Esta semana, en California, se inició el debate de una ley que pondría nuevas reglas en los campus universitarios sobre las relaciones interpersonales y que busca dejar en claro que en un encuentro sexual, las dos partes deben dar "consentimiento afirmativo".
El tema motivó a la periodista inglesa Rosamund Urwin, columnista sobre relaciones de género del
London Evening Estándar, a abordar el asunto y plantear abiertamente que debiera existir una política de los besos.
“El preguntar me parece muy dulce porque en realidad lo que está diciendo es ‘no quiero hacer algo que te pueda molestar’, aunque suene pasado de moda, volver a las costumbres de antes, podría ser la forma de afrontar los dilemas modernos sobre el límite del consentimiento y la defensa del espacio personal”, comentó a propósito de la ley.
Pero, es realista, en estos tiempos, plantearse la necesidad de pedir permiso para dar un beso. Algunos creen que es retrógrado cuando los nuevos convecionalismos sociales le dan al beso un significado de menor importancia.
Un beso es sólo un beso, no implica compromiso, ni promesas de amor eterno ni amor perfecto, es sólo un acercamiento hacia un otro, que puede “resultar “o no, dicen. ¿Entonces?
“Si tuviese 6 años, nuevamente me enamoraría de inmediato de un tímido y dulce niño que me susurrara esta pregunta y seguramente dejaría besarme. Pero, ya grande, admiro la valentía de aquel hombre arrojado que se lanza, simplemente en la aventura de sorprenderme con un beso, al más puro estilo de fotografía de Robert Doisneau… apenas logra procesar las señales que le he dado. Siempre es admirable un hombre que, pese a muchos quiebres pasados, se atreva cada vez a iniciar una nueva relación, o incluso apenas ve señales claras en la mujer que le gusta, se lance simplemente a darle un beso y declararle sus sentimientos u objetivo. Siempre es mejor apostar. Hombres, las mujeres siempre preferimos la sinceridad, la franqueza y el detalle de ir de frente respecto de los sentimientos por más estable o furtivo que sea o resulte el encuentro. Siempre es mejor saber... Fieles hijos del Dios de la guerra, fortalezcan su espíritu creativo y apasionado siendo expresivos y valientes, estas dignas hijas de la Diosa del amor, lo valoraremos”, reflexiona Catherine M., sobre su idea acerca del primer beso.
Es que un beso, el primero, no se da porque sí, es clave el ambiente, la sutileza del contacto, el temblor del cuerpo y las ganas de llegar a ese encuentro.
“Un beso de amor implica intimidad y después de haber compartido tiempo, experiencias”, explica el psicólogo,
Miguel Ángel Palacios.
Agrega, que desde esa perspectiva, un beso siempre se va a dar en un contexto de confianza y por eso, no debiera pedirse permiso. “De hecho, la sorpresa y el encantamiento es un ingrediente importante para mantener encendido el entusiasmo sexual en una pareja”, comenta.
Pues, claro, ya habrá tiempo para el desgaste y la pérdida de novedad, pero en ese momento nada de eso. Ahora, ojo, que quien da un beso de forma repentina corre el tremendo riesgo de ser rechazado, porque es como lanzarse a una piscina sin agua por no saber cuál va a ser la respuesta de la otra persona.
“El que se lanza intempestivamente, por un instante, deja sus inseguridades de lado y apuesta todo a un resultado que va a vivir como aceptación o rechazo, algo como ‘el cielo o el infierno’ para muchos”, señala.
Pero también dependerá de a quién se besa, ya que esa mujer puede haber estado esperando el momento por meses y lo sentirá como un halago y una aprobación a sus sentimientos o en el peor de los casos, como algo totalmente “inapropiado”.
“Si no es correspondido, lo único que podría pasar es tener una conversación donde se definan mejor los límites de la interacción de ambos involucrados, pero siempre y cuando haya confianza, porque sino, será un balde de agua fría que bien podría dar cabida a una buena cachetada”, alerta.
¿Así como en las películas?Tal vez, aunque para el psicólogo Palacios siempre se podrá disculpar, ya que la intención en estos casos, no es hacer daño ni transgredir. Sin embargo, acota, que uno sólo se puede hacer cargo de las propias acciones, no de cómo la otra persona se siente al respecto.
Las señales Hay amantes y amantes. Apasionados, aventureros, conservadores, inseguros pero a cada uno de ellos les corresponderá la mujer adecuada.
El estilo como el gusto es personal. “Si quien quiere besar es aventurero podrá lidiar más fácil con la incertidumbre del resultado y se lanzará. Pero distinto será si es más conservador y receptivo, éste es probable que consulte antes”, define.
En ambos casos, reitera, los estilos son válidos y tendrán su encanto de seducción. Entonces, si el deseo inunda y ya no se puede seguir alargando el momento del beso, Miguel Angel Palacios cuenta que existen varias señales que se deben revisar para cerciorarse que se tendrá una respuesta positiva.
Por ejemplo, dice que la otra persona mostrará una disposición corporal y facial más abierta, aunque quizás más tensa. “Suelen notarse elementos sutiles de seducción en los ojos, la sonrisa, el tono de voz, las manos del otro que buscan el contacto físico, la disposición a hablar.
También, los pies y las rodillas del otro suelen apuntar hacia uno. También las partes más vulnerables del cuerpo como pecho, abdomen, genitales, apuntan hacia uno, mostrando disposición al contacto físico”, enseña.
En ese sentido, explica que el propio cuerpo es el mejor instrumento para detectar las reacciones del otro, porque asegura que a nivel instintivo, energético e intuitivo, estamos programados para que resonar con la búsqueda del contacto con el otro.
“Si escucho a mi cuerpo y éste registra sensaciones de búsqueda de contacto mutua, es un buen indicador de ese feeling. Aquí hay una atracción sexual y corporal”, afirma.
En todo caso, “poner límites es responsabilidad de uno mismo y siempre. No depende de nadie más. Cuando estamos de a dos, el otro actúa dentro del rayado de cancha que ambos ponemos, y si mis límites son difusos o demasiado flexibles, no me debería sorprender que el otro me pase a llevar, generalmente sin querer”, dice Miguel Ángel Palacios.
En ese sentido, la comunicación y el contexto en que se establezca la relación son importantes.