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El derecho a envejecer

20 de Junio de 2014 | 08:54 | Por Héctor Valdés
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A propósito de un artículo de la ex esposa de Silvio Berlusconi en la que aparece fotografiada sin la belleza y glamour de hace algunos años, se abrió un encendido debate en el que se escuchan a miles de personas clamando por el derecho a envejecer. Lo que no solamente es un derecho, sino más bien una realidad absoluta que vivimos desde el mismo día en que nacimos.

Y el debate aparece justo ahora que se acaba de descifrar la secuencia completa de nuestro código genético y cuando en el último siglo la medicina y la ciencia han duplicado la esperanza de vida. El desarrollo de la cirugía, los antibióticos, la anestesia, entre otros avances, permiten hoy en día aplazar la vejez pasando la media de vida de 40 a 80 años.

De todas formas nos preguntarnos ¿Qué derecho realmente debemos exigir? ¿Envejecer o no envejecer? ¿Aplazar la vejez? ¿Vivir saludablemente? ¿Alargar nuestra existencia? ¿O simplemente envejecer a ciegas? ¿Y qué significa esto? Veamos un ejemplo. ¿Renegar de los tratamientos dentales? ¿Acaso reparar la dentadura caída a causa de los años es perder el derecho a envejecer? Si la dentadura sufre es porque fisiológicamente cumplió un ciclo y se ha debilitado. Por supuesto existen diferentes puntos de vista y opiniones, como la de miles de padres que se oponen a la vacunación de sus hijos por ser contrarías a las leyes de la naturaleza. Y al primer contacto con un virus, se contagian de golpe con enfermedades que prácticamente se encuentran erradicadas, muchos se debilitan o mueren antes de tiempo, sin haber disfrutado de la vida y de sin derecho a envejecer.

Como ya sabemos, envejecemos desde el minuto que nacemos. Un niño de seis años es 2.190 días más viejo que en el día de su nacimiento. Entonces ¿por qué nos ponemos viejos? Sin duda envejecer es la ley de la vida, pero propongo hacerlo ¡con dignidad!

En este punto decimos ¿qué es digno en el proceso de envejecimiento? ¿Aceptar que estamos enfermos? ¿Significa apoyarnos en un bastón y no optar por una prótesis de cadera o rodilla? ¿Decimos si a la cojera? ¿Dejamos ver nuestras canas? ¿La torpeza por nuestra escasa visión a causa de las cataratas? ¿Mostraremos la piel manchada y arrugada por el paso de los años? ¿Decimos no a la cirugía?

Ya sabemos que vivir 60, 70, 80, 90 y hasta 100 años era impensable hace muy poco tiempo. Además nuestra naturaleza humana no estaba preparada para soportar largos años de vida. Década a década un ejército de profesionales anti sistema se ha dedicado afanosamente a “maquillar” el envejecimiento que llevamos dentro.

¿El riñón envejece? diálisis y trasplante ¿Corazón envejece? Stent y anticoagulantes ¿El cristalino del ojo envejece? recambio ¿La cadera envejece? prótesis. Entonces, qué hacemos con la piel de rostro, cuello, busto y abdomen ¿La abandonamos? Muchos lo aceptan y no tienen problemas, otros en cambio quieren que su cuerpo exterior refleje como se sienten internamente y que aún sean jóvenes gracias a su espíritu y a las distintas especialidades médicas que están ahí cuando hace falta.

Lamentablemente si lo que envejece es el espíritu, entonces ahí sí que no se debe intentar nada. Afortunadamente la gran mayoría de los hombres y mujeres que sobrepasan los 60 años, aún se sienten jóvenes a pesar de los años, desean vivir lo mejor posible y por su puesto disfrutando de aquellas cosas como la agilidad mental, los deportes, la actividad sexual, la vida el aire libre, etc. En mi caso, cada vez atiendo a más pacientes de edad avanzada que buscan vivir y verse jóvenes.

La piel sin duda también podemos mejorarla, sólo debemos tener en cuenta que ya no estamos para concursos de belleza ni comparaciones odiosas con nuestras fotos de antaño. Con naturalidad, buen gusto y buena técnica sin duda se lograran resultados acordes, que den un aire renovado al rostro y que sin duda van a la par con esos “arreglos” internos como un bypass o prótesis.

Cierto es que quienes destacan en el cine, moda o televisión por su belleza, sufren públicamente cuando esta ha disminuido y muchas veces son presa de comparaciones mal intencionadas e hirientes. Nadie puede hacer una crítica pública por estar con sobrepeso, por no tener la piel tersa, por no tener curvas suficientes. Tampoco un cirujano puede hacer una lista de correcciones a una foto que se le pone en frente, salvo que su paciente se lo permita de forma abierta y que este pidiendo ser aconsejado. Uno como cirujano tampoco puede encontrar defectos en una persona que piensa que no los tiene. Esa pérdida de sensibilidad nos puede llevar a confundir muchos conceptos.

Como conclusión decimos que sí existe un derecho. El derecho a que cada uno sea aceptado con su juventud o ancianidad, con su belleza o fealdad, con su esbeltez u obesidad. Y Por su puesto existe el derecho a escoger el cuerpo que queremos y en el que nos sentimos a gusto.

Saludos, doctor Héctor Valdés, @DrHectorValdes


 


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