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Francisca Reyes: Una chef vasca que trata de superar las discriminaciones

Lucha contra la mala disposición que se observa hoy contra la ola migratoria española y el hecho de ser una mujer cocinera en un mundo dominado por los hombres.

17 de Septiembre de 2014 | 15:30 | Por María José Errázuriz L.
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Chilena, española. Nació en Santiago, de padre chileno y madre vasca, pero cuando ellos se separaron, a sus 10 años, partió a la Madre Patria. Sólo pasados los 30, regresó.

Lleva tres años acá, espacio en que ha ocupado todo su tiempo en promover la cocina vasca de la cual se siente una orgullosa representante. Estudió en diferentes escuelas de cocina y al terminar postuló a una práctica en Chile que la hizo aterrizar –por tres meses- en el restorán de Coco Pacheco, a quien ella considera su padrino.

En tierras españolas estudió bajo las demandantes órdenes del conocido chef Karlos Arguiñano y aunque estaba a cargo de la cocina de un club de golf hispano, la crisis económica y el deseo de pasar más tiempo con su padre la hizo comprar el boleto de avión.

“Si bien las cosas no están tan mal en el país vasco, leía y escuchaba que las cosas acá estaban muy bien y ya que había tenido la oportunidad de estar en Chile, no lo pensé y opté por venirme a experimentar”, dice.

Francisca Reyes (37) mantiene las dos nacionalidades y las usa por igual. Aunque en algún momento le dieron a elegir y se quedó con las dos, reconoce que se siente más vasca por personalidad e historia.

Está al frente de un emprendimiento, Arteycocina, un catering que busca dar a conocer las bondades de la cocina del norte de España.

Muchos recuerdos de su niñez no tiene, y aunque su abuela paterna y varios primos viven en Santiago, no mantiene contacto con ellos. “En España tengo todo”, dice.

-Estuviste con Coco Pacheco, pero te quedaste muy poco, ¿por qué?
“Porque estaba joven, había dejado un amor en España y no logré adaptarme. Estaba todo el día en la cocina, era más joven, 26, y necesitaba tener amigos, ir a un bar de tapas, cosa que acá en Chile no se hace”.

-¿Cómo fue trabajar con él?
“Fue maravilloso, tiene mucho mundo y no tiene ni un problema en compartir todos sus conocimientos. Es un hombre que con esfuerzo ha conseguido todas sus cosas y todo lo transmite, te enseña sin ningún resquemor”.

-Hace poco se informó que 5 restoranes vascos están entre los 50 más importantes del mundo. ¿Qué lo explica?
“La cocina vasca está muy arraigada en el mundo. Erróneamente te enseñan en todas las escuelas que la mejor cocina es francesa, pero eso no es así y el País Vasco está en el límite con Francia. Nuestra cocina es muy buena porque sabemos tratar correctamente los productos, en concreto, no los liquidamos, porque hay cocineros que lo transforman mil veces para sacar otro sabor.
“La cocina vasca es conocida porque sólo potencia el sabor de un pescado, de una carne y sabe combinar cada ingredientes en forma exacta”.

-Hoy el chef más conocido de España es el catalán Ferran Adriá…
“Pero él ha aprendido de Martín Berasategui, Pedro Subijana, el mismo Arguiñano, que tiene su propio canal de cocina. Adriá se ha hecho conocido por ser un inventor, por su cocina molecular, pero todo eso es un rollo. Es un genio de laboratorio, bueno, de hecho lo tiene”.

-¿La cocina vasca mantiene su identidad fuera de España?
“Creo que se ha hecho su lugar, antes se hablaba de cocina española, pero hoy se puede definir. De hecho Arteycocina es totalmente vasco, pero hago fusión con la cocina chilena. Me he dedicado a estudiar ingredientes nacionales, como semillas, tanto del norte, centro y sur y generar a partir de ellos platos especiales”.

-¿Te ha sido difícil insertarte acá?
“Sí, porque lamentablemente, en el tema gastronómico son un poco machistas, entonces ven a una mujer chef y extranjera no te abren las puertas. Me ha costado, he tenido que golpear muchas puertas”.

-Bueno, el mundo de la cocina es machista en todo el mundo…
“Sí, los grandes chef son hombres, pero las hay, aunque somos más conocidas por la pastelería. En Chile, las que he visto están en televisión”.

Francisca es sumamente reservada. Cuesta que se abra a una conversación relajada y ella misma irá dando las pistas para entender por qué se muestra desconfiada. “No me siento segura”, dice cuando trata de explicar por qué le cuesta tener amigos chilenos.

-¿Eso tiene que ver con tu personalidad o con cómo somos los chilenos?
“He tenido muy mala suerte, a pesar de que me han acogido bien, cuando he dado mucha confianza, se han aprovechado. Me he predispuesto a estar un poco ajena y sigo en mi ghetto de españoles”.

-¿Les ha sido difícil insertarse?
“Creo que antes no había problemas, cuando estuve acá a los 26 lo viví, pero hoy, debido a la cantidad que han llegado, los chilenos nos ven como una competencia. Antes nos veían como un grupo entretenido, pero no ahora”.

-¿Hay un trato discriminatorio?
“Sí, muchos me comentan que los han escuchado hablar (con acento) en el Metro y les dicen ‘váyanse españoles de mie…’”.

-Ustedes nos acusan también de ser clasistas.
“Es que se ve así. Allá en España en un edificio vive el dueño y también el portero y son todos iguales, en cambio, acá lo diferencian todo por las clases ABCD, no sé que más (se ríe). Segregan y en la capital hay distintas ciudades”.

-¿Tenemos muchos defectos?
“No lo sé, aparte de que son impuntuales nosotros nos reímos con frases de ustedes típicas como ‘te llamo mañana’ o ‘nos vemos mañana’. Ya sabemos que nunca llegan mañana. Además, trabajan mucho y andan muy tensos”.

-¿Cuánto tiempo más de proyectas en Chile?
“Siempre he dicho: el día que no esté mi padre, vuelvo a España o quizás la vida me regala algo, conozco un chico y me quedo”.
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