No es una terapia de pareja, ni un retiro espiritual, sino más bien un programa de acompañamiento a matrimonios en crisis. Y en estos años que lleva en Chile -llegó en 2003-, sus monitores comentan que no les deja de sorprender que, algunas veces, sean los niños los que recogen el folleto que entregan a la salida de las iglesias y se lo entregan a sus padres como urgiéndolos a hacer algo.
Retrouvaille –que en francés significa redescubrimiento- nació en Canadá en 1977 y, tras tomar cuerpo, ha logrado abrirse camino en 20 países como un programa de ayuda a matrimonios en problemas o ya separados; y si bien tiene un origen y orientación católica, puede ser realizado por cualquier pareja sin importar sus creencias.
Con el apoyo de monitores, la pareja en crisis participa de una dinámica de fin de semana junto a otros en igual situación y luego de doce semanas de seguimiento, donde no intervienen ni psicólogos ni terapeutas, sino matrimonios que ya han pasado por lo mismo.
María Eugenia Verderau, vocera de Retrouvaille y
Voces Católicas, (casada, cinco hijos) cree profundamente en este programa que hace algunos años le ayudó a salvar su propio matrimonio. Asegura que la base de su éxito está en ser una técnica de comunicación que posibilita superar hasta los problemas más dolorosos.
Quienes exponen su propia experiencia dan cuenta de haber sobrellevado infidelidades, problemas de violencia intrafamiliar, drogadicción de alguno de los cónyuges, crisis financieras, dobles vidas, abortos o la muerte de un hijo.
En Chile más de 700 parejas han participado de él, y aunque no se lleva una estadística oficial, buena parte de ellos, más de un 80%, han logrado mantenerse juntos.
“El programa, en realidad, les sirve a todas las parejas, pero su enfoque está en las en crisis, en aquellas que se están como ahogando y necesitan una mano”, dice.
-¿De qué tipo de crisis hablamos? ¿Una comezón de los 7 años?“De todas; el programa recibe parejas que se contactan con nosotros, que luego entrevistamos para contarles de qué se trata y el nivel de su crisis la definen ellos. Ellos evalúan si les sirve o no”.
-¿Qué diferencia este programa de una terapia de pareja?
“Es algo totalmente diferente, complementario; aquí el trabajo lo hace la pareja sola, exceptuando el fin de semana que tampoco es una terapia en grupo. El programa sólo les entrega herramientas para que ellos aprendan una manera nueva de comunicarse, que es lo que básicamente enseña: una técnica de comunicación basada en los sentimientos.
“En vez de decirle al otro lo que opino, lo que pienso, lo que creo, o sea, juicios y prejuicios, se transmite el sentimiento personal que se tiene frente a una situación. Lograr ese entendimiento posibilita que la pareja converse, tome decisiones”.
-¿Es efectiva para enfrentar cosas como ‘ya no te amo’?“Todo. La mayoría de las parejas que llegan a Retrouvaille evalúan que tienen problemas de comunicación, algo que parece simple y eso hace que se distancien y por ende, sobreviene todo lo demás como una infidelidad o el desamor. Todo nace de la distancia porque un matrimonio que está unido y cercano no lo experimenta”.
María Eugenia insiste en que sin los problemas de comunicación en una pareja es difícil que se produzca el abismo que dará pie a los conflictos. “Pero si se entra en un diálogo de corazones, ese abismo es absolutamente salvable”, acota.
-¿Estar en este programa es excluyente de una terapia de pareja?
“No, para nada, muchas veces es complementaria”.
-¿Y el ingrediente religioso debe estar presente?
“Este es un programa de origen católico, participa un padre, los monitores rezamos por los matrimonios, pero está abierto a ayudar a todas las parejas que lo pidan, independiente de sus credos. Es un servicio de la Iglesia Católica para todos”.
-¿Hay requisitos para participar en Retrouvaille?
“Deben ser parejas casadas legalmente, porque eso muestra que hay un compromiso (no se exige matrimonio por la Iglesia); no pueden estar en una situación de infidelidad no terminada; y ninguno de los miembros puede tener un problema psiquiátrico serio no tratado o uno de adicciones no tratado porque esa persona no está en un ciento por ciento. Además esto es un programa voluntario”.
-¿Ustedes se ponen en el caso de que el matrimonio igual fracase?
“Por supuesto; de hecho, muchos de los que participan son parejas que están separadas por mucho tiempo y quieren darse una nueva oportunidad. Pasa que tras hacerlo, se separan, pero lo único que le pedimos a los participantes es que durante los tres meses no tomen decisiones, o sea, que esperen llegar al final y ahí resuelvan”.
-¿Una crisis se puede superar en 3 meses?“No todo va a cambiar en tres meses, pero da una luz de que se puede; por eso hemos reforzado los seguimientos y son años de trabajo por delante. Cuando yo lo hice fue como lo último que íbamos a intentar y después de conocer los testimonios de otros matrimonios nos dijimos ‘nosotros también podemos’. Saber que otros pueden da esperanza y cambia la visión”.
-Llevas 10 años vinculada al programa, ¿en este tiempo qué te ha sorprendido?“Sorprende el universo de dolores que tienen las personas; a pesar de que ellos nunca cuenta abiertamente al grupo lo que les pasa, sólo a los monitores, es increíble la gama de dolores que los cruzan. Y sorprende también cómo son capaces de reestructurar su relación y salir adelante. Después del quiebre son capaces de rearmar una relación diferente, porque la idea es no volver a ser la pareja anterior”.
-¿Has visto en estos años, que los problemas de parejas han cambiado? ¿Qué hoy la insatisfacción sexual toma más importancia?“No, los problemas siguen siendo los mismos, su base está en la falta de comunicación, pero sorprende más que llegan muchos matrimonios muy jóvenes. Uno no pensaría que tan recién casados estén viviendo dificultades que los lleven a pedir ayuda. Eso es valioso, pero también penoso.
“Es cierto que el tema sexual está muy presente en el ambiente, pero nosotros lo abordamos más por el lado de la intimidad, cómo es ésta en la pareja y que elementos lo rompen; quedarnos sólo en lo sexual, deja el tema cojo”.
-¿Qué tan determinante es tener hijos, en la voluntad de hacer el programa?
“La presencia de hijos no es la razón que los motiva; la idea de salvar el matrimonio pasa por ellos más que por los hijos y así debiera ser. Uno no debe hacerlo por ellos, aunque lo que se haga redunda en un bien para ellos”.
-Hoy se coquetea con la tesis del ‘chipe libre’, ¿qué te parece?“Creo que la mejor forma de matar el amor es el chipe libre. No me imagino cómo una cosa así puede ayudarte a salvar un matrimonio”.
Aquí María Eugenia apunta a la necesidad de que los medios de comunicación asuman su responsabilidad en este ámbito, más cuando entregan un mensaje facilista, egoísta, que puede desorientar.
N.d.R: Retrouvaille es una fundación sin fines de lucro, por lo que el costo del programa se transparenta a los matrimonios, los que cancelan su valor según sus posibilidades económicas.