Miguel Arenas, El Mercurio.
"Ser galán es un trabajo", dice Fernando Kliche (60), el actor uruguayo que lleva más de treinta años con ese cargo en la televisión chilena. Galán joven, en sus tiempos de "¿Te conté?", galán maduro para "Marrón Glacé", hoy lo vemos como galán senior en "No abras la puerta", en el papel de Germán Tobar, el ingeniero que en plena crisis matrimonial decide dejarlo todo, ponerse a pintar y enamorarse de una treintañera.
No sabemos si ya se maneja a la perfección con las crisis matrimoniales, pero al menos estamos casi seguros que de enamorarse, Kliche es casi un experto. Casado cinco veces, asegura ser un hombre que no se frustra con las separaciones y sigue creyendo en el amor.
"He vivido cosas buenas, malas y más o menos, como todo el mundo. Soy una persona que siempre trata de vivir con los pies en la tierra, porque soy muy soñador y romántico, tengo muchas ilusiones, y siempre estoy pensando un poquito más allá de toda esta tontera de la vida normal", confiesa uno de los hombres que por décadas ha estado envuelto en el aura de una leyenda de eterno conquistador.
Sin embargo, esa parada de ceja a la que acostumbró a las chilenas en sus decenas de personajes telenovelezcos, no es más que un personaje que, asegura, aprendió a elaborar con años de experiencia y gracias a la ayuda de los más connotados actores nacionales.
Llegó a Chile el año 81, con ganas de cambiar un poco de aire, tras haber vivido su primera separación matrimonial en Montevideo. Aquí, Walter Kliche, su padre, ya cosechaba el éxito en las producciones nacionales, y se encontraba en el peak con "La madrastra". A Fernando lo vio un productor que le ofreció trabajo como actor y el uruguayo, formado como veterinario, decidió darse una oportunidad.
"Tuve la suerte de encontrarme con una maravilla de actores chilenos, como Jaime Vadell, Lucho Alarcón, Ana González… Ellos me dieron clases magistrales todos los días", recuerda el hombre que a la fecha, treinta y tres años después, acumula más de veinte teleseries y un sinnúmero de obras de comedia en el país.
Hoy, además de las grabaciones de la nocturna de TVN, Fernando escribe libretos y vende las funciones de su exitoso monólogo "Todo lo que sé de las mujeres", donde, dice, se interpreta a sí mismo para reírse de él junto al público. Sin embargo, comenta que su preocupación está en sus hijos.
-¿Cuántos hijos tienes?
"Tengo dos hijos uruguayos, dos ingleses, un holandés, y dos chilenos de diferente madre, más dos hijos que no son míos, pero es como si fuesen mis hijos.
"Hay que saber lo que significa tener hijos, porque ellos se deben llevar algo bueno de ti, más allá del parecido físico que tienen con sus padres. Por eso para mí es importante el tema de formarlos; que sean personas de bien, respetuosas, personas que tengan la capacidad de ponerse siempre en el lugar de los demás. Es la única forma de empatizar con la vida, considerando a los demás. No se puede vivir solo".
-Son varios hijos, ¿cómo lo haces?
"Y, me cuesta mucho. Duermo cuatro horas por día, trabajo de lunes a lunes, soy un neurótico y vivo leyendo. Pero a mí la vida no me la va a ganar. Por lo pronto, tengo una buena vida. Estoy tranquilo, y ya no ando pateando la perra contra la vida. El mundo no está en contra de uno. Yo entendí que el mundo está en contra de todos. Así que no gano nada poniéndome mala onda".
-¿Eres consciente que por décadas ha existido una leyenda alrededor tuyo, con lo de galán y conquistador?
"Sí, y el día que me muera sé que va a quedar esa leyenda. Pero han hecho un estereotipo de mí con eso, es una estupidez. Yo no voy por la vida como galán. Nunca me creí ese cuento. Hago mi personaje en mi trabajo, y listo. El Kliche es Kliche, y chao. Uno no puede ir por la vida interpretando un personaje que no es uno".
-¿Y cómo es el personaje de Fernando Kliche?
