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Otilio Castro, un actor que no se rinde pese a las amenazas

El hombre que recibió hasta amenazas de muerte después de hacer de falso hermano de Juan Herrera en “Los 80”, hoy hace reír con Enri-André en “Pituca sin lucas”, de Mega.

07 de Enero de 2015 | 08:34 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Óscar Órdenes, El Mercurio.
Su carrera la resume como una de mucho esfuerzo, con varios altos y bajos, pero que al fin, después de más de dos décadas dedicándose a la actuación, logró un reconocimiento mediático luego que interpretara a Pedro Herrera, en “Los 80”, el agente de la CNI que se hace pasar por hermano de Juan Herrera. Lo que sí, debió enfrentar varias llamadas anónimas, amenazas de muerte y que le gritaran “sapo” en la calle.

Hoy, ya superada esa etapa, Otilio Castro (52), disfruta haciendo un personaje más lúdico, como lo es Enri-André, un orgulloso gay que trabaja en un terminal pesquero, en “Pituca sin lucas”. Se le ve contento con el gran éxito que ha tenido la producción de Mega, canal que inaugura nueva área dramática con un rating avasallador. Sin embargo, Otilio prefiere no dormirse en los laureles, consciente de que su trayectoria ha conocido de dulce y agraz.

Tras un pequeño trabajo en “La Quintrala” –allá en los años 80-, el actor pasó por Teleduc (como el “Loro Demóstenes”), y luego se unió al Profesor Rossa. Eso, hasta que el año 91 fue despedido todo el elenco del espacio televisivo de Iván Arenas y Otilio, no logró quedar en el Área Dramática del canal donde trabajaba, porque, como cuenta, en esa época contrataban a muchos modelos y él tenía sobrepeso.

No siempre tuvo kilos de más. A Otilio le encantaba el deporte, pero motivado por el rol de mánager de un boxeador que interpretaría en una obra, decidió subir de peso, imitando el drástico cambio de look que ya habían hecho grandes actores como Marlon Brando. “Comí helado, pizza, dejé el deporte y subí como 20 kilos, algo más, pero la obra duró una sola función porque tuvieron que cerrar la sala. Ahí me deprimí y subí más de peso, fue difícil”, dice, mientras se toma un café en el Drugstore y asegura que aún  hasta el día de hoy está tratando de bajar todo lo que subió en esa época.

Pero no había mucho tiempo que perder lamentándose con una señora y dos hijos en la casa, así que Otilio pronto formaría una compañía de teatro con la que recorrería Chile haciendo obras y actuando donde fuera –a veces, al lado de potreros-. Luego, a medida que los gastos se hacían más exigentes en el hogar, cambió un rato las tablas por un trabajo fijo como cajero en “La chimenea”, el restaurante familiar (donde actualmente canta), mientras hacía breves apariciones en la tele.

“En ese tiempo no había límite de horario en los restaurantes, así que a veces terminábamos a las 6 de la mañana haciendo caja. Hubo un minuto en que me sentí muy enojado; cuando a uno no le va bien es difícil asumir las culpas. Y siempre que decía que me retiraba, me llamaban para algún montaje o un papel chico en programas, así que nunca fue un retiro total. En realidad, no me podía ver tampoco alejado de esto”, comenta.

-¿Te consideras alguien que ha tenido mala suerte?
“No, mala suerte no. Sí me he equivocado y golpeé las puertas que no eran las indicadas”.

Uno de los motivos por los que Otilio se niega a pensar que la fortuna no le ha sonreído en su vida es su querida familia, compuesta desde hace 32 años por su señora, María Soledad -con quien fue compañero en la escuela de teatro- y sus dos hijos, Francisco y Catalina.

-¿Cómo te ha apoyado María Soledad entre los cambios de trabajo y hasta amenazas de muerte que has tenido?
“Ella se lo ha tomado bien. Ha logrado entender que la vida es un sacrificio. Hubo un tiempo en que estuvimos alejados, pero siempre mantuvimos un vínculo importante por nuestros hijos y el proyecto de amor que creamos cuando éramos un poco más que adolescentes”.

-¿Creían y creen en el amor para toda la vida?
“Es que así debe ser. Uno se casa para estar con la persona al lado. A veces cuesta y no logras ver a la persona, pero entonces, hay que re enamorarse, reinventarse”.

-¿Cómo se hace eso?
“No lo sé. Tal vez, recordando los momentos y viendo que en los más difíciles, has tenido a esa persona al lado, no has estado solo, y que es ella la que te ha dado su amor y amistad para salir adelante”.

-¿Cómo se mantiene el amor después de 32 años?
“Creo que volviendo a ilusionar e ilusionarse, y pensando que la persona que tienes al lado es importante en tu vida, que es la que te acompaña a lo largo de este paso breve que tenemos y que a ratos se hace tan difícil de andar. Hay que buscar momentos de romanticismo, salir a caminar, tomarse de la mano, mirarse a los ojos”.

-Cosas simples…
“Claro, que son las más difíciles de encontrar y las más lindas. Disfrutar de los hijos, ver que ya están grandes, que son producto del amor; y ver que si te equivocaste en algún momento, pudiste retomar nuevamente el cariño y el amor que había.
“Mi familia es luchadora, si nos caemos nos paramos”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Lo más freak que tengo es que me gusta cantar canciones de los 80, de Mijares (lo imitó en una temporada de ‘Mi nombre es’), Emmanuel. Me apasionan esas canciones, son las de la etapa de juventud, del pololeo”.

-¿Crees que las canciones románticas ya no son como antes?
“No sé, es lo mismo que decían los viejos cuando yo era joven. Quizás el romanticismo se ha perdido un poco. El sistema es tan frío que, cada vez, menos gente se atreve a regalar flores. ¿Dónde están las tarjetas Village?”.

-Faltan soldados del amor…
“Sí, faltan soldados del amor; más Mijares, más Alberto Plaza… Falta decirnos lo lindo que se siente enamorarse. Estamos muy encerrados en los logros profesionales y económicos, y olvidamos lo espiritual”.
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