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¿Eres la "mujer perfecta"? Bueno, aquí tus trampas que impiden el amor

21 de Noviembre de 2014 | 08:56 | Por Cristina Vásconez
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Para mí el amor nunca fue fácil. Fui capaz de instalarme en un país distinto como éste, hacerme de un espacio, pega, amigos, de aprender el lenguaje nacional nada sencillo para cualquier extranjero. Sin embargo, en las lides del amor siempre me di contra una muralla, una y otra vez terminaba triste, desesperanzada y confundida. La pregunta de entonces y que hoy escucho también en los Talleres de Coaching para Solteras que doy es: “¿qué malo habrá en mí?”

Eric Fromm en su formidable libro “El Arte de Amar” postula que el amor es la respuesta al problema de la existencia humana, puesto que el desarrollo de éste conlleva la disolución del estado de separación sin perder la propia individualidad, y que los elementos necesarios para el desarrollo de un amor maduro son el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento.

Hoy soy capaz de reconocer los recovecos de mi personalidad. Estar consciente me alerta sobre mis zonas oscuras, mis puntos frágiles, pero a pesar del tiempo y el control, se resisten a desaparecer por completo. Entendiendo que todos portamos un lado b, y tal como lo detalla Gabriel Rolón en su best-seller “Encuentros (el lado B del amor)” éste también contendría 2 caras, las que muchas veces nos elevan al cielo, pero que en un santiamén nos precipitan al infierno. Dado esto, me parece oportuno indagar en los lados oscuros de algunos rasgos de personalidad, aquellos que en mi práctica de coaching, he visto como un claro impedimento a ese de por sí, difícil arte del amor.

En ocasiones anteriores me he referido de manera general a distintos estilos femeninos para abordar la relación de pareja, tales como la mujer maternal, la geisha o la superwoman. Hoy propongo profundizar en aquellas mujeres que hacen énfasis en hacer las cosas bien, las que están comandadas por “la perfección”.

Hablar de la “mujer perfecta” puede sonar soberbio, un modelo más cerca de un estereotipo que de una de carne y hueso. De hecho, una revista como la Men´s Health publicó años atrás un grupo de 10 rasgos en su mayoría físicos, que entre piernas largas y caras risueñas, constituirían el ideal de muchos galanes.

Pero más que un modelito estético, pretendo ahondar en aquella mujer que desde pequeña vive en el esfuerzo de hacer las cosas de manera adecuada, con un compromiso total en cada tema que aborda. Ejemplo de eficiencia, constancia y empeño, transita por las más disimiles áreas aplicando toda la energía necesaria. Son las mujeres que hacen del método su sistema de vida, lo cual se refleja en factores como la puntualidad y disciplina. Y dada su cercanía con la precisión, lo comprobable y su adaptación al orden, tienden a elegir profesiones como finanzas, química o matemáticas y las vemos en el mundo bancario, el castrense, las notarías, o en los tribunales de justicia. Las sociedades tenemos una gran deuda con estas personas que desde siempre vienen velando porque los mecanismos y las leyes se cumplan, que no abandonan el rigor, custodios de un orden establecido. Pero tal como nos referimos inicialmente, cada ámbito de la vida contiene luz y también su sombra.

Premunidas con su sistema exacto que las destaca en áreas concretas, tienden a ser muy críticas y poco flexibles en adaptarse a los imponderables, la esencia de las relaciones humanas. Es la razón por la que la difícil etapa de adolescencia de los hijos sea una verdadera prueba de fuego para estas personas, más abrumadora aún, que para el resto de los mortales.

La “mujer perfecta” tiende a actuar de manera solitaria ya que son pocos los que son capaces de seguirle el ritmo; viven ocupadas y su mantra es “hay tanto por hacer”.

Corrientes que estudian la relación entre las enfermedades y las estructuras de personalidad, que plantean que el malestar no es otra cosa que la falta de armonía interna del individuo, un trastorno de orden que puja por ser visto y de ahí deviene en síntoma, ellos exponen que el “perfeccionista”, cuyo motor lo impulsa a la tarea, tiende a desarrollar enfermedades en las articulaciones como una paradoja síquica a ese hacer compulsivo, que los bloquea en el movimiento a través de un dolor crónico.

