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Lilian Dreckmann: Los problemas que tienen los chilenos para ser asertivos

Por mucho tiempo los chilenos han tenido problemas para decir lo que piensan, pero ahora, en el otro extremo, nos hemos vuelto prepotentes. Ninguno de las dos posiciones es ser asertivo.

12 de Noviembre de 2014 | 08:00 | Por María José Errázuriz L.
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No es fácil ser asertivos y pareciera que los chilenos tenemos un problema con ello. Es más, una característica general es que vivimos inmersos en la cultura del silencio, lo que precisamente complota contra lo anterior.

“Afirmarse de un modo auténtico y respetuoso” de Katelijne Theuwissen y Michel Lamarche, es el libro que aborda esta temática bajo la mirada del PRH, la metodología de la personalidad y relaciones humanas que sigue un grupo de psicólogos y terapeutas.

La psicóloga Lilian Dreckmann es una de las pocas voces certificadas de esta psicopedagogía que impulsa el crecimiento de las personas y al alero del lanzamiento de este libro nos acompaña a llevar a los chilenos al diván y analizar qué tan asertivos somos o no.

“En términos generales, la asertividad no es un tema de los chilenos. Tendemos mucho a no decir nada, a quedarnos callados, por no ofender a los otros; el no hablar ni expresar la opinión para no causar molestias está muy inmerso en nuestra cultura. Es propio de nosotros no decir las cosas, no ser abiertos en las cosas más simples de la vida y que revela como si existiera un gran temor”, dice.

Pero en contraposición, Lilian agrega que los chilenos se muestran prepotentes, agresivos, buscando ocupar mucho espacio para sentirse importante, algo que tampoco puede ser considerado asertividad.

“Nos movemos en este péndulo, en estos dos extremos y eso se ve en los grupos laborales y otros. Hemos ido cambiando y de estar metidos en nosotros mismos y no decir mucho hemos pasado a ser exitistas, de mostrar lo que se hace, consigue, poniéndose en el primer plano”, aclara.

-¿Los chilenos estamos pasando acaso por una etapa de rápido y furioso, de obtener todo ahora? ¿Y eso, es compatible con ser asertivo?
“No, el ser rápido y furioso es llegar rápidamente al conflicto. Generar el conflicto no ayuda a buscar soluciones, acuerdos que construyan el bien común. Rápido y furioso me suena mucho con esto de las demandas sociales, algo que es muy válido, pero que en la forma no ayuda a llegar a puerto con los objetivos”.

-¿Puede esto tener un origen en que acumulamos frustración mucho tiempo?
“Puede haber muchas razones, pero una puede ser que no hablamos a tiempo, hablamos demasiado tarde, entonces la frustración estaba sostenida en el tiempo. Otra causa es que no existe una participación efectiva, donde la gente exponga sus demandas, donde alguien la escucha. Hay una participación que aparentemente está en la calle, pero no tiene canalización hacia las instancias donde puedan tener solución esas necesidades”.

-El ser rápido y furioso muestra una forma de canalizar la rabia que pareciera no ser la correcta. ¿Eso complota contra ser asertivo?
“Esta manera de llevar la agresividad no es sana, porque no la lleva al punto donde se consigue lo que se quiere; la lleva a sacarla para fuera, expresarla de manera inadecuada con destrozos, pero no es conducente. Y esto es precisamente no ser asertivo, porque serlo es aquel que canaliza su rabia en forma efectiva para obtener sus objetivos”.

-Lo dijiste al principio, ¿nos pasó la cuenta ser pasivos mucho tiempo?
“Puede ser algo de eso; pero por otro lado hay muchas instituciones como la familia –que se ha desperfilado bastante-, el consumismo que ha vuelto a la gente muy exitista, han generado efectos en el desarrollo psicológico y afectivo de las personas”.