"La verdad es que no sé mucho de mí, pero soy una persona preocupada, sobre todo de formar y educar a mis hijos. Soy un agradecido de los hijos que tengo, los amo y los adoro. Sé que son buenos pibes y tienen muy buenas madres. Aunque yo ya no siga viviendo con ellas, son buena gente. Ahora, ¿cuánto yo sé de mí? No sé. Creo que voy evolucionando un poco con la vida y me he dejado llevar también por lo que mis hijos hacen, para tratar de alcanzarlos un poco, ponerme a tono, para no ser tan disonante.
"Yo me niego a ser negado, me niego a dejar que la vida me pase por encima. Y quiero vivir mi vida con lo bueno y con lo malo que me toque. Me gusta mucho vivir y estar con gente que está viva y que lo demuestra. Hay mucha gente que está muerta y no lo sabe, que anda por el mundo como zombi y no lo sabe".
-Tu monólogo habla de lo que sabes de las mujeres. ¿Sabes algo?
"Nada. Los hombres somos tan idiotas que creemos que sabemos algo de las mujeres y no sabemos nada. Por eso es probablemente el ser más maravilloso que existe, impredecible, y ustedes lo saben. Lo que sí, tienen un brujo maléfico en su interior".
-¿Y ustedes no?
"Nosotros no, somos muy infantiles y siempre estamos jugando con algo o con alguien. La idea es jugar y competir entre nosotros; somos una tropa de idiotas. Antes agarrábamos la piedra, después la espada y ahora agarramos el falo. La cuestión es dominar a alguien, cuando lo que deberíamos hacer es tratar de entenderlas. Y en el caso de que nos cueste mucho, dejar que nos guíen en varias cosas de la vida".
-¿Qué has aprendido de las mujeres?
"Muchas cosas. La mujer tiene más capacidad de ahorro que el hombre. Sí, se compran cosas, pero saben dónde gastar la plata. Los hombres se la gastan en la camiseta y los zapatos de fútbol. ¿Cómo puede haber gente que se vista en el diario vivir con una camiseta de fútbol? Eso ya te da la pauta de cómo viene la mano.
"De la mujer he aprendido a responsabilizarme de mis hijos. Las esposas con las que he estado casado tienen un sexto sentido. Los hombres a veces somos muy obtusos y nos cuesta entender a los hijos como lo hace una madre. Pero la mujer tiene la capacidad de decir, ‘no, la cosa no va por ahí. Lo que tu hijo necesita es otra cosa’. La mujer es más sabia en ese sentido, como la naturaleza, como la Tierra. Todo es femenino".
-¿Por qué las mujeres te enseñaron a relacionarte mejor con tus hijos? ¿Eras muy loco?
"No te olvides que tengo cinco matrimonios. Tengo hijos aquí, allá, me gusta viajar... Hoy trabajo hasta para pagar cuentas que a veces no son ni mías. Pero a diferencia de antes, hoy me tomo el tiempo. Antes, no sé, tenía la cabeza en cualquier lado, pero ya he empezado a sentirle el gusto a la vida en muchos aspectos. He aprendido muchas cosas en la vida. Y si te pones a pensar, la vida no te exige nada más que aprendas a vivir. Así que hoy disfruto mucho, además que tengo un gran sentido del humor y me río de todo y de todos, y con todos (ríe). Soy bastante maldito e irónico".
-¿Se sigue creyendo en el amor después de cinco matrimonios?
"Sí, de hecho me sigo casando (ríe)… Creo en el compromiso, en el proyecto de vida".
-Pero, ¿no te frustra tanta separación?
"¡Para qué! Si te niegas a la capacidad de relacionarte afectivamente, te niegas a la capacidad de volverte a enamorar. Todo vale la pena en la vida, hacer de todo. Pero si lo haces estando enamorado, mucho mejor".
-¿Cuál es tu vicio privado?
"Un dato freak mío es que duermo cuatro horas por día. Me levanto todos los días un cuarto para las seis, me voy al gimnasio, vengo al canal, tomo mate una hora –si no, no trabajo porque no me puedo despertar-. Y en la noche, no me puedo dormir sin leer un libro. Así haya hecho el amor, tengo que ponerme a leer un libro para poder dormir. Y si el libro me gusta mucho, me quedo despierto. Toda mi vida he sufrido insomnio, porque tomo mucho mate y café. Pero gracias a eso escribo bastante. En la noche, a las dos de la mañana, estás tranquilo y nadie te molesta".