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Viuda logra convertir la muerte de su esposo en un día feliz

Una mujer que perdió a su marido pudo comprender su historia y encontró el sentido de la felicidad en ese preciso momento.

17 de Septiembre de 2014 | 15:31 | Emol
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www.maddypaxman.co.uk

Perder a un ser querido es la pena más grande que cae de golpe en nuestras vidas. Y aunque sea algo esperado o repentino reponerse a una pérdida y no sufrir su ausencia resulta casi imposible.

Sin embargo, la historia de la escritora y terapeuta inglesa Maddy Paxman es distinta.

Según relata en su libro de autoayuda “The Great Below: A Journey Into Loss” (El gran bajón, un viaje hacia la pérdida), la muerte de su esposo Michael por una hemorragia cerebral a los 50 años, le enseñó la verdad sobre la búsqueda de la felicidad.

“Eso sucedió hace ya diez años, pero en la gran intensidad de esa experiencia dolorosa, descubrí que puede contener una especie de regalo muy especial”, reflexionó en un artículo que publicó en el Daily Mail, para dar a conocer su particular vivencia.

Recordó que mientras caminaba por el parque, en la primera primavera después de su muerte, las lágrimas llenaban sus ojos cuando pensó que nunca volvería a ver otra primavera como antes.

“Pero, justo en ese momento vi a un pequeño narciso amarillo con pétalos delicados que da flores cada año y que está ubicado peligrosamente cerca de la acera. De repente, me sentí muy contenta al ver a esta pequeña flor, surgiendo en la vida con tal espíritu indomable”, contó.

Fue esa imagen una metáfora para toda su vida, porque entendió que en el lugar donde está el dolor en el corazón también hay un espacio para la alegría.

Fueron los mejores y peores días de su vida, pero para Maddy Paxman el día de la muerte de su amor reunió esas dos emociones. “Aunque estaba devastada por completo, también sentí intensamente la vida vibrante en mi. Era como si, de repente y por primera vez, hubiera entendido la verdad sobre la vida y la muerte, el amor y la pérdida, la felicidad y la tristeza”, comentó Paxman.

Infancia infeliz

Como muchos, su vida no tuvo un buen comienzo. Durante su infancia y adolescencia, su madre, que murió hace unos años, sufría de ataques de depresión suicida.

Ella era una joven llena de ansiedades y emociones oscuras que la alejaban en forma constante de la alegría. Cuando pudo salir de su casa, se trasladó a vivir en París durante un tiempo y después de la universidad viajó con mochila al hombro por India, China, Norteamérica y Canadá.

“Fue un momento de gran libertad y aventura, con pocas responsabilidades, pero siempre teñida de anhelo y confusión”, rememoró.

Al casarse con Michael Donaghy no todo fue alegría, lo conoció cuando ella vivía en Chicago y mantuvieron una relación a distancia por dos años hasta que él finalmente se fue a vivir a Londres y pudieron dejar de vivir en la constante agonía de la separación.

Los obstáculos para ser feliz no cesaban aún cuando el amor de pareja era del bueno. Trataron de tener un bebé, pero en su primer intento tuvo un embarazo ectópico que la llevó a perder sus trompas de Falopio.

Después de años de tratamientos de fertilidad y una fertilización in vitro, pudo dar a luz a su único hijo. “Por fin, tuve el bebé que anhelaba, me sentí muy feliz como nunca lo había sido”, evocó.

Pero las noches de insomnio y el agotamiento de cuidar a otro ser humano la llevaron a cuestionarse la decisión de ser madre. Aunque, esos pensamientos rápidamente los disolvía no dejaba de sentirse miserable por tener esas ideas.

Cuando llegó a los 40, comenzó a percibir algunos achaques y algunos sin sentido de la vida diaria dado sus cambiantes estados de ánimo, pero el momento en que su vida giró en forma definitiva fue a sus 46, cuando su esposo murió repentinamente y se quedó sola criando a un niño de 8 años de edad.

“La pérdida me dejó tambaleando y bajo un profundo sentido de conmoción y dolor, pero también y lo reitero, me dio un nuevo sentido de posibilidades y direcciones que podría tomar ahora como individuo y ya no como parte de una pareja”, expresó Maddy Paxman.

Después de este deambular y ahora a sus 56 años, concluye que ha sido una década de gran satisfacción personal. “He escrito y publicado un libro sobre mi experiencia del dolor y mi hijo ha crecido hasta convertirse en un hombre encantador. Creo que la ventaja de envejecer es ver la vida a través del lente de gran angular de la sabiduría y la experiencia”, afirmó.

Y agregó que ahora se da cuenta de que muchas cosas que parecían tan importantes no importan tanto como pensó alguna vez.

“Tendemos a considerar la felicidad como un destino o un bendito estado de ánimo que después de llegar nos mantenemos en él, pero en mi experiencia es más como un respiro, un lugar que vas y vienes en tu camino, donde es necesario que exista el opuesto para que nuestra vida se mantenga en equilibrio y podamos elegir donde queremos vivir, en la luz o en la oscuridad, en la felicidad o en la tristeza, ese es el movimiento que da sentido a la vida”, reflexionó.

Sin duda, para Maddy Paxman la adversidad la ha fortalecido como persona. Ahora, libremente asegura tener una buena y sana idea sobre sus capacidades, necesidades y vulnerabilidades.

“Me siento más feliz ahora que tengo un sentido de aceptación tranquilo y calmo de lo que está sucediendo en cada momento, aprendí a vivir ‘en el flujo de la vida’”, concluyó la ahora terapeuta de la Técnica Alexander para el crecimiento personal.


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