¿Qué sucede al interior de la pareja? Sin duda la “mujer perfecta” está marcada por un estándar alto, de cómo y cuándo deben suceder las cosas, y en el ámbito amoroso también éste aplica, instalando maneras, modales y reglas de cómo obtener lo mejor para la relación, con el único afán de lograr la pareja ideal. Dadas sus expectativas, tiende a ser descalificadora, inconformista y muy crítica, lo que con el tiempo impacta negativamente en la autoestima de ese Otro, quien no encontrará la manera de instalar su propio sistema, el que sea de su agrado.

Su impaciencia las lleva a tomar una actitud principalmente activa, ya que no es capaz de permanecer observante para ver el desempeño de su pareja, terminando en hacerse cargo de todo y en sus propios plazos. El problema es que de tanto hacer, va quitando del juego al otro, cada vez más agotada, y cada vez sintiéndose menos querida. El amor pasa a ser el resultado de la tarea y el esfuerzo, vive el amor en soledad e incomprensión. El deber imponiéndose sobre el placer.

¿Habrá destino y salvación? ¿Es posible modificar patrones y abrirnos a un porvenir más amable, más compasivo y, en la pareja, más integrador?

Sin duda todo cambio exige de una decisión personal, la firme convicción de renunciar a estilos y juicios que nos han poblado desde siempre. Cosa nada fácil, que tal como lo retrata Spencer Johnson en su best seller “Quien se ha llevado mi queso” siempre está la posibilidad de quedarse en la queja eterna, el sollozo de lo que no se nos da, en definitiva, la resistencia al cambio.

Sin embargo y hasta la ciencia lo avala hoy, los seres humanos tenemos la capacidad de reciclarnos, de emprender un cambio de actitud en todo sentido, y que desde el esfuerzo y la disciplina férrea hasta se logra modificar físicamente el cerebro. Es la base de la neuro-plasticidad . La “mujer perfecta” también puede modificar su actuar, partiendo con la toma de conciencia que la conduzca a la transformación.

Si te sentiste identificada con este estilo, aquí algunas pistas:

- En caso que la mayoría de tus decisiones estén comandadas por el “tengo que..” podrías equilibrarlas por otras tantas en donde privilegies el “quiero que…”
- Por cada vez que tu natural tendencia te lleve a ver lo que esté mal, lo que te conduce a la crítica personal o ajena, balanceala con otras que sí merecen tu aprobación.
- En el terreno personal y si es necesario pedir ayuda, hacer “algo” espontáneo, sin sentido aparente pero que te lleve al gozo, despierte tu lado infantil, tus misterios profundos.
- En la pareja, distinguir un par de elementos que son claves para ti en una relación, con lo que no eres capaz de transar. Esos que tea mantienen atada a él o que has identificado como razón de emparejarse. Fuera de ello, cerrar los ojos y agradecer el ser capaz de alejarse de tu compulsiva búsqueda de lo perfecto.
- Destacar explícitamente los aportes de los otros a pesar que no encajen en tu forma ni expectativas. Deja hacer y agradece con alegría.
- Reírse más, carcajadas sonoras y recurrentes. No hay como el humor para llevarnos a relativizar la vida, para amar porque sí.

Una y otra vez la vida nos desafía con un sentido que muchas veces desconocemos, nos manda señales que de estar más alerta podríamos decodificar e ir desatando nudos y evitarnos dolores innecesarios. El caminar con poca conciencia de los costos de nuestras estructuras nos aleja de poder intervenirnos. Cada día nos ofrece la posibilidad de despertar, seleccionar lo que sí cunde y hacernos cargo de lo que nos estropea el andar, nos sabotea el amor.

Mi testimonio es que si se puede, no sólo por lo vivido sino por lo que veo, que desde mi privilegiada tribuna de Coach me ha tocado constatar, la maravillosa metamorfosis de decenas de mujeres que se atreven a rebelarse y con ello, se asoman a una nueva forma de perfección, esa que se parece a la plenitud, la alegría y donde todo, simplemente calza.

Saludos, Ma. Cristina Vásconez, coach para solteras.
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