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Massimo Piazza: "Los chilenos son clásicos, pero no pasados de moda"

El italiano, experto sastrería a la medida, analizó el look y estilo de los chilenos.

22 de Octubre de 2014 | 08:20 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Héctor Yáñez, El Mercurio
Alto, delgado, elegante, distinguido y con un inglés adornado por un acento italiano. Así nos recibió Massimo Piazza, un sastre profesional italiano, que lleva casi 20 años trabajando en hacer trajes perfectos y a la medida para sus clientes.

Sentado al fondo de la tienda de Brooks Brothers del hotel W, clásica marca que ha vestido a Presidentes estadounidenses, desde Lincoln a Kennedy, y para la que trabaja como director internacional del área de sastrería a la medida, nos contó que era la primera vez que cruzaba la línea del Ecuador, ya que, después de haber nacido en un pueblo cerca de Milán y haber trabajado para otra marca de ropa en Italia, había ido a parar a Nueva York hace 15 años, enamorado de su profesión.

“Antes ni sabía que existía todo esto de hacer trajes a medida. Y cuando me fui interesando y aprendiendo de esto, me di cuenta que me encantaba interactuar con los clientes y ver sus rostros cuando el traje está listo. Me da mucha satisfacción ir a un país, conocer a un cliente nuevo, y volver a ese lugar seis meses después y que el mismo cliente me diga que el traje que confeccionamos es el mejor que ha tenido en su vida”, comenta con una amable sonrisa.

Apenas estará unos días en Santiago, pero aquí se encargará de medir clientes chilenos y capacitar a los que se queden aquí. Después, quién sabe dónde tendrá que seguir su labor, ya que no para de viajar por Estados Unidos, México, Europa y hasta la India, asesorando millonarios, políticos y estrellas de cine.

-Con lo que has podido ver, ¿qué te parece el estilo de los hombres chilenos?
“De lo poco que he podido ver, creo que el hombre chileno se viste similar al europeo. Usan cosas no muy holgadas y prefieren la ropa algo más ajustada. Son chilenos son clásicos, pero no por eso pasados de moda”.

-En otros lados, ¿es muy diferente?
“En todos lados es diferente. En Italia, los hombres quieren verse elegantes pero siempre tratando de poner un sello personal en lo que visten. En Nueva York, por ejemplo, prefieren la comodidad antes que el look. Y de lo poco que he visto aquí, me atrevería a decir que les importa algo más el look que la comodidad”.

-No debe ser muy fácil entonces trabajar con clientes de distintos países, con tan distintos estilos y gustos…
“Es importante escucharlos. Por mi trabajo, me he transformado en un muy buen oyente. No todo el mundo viste lo mismo ni requiere lo mismo, así que es importante mí escuchar lo que el cliente realmente quiere; entender de qué se trata su trabajo, dónde vestirá el traje, la camisa, la corbata, dónde y cómo. Por ejemplo, si trabaja para un banco, necesita estar muy formal todo el tiempo, si trabaja como músico, se puede jugar más y ser más creativo. Lo que necesito entender al escucharlos es si nos vamos a guiar por su comodidad o por su look”.

-Muchos políticos son clientes tuyos. ¿Qué les importa más, en general?
“Para ellos, la comodidad suele ser  lo primordial. Necesitan estar frente a una multitud, por ejemplo, y mover mucho sus brazos. Por eso digo que es importante escucharlos y saber qué es lo mejor para ellos, su estilo de vida”.

-¿Hay clientes que hablan más de la cuenta mientras estás haciendo las medidas? ¿Tu profesión es un tipo de confesionario masculino?
“Un poquito, depende del cliente. Algunos se quedan muy callados y apenas hablan, y otros dan demasiada información que no quisiera saber. Los políticos hablan mucho, les gusta hablar. Con estrellas de cine, por ejemplo, me he topado con algunas que son muy amistosas y otras que no dicen nada de nada”.

-¿Son pesados?
“Depende de los artistas. Al final te das cuenta que esas estrellas de Hollywood, las más famosas e importantes, las más grandes, son las más amables y gentiles. Los otros son más ‘recién llegados’, ya sabes a lo que me refiero. Y así es en todas partes, con famosos de la India, Europa, México…”.

-Trabajas con hombres de distintos países, distintas culturas. ¿Hay algún patrón común que se repita cuando se trata de elegancia?
“En todos lados, lo que los hombres más buscan es verse apropiados para la ocasión. Nadie quiere ir de traje a un asado o de short a una gala. Ellos quieren ir a una fiesta y ver que todos los hombres visten más o menos el mismo traje. A diferencia de las mujeres, quieren ir a una fiesta y ver que nadie más viste su mismo vestido. Si un hombre ve que diez hombres más tienen un traje parecido, se siente el mejor vestido del mundo (ríe). Siempre habrá un tipo que quiera vestir el traje rojo de terciopelo, pero eso es otra historia”.

- ¿Hay algo que te moleste sobremanera y derechamente lo encuentres ordinario?
“Usar los pantalones muy largos. Eso es demasiado para mí. Lo otro que me molesta es que se abrochen los tres botones de la chaqueta. ¡Es solo uno o los dos primeros, no los tres!
“Tampoco me gusta cuando llega alguien diciendo, ‘compré este traje el 2005’, hazme uno igual. Y no toman en cuenta que han llegado con varios kilos de más y que no está bien tener uno nuevo, que pareciera que tuviste guardado en tu clóset por nueve años”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“El tiramisú, ése es mi vicio”.

-¿Cuántos te comes de postre?
“No puedo comer tantos como quisiera. Me gusta la buena comida, ir probando platos alrededor  del mundo. Tengo la suerte de viajar y poder hacerlo. No soy el tipo de italiano que llega a Nueva York  y va a comer a la trattoria, prefiero las cosas típicas de cada lugar. Hoy, que llegué a Chile, solo he comido pulpo, pero probé el fan… fan… (le pregunta a alguien unos metros más allá) fanschop y quiero probar el jote (ríe)”.
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