-En este contexto, ¿cómo debiéramos definir a una persona asertiva?
“Una persona asertiva es aquella que puede ocupar bien su lugar en su familia o grupo, es reconocido porque puede expresar bien sus opiniones, porque tiene una posición frente a la vida y expresa sus necesidades porque se siente con derechos. También hay una agresividad que tiene que ver con el ocupar su lugar y defenderlo. Ser asertivo es ocupar ese lugar sanamente, en propiedad. Cuando se es asertivo, se pide lo que se necesita, hablo de mis necesidades”.

Lilian Dreckmann explica que eso que se vive, primeramente, dentro la familia, donde se consigue la autoafirmación se extrapola a todas las demás instancias, el colegio, el trabajo, la pareja.

-El libro que presentaron habla de autoafirmarse de modo auténtico y respetuoso, ¿cómo lo explicas?
“Ser auténtico es ser uno mismo, sin mostrar caretas y siendo uno tal como es. Cuando se es así, uno se respeta a sí mismo y respeta a los otros, porque hay una seguridad en ser uno mismo, desde ahí se puede ocupar bien su lugar y dejar que los otros ocupen el suyo. La asertividad tiene que ver con las relaciones humanas, se es asertivo en relación con otros”.

-Los chilenos tuvimos y tenemos problemas con la autoridad, ya sea por padres autoritarios o un régimen autoritario. ¿Pasar por esos procesos nos ha hecho ser poco asertivos?
“Responderlo implica una mirada mucho más sociológica y voy a dar una respuesta más desde el ser humano. No sé si esos procesos han afectado o no la relación con la autoridad, pero el autoritarismo de los padres, en generaciones pasadas, no lo favoreció. Y hoy, el dejar hacer que siguen los padres tampoco ayuda, porque falta el poder ajustarse; el no tener límites lo que produce es mucha inseguridad, y eso atenta contra la asertividad. Si uno no se siente seguro no se atreve a expresarle a otro cómo uno se siente o piensa”.

-¿Qué pasa con las mujeres? En culturas machistas somos miradas en menos, por lo que la visión debe apuntar a que son menos asertivas. ¿Es así?
“Eso hay que mirarlo a través de distintas generaciones. Para una generación, la de 50-60 años, probablemente son mucho menos asertivas que las mujeres de las generaciones posteriores. Hoy lo son más, defienden sus derechos, dicen lo que quieren e incluso se van al extremo. Veo las relaciones de pareja donde ellas deciden y hacen cosas que no estaban en sus posibilidades. Además, a los hombres se les permite la agresividad, y es bien visto que lo sean, defendiéndose; las mujeres, en cambio, son vistas como las que acogen, las comprensivas y la agresividad no es bien vista en ellas”.

-Hoy las mujeres asertivas también son criticadas. Michelle Bachelet lo ha dicho: cuando un hombre levanta la voz se le aplaude; si lo hace una mujer, es una histérica o se amachó.
“Creo que es normal que cuando uno tiene que ocupar el lugar que le corresponde en la sociedad irse un poco al otro extremo. La asertividad, siempre y cuando uno la ocupe bien, no recibe contrarespuesta; eso es lo potente. El asertivo logra lo que quiere porque no se encuentra con resistencia. En un mundo que es machista y en donde las mujeres han comenzado a ocupar su lugar, quizás ha sido necesario que ellas vayan un poco más fuerte. Se trata de estar en un plano de igualdad, pero la ley del péndulo se da siempre en los fenómenos sociales”.

-Si miramos dónde estamos queda la sensación de que hemos tenido falencia en la educación de la asertividad. ¿Cómo se hace?
“Esto es algo mucho más complejo como para dar sólo recetas. Ser asertivo implica, primero, conocerse uno mismo, saber quién uno es. Después, expresar lo que siente, opina y se necesita. Además, implica ser maduro emocionalmente y valorarse en lo propio y así expresarse frente a los otros sin miedo. También ayuda mucho tener modelos asertivos, en los padres”.

-¿O sea para llegar a ser asertivo uno tuvo que tener padres que dieron autonomía, que dieron libertad y límites?
“Sí, esto al final implica la construcción de una persona segura, con confianza en la vida, que es la clave para ser feliz y desplegarse en forma auténtica”.
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