muy complicado. Un básico son las medias de colores, que son difíciles de encontrar”.
-¿Qué te parecen los básicos que nos han impuesto: la blusa blanca y el little black dress?
“Eso es para la gente que tiene inseguridad social. Si estás inseguro te cuestionaras cómo debes ir, si tienes que ser discreta y optarás por el little black dress. Si eres segura, irás con lo que quieras aunque vayas a ver al rey de España”.
Enemiga de los abrigos de piel, considera que el animal print le parece que puede ser más divertido. “Me encantan los animales y por eso, no quiero matar a ninguno, pero sí me puedo disfrazar de ellos”, dice con una sonrisa.
Hija de un conocido arquitecto y coleccionista de arte moderno y una aristócrata, estudió arte en Barcelona. Casada con el periodista Pedro Ramírez, 54 años, tiene dos hijos veinteañeros que, reconoce, todavía le dan trabajo.
-Tu primer desfile fue en 1981, ¿crees que sigues siendo rupturista?
“Ahora me he convertido en una clásica; empecé siendo rupturista y me he dado cuenta que soy un clásico. Mi tipo de mujer es la simpática, libre…”
-¿Joven?
“No, sé es joven de espíritu. Y no la mujer mala; la moda siempre ha querido a la femme fatale y esa era una mujer que se fuma un pitillo con un tremendo escote, desea levantarte a tu marido delante de tus narices. Muchos dicen ‘que sexy es esa tía’; bueno, yo paso de esa tía, no me interesa. A mí me apetece la gente simpática, que esté cómoda, optimista, positiva que hasta el momento ha sido muy poco popular en la moda. Parece que si eres simpático y buena persona, eres idiota y, en cambio, si eres malo, parece que eres muy inteligente y no creo que sea así”.
-La rebeldía marcó tu juventud, ¿eso encauzó tu diseño?
“Me da pena haber sido tan rebelde, pero qué se la va a hacer. Ahora, eso tuvo mucho que ver; yo fui la primera nieta de toda la familia y desde pequeñita he hecho siempre lo que me ha dado la gana, siempre. No me cuesta nada hacer lo que me da la gana”.
-¿O sea, quienes vistan tus diseños tiene que ser personas con personalidad?
“Tienen que ser libres, la verdad es que son bastante cojonudas mis clientas, no por nada. Es que son fabulosas, hay muy poca clienta mía que sea idiota”.
-¿Crees que la razón por la que no están en Chile tus diseños es porque las chilenas son bien planas en su forma de vestir?
“Ya me sorprende que estén mis perfumes (aprovechó este viaje para lanzar el último, LoveGlamLove) porque es que habemos 50, tú entras a una tienda hay decenas de personas ofreciéndolos. Ahora, los diseñadores pequeños y medianos estamos compitiendo con unas empresas brutales como es Zara, H&M, y es muy difícil llegar. Cuando tú das un paso, ellos ya han andado 20 kilómetros”.
-¿Cómo defines la elegancia? ¿La definías distinto cuando eras más joven?
“No, siempre he tenido muy claro quién era una hortera (ordinario que quiere aparentar), que lo reconozco de inmediato; eso es algo que no se puede disimular. La verdad es que gente elegante hay poca y serlo es un don; pero bueno, tampoco es lo más importante ser elegante.
“Hay gente que es elegante físicamente, me parece más importante ser gente elegante de espíritu, gente generosa, culta, buena”.
-¿Has tenido que luchar mucho contra el prejuicio?
“Bueno, como no me importa luchar porque soy luchadora nata, luego se me olvida. Además, tengo malísima memoria y todo lo que cuesta trabajo luego se me olvida. Lucho, pero me divierte luchar contra el prejuicio”.
-Que te hayan clasificado de extravagante…
“Es que me encantan los extravagantes, los prefiero. Tú me dices que me vas a presentar a un tío normal y corriente, y yo digo ‘te lo agradezco, pero no es urgente’”.
-¿Dónde encuentras en este momento más desafíos, en diseñar ropa o perfumes?
“En diseñar ropa y lo importante es el equipo…la ropa es difícil, hay muy pocos diseñadores en el mundo que les va bien. Ahora en los perfumes estoy con Puig y cuando tienes un tan buen equipo todo sale bien”.
El año 2009 Agatha Ruiz de la Prada diseñó un mural que fue pintado en una esquina del barrio Bellas Artes. El año pasado, tras una decisión de la autoridad, éste fue borrado y reemplazado por un graffiti de Inti Castro. Agatha reconoce que eso le dio pena, pero comprendió que ésa era “la mejor esquina de Chile” y no la podía ocupar por siempre.
“Comprendo que no toda la vida voy a poder ser tan mimada, se tenía que acabar. No le he visto y estoy segura que no me va a gustar, porque ya me han contado”, confiesa.
-¿Qué te falta hacer?
“Sobrevivir y mejorar, pero ya he hecho tantas cosas que nunca pensé, como aspiradoras, puertas blindadas, chimeneas, coches, obras de teatro, ópera, azulejos, que ya me emociona más hacer un perfume o un traje bien hecho”.