En junio de 2013, Shelley Cain fue diagnosticada con cáncer en su mama izquierda. En un principio los doctores fueron optimistas y pensaron que sólo necesitaría ser operada para remover el nódulo, pero después se percataron de que había más tejido canceroso del previsto, por lo que necesitaría radio y quimioterapia.
Fue ahí cuando a Shelley la invadió el pánico: no quería que cuando su cabello cayera producto de los tratamientos, sus hijos Ruby (10) y Ollie (6) creyeran que su madre estaba muriendo.
"No quería asustar a mis hijos viéndome enferma y perdiendo mi cabello. Quería que reconocieran a su mamá y que no estuvieran asustados por mi apariencia", relató la mujer de 38 años al "Daily Mail".
Claro, porque además de tener que hacer frente a un diagnóstico inesperado, los enfermos de cáncer deben sacar fuerzas de flaqueza para asumir que durante el tiempo que dure el tratamiento, deberán olvidarse de su pelo y andar por la vida completamente calvos, algo especialmente traumático para las mujeres. "Perder el cabello puede alterar drásticamente su sensualidad y cómo se perciben a sí mismas, lo que normalmente las lleva a que su confianza se desplome", señaló Bessam Farjo, director médico del Instituto de Tricologistas británico.
Pero, ¿por qué la quimioterapia produce alopecia? Jorge Gallardo, oncólogo de Clínica Alemana, explica que algunas de las drogas que se utilizan en los tratamientos, afectan la glándula del folículo piloso, que es donde crece el cabello. "Las células de esta glándula necesitan una multiplicación muy rápida y las drogas de quimioterapia las afectan. Y mientras más alta la concentración de medicamento, mayor es el efecto sobre el pelo", señala.
El especialista aclara que no todas las drogas de quimioterapia provocan la pérdida del cabello, pero hay dos -la adriamicina y el cisplatino- con las que es prácticamente inevitable que ocurra.
Sin embargo, en su afán por evitar provocarles dolor a sus hijos, Shelley recurrió a un aparato que fue creado hace varios años precisamente para evitar la alopecia en tratamientos de quimioterapia. Se trata de un casco hipotérmico que, según se describe en
Breastcancer.org, contiene un gel que es enfriado a temperaturas que van entre -26 y -40 grados Celsius.
"El método es muy simple: es un enfriador del cuero cabelludo que se adapta al tamaño y a la forma de la cabeza de la persona, para bajar la temperatura en la zona de los folículos pilosos. De esa manera, los vasos sanguíneos se contraen, hay menos circulación y menos llegada del medicamento a ellos", explica Jorge Gallardo.
Sesiones agonizantesEl oncólogo afirma que el casco hipotérmico surgió hace ya varios años, pero agrega que no se ha masificado en los tratamientos de quimioterapia principalmente porque es muy incómodo, algo que Shelley vivió en carne propia.
"Grité para que la enfermera me quitara el casco cuando me lo puso por primera vez, ya que el frío era insoportable y muy doloroso. Pero estaba tan decidida a seguir viéndome bien para mis hijos, que eso me ayudó a aguantar el dolor", relató.
La mujer usó el aparato en cada una de las seis sesiones de quimioterapia de dos horas de duración a las que debió someterse. Algunas veces, la temperatura era tan baja, que quedaban bloques de hielo en su cabeza.
Pero, a pesar de que los médicos le habían advertido que el casco hipotérmico no siempre funcionaba, gracias a él Shelley logró mantener tanto su cabello como también sus pestañas durante todo el tratamiento. Y ella está convencida de que poder conservar su apariencia la ayudó a vencer el cáncer.
"Psicológicamente, estoy segura de que no haber perdido mi cabello y pestañas, me ayudó a mantener mi ánimo arriba", afirmó.
Además de las dudas sobre su efectividad y la incomodidad que genera, Jorge Gallardo agrega que otro de los motivos por los que el aparato no es muy popular, es que su uso eventualmente impediría que la droga llegue a células malignas que pueden estar alojadas en el cuero cabelludo, lo que permitiría su sobrevida.
"Alguna vez se usó en Chile (…) Es un aparato de muy fácil diseño, de muy fácil implementación y de muy bajo costo. Pero como no está totalmente comprobada su efectividad y tiene este potencial temor de la sobrevida de las células, su uso no se ha extendido", apunta el especialista.
Cabe destacar que según afirma Breastcancer.org, hasta el momento la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos no ha aprobado ninguno de los cascos hipotérmicos que están en venta, y que a pesar de los años que han pasado desde su creación, aún están en marcha diversos estudios para determinar la seguridad y efectividad de estos aparatos.