"Y fueron felices para siempre", es el final que suele escucharse en las historias de amor que se ven en la TV y el cine, y que las mujeres sueñan con que les suceda en su vida cuando se enamoran. Claro, si todo marcha bien, el compromiso, vivir juntos y hasta casarse pueden ser los pasos siguientes.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, es común que las relaciones se vayan deteriorando, más cuando el compromiso y la voluntad por permanecer juntos se desvanece.
Es que a veces el amor no es suficiente, y las personas actúan como si fuera ciego y eterno, haciendo caso omiso a las señales que indican la distancia y la disconformidad. Y sin darse cuenta, llega la separación.
¡Horror! ¿Qué pasó? ¿Qué hice mal? ¿Dónde quedó el amor que nos juramos?, son algunas de las preguntas que entonces pasan por la cabeza.
"Las ideas sobre que el amor es mágico y muy romántico pueden provocar quiebres en las relaciones porque tiendes a no hacerte responsable de tus acciones cotidianas, ni tampoco aprendes a querer, admirar, respetar y amar a una persona real con todas sus virtudes e imperfecciones", explica la psicóloga Marisol Castillo, experta en sexualidad y técnicas psicológicas para la vida moderna.
Agrega que al no cultivar estos principios básicos, las personas tampoco se pueden aceptar a sí mismas y eso es un grave problema pues -afirma- para construir una relación de pareja, es necesario que se desarrolle la individualidad, y haya un espacio compartido y flexible.
"No somos seres lineales ni menos producto de una fantasía, o modelos ideales de personas, somos dinámicos y cambiantes", comenta.
En ese sentido, dice que las relaciones necesitan coherencia entre lo que se dice y se hace, que existan proyectos comunes, respeto, capacidad de divertirse y una sexualidad placentera. Todo para enfrentar el proceso de vida en común, que no siempre es un paraíso soñado.
Los factores
Cuando los desacuerdos inician su desfile aparecerá también una constante tensión en la pareja, la cual es uno de los factores más determinantes para darse cuenta de que la "luna de miel" se ha terminado.
También es frecuente que esta forma de interacción esté centrada en querer "cambiar al otro", opina Marisol Castillo y, nuevamente, si ninguno se hace responsable la fractura puede ser profunda y letal.
"Muchas veces por ignorancia se pueden mantener en el tiempo conflictos que son más simples de lo que parecen, pero con algo de ayuda y disposición, la pareja podría convertir ese conflicto, en puntos de crecimiento y de respeto por una diversidad compartida", alienta Castillo.
Otro punto a reconocer y que no es menos importante, es el cómo se maneja la libertad y la seguridad.
"No se puede querer actuar como si se estuviera libre cuando se está en pareja, y la libertad cambia de relación a relación, puesto que la libertad y seguridad dependen de las personas y el consenso de acciones que se dé en la pareja", complementa Constanza Zúñiga, psicóloga de Clínica Avansalud.
Pues sólo de esta forma, los integrantes de la relación no debieran actuar desde el libertinaje ni desde la opresión, según piensa la especialista.
Pero según las psicólogas también existen otros elementos que indican que una relación está llegando a su fin, como:
1. Perder el respeto por la individualidad y naturaleza del otro.
2. Señales de control, búsqueda de sometimiento en cualquiera de sus expresiones, violencia psicológica y/o física.
3. Mirar en polaridad, las cosas son blanco o negro, perdiéndose los matices de grises que tiene la vida y convivencia.
4. Sexualidad poco placentera.
5. No tener proyectos comunes.
6. Vivir en competencia.
7. No tener límites claros.
8. Dejar de expresar y conversar.
9. Perder el control.
10. Relacionarse con gestos y frialdad afectiva.
11. Infidelidad.
Recomendaciones
El enfrentar los conflictos y con la verdad por delante debe ser fundamental, porque la unión se verá más afectada si uno se queda callado y no expresa lo que le pasa, ni su punto de vista frente a la situación que lo complica.
Acto seguido, es tener la consciencia de que el "nosotros" es una responsabilidad de ambos, afirma la psicóloga Marisol Castillo.
"Ayuda también aceptar los cambios como un proceso natural de nuestras vidas y no se trata de estar fuera de control sino que de entender que ningún cambio real se provoca abruptamente", aconseja.
Al mismo tiempo, llama a aceptar que una relación sana no está exenta de dificultades y que "madurez" no es sinónimo de ser aburrido, denso o falto de espontaneidad.
En ese sentido, la experta Constanza Zúñiga propone considerar que dentro de una relación de pareja se encuentran dos mundos completamente diferentes, donde la forma de interpretar los actos puede llegar a ser muy distinta, pero que el punto de encuentro son los acuerdos.
"El amor y los sentimientos de atracción no son sólo el pilar fundamental para mantener en el tiempo y calidad la relación, sino que cada uno debe cultivarse y cuidarse mutuamente, haciéndose cargo de las distinciones y consensos a los que se llega", expresa.