Es un hecho innegable que la cultura tiene una fuerte influencia sobre la sexualidad. Sin embargo, somos poco conscientes de cómo los discursos dominantes del espacio y tiempo en el que nacemos, no criamos y desenvolvemos, sigilosamente dictamina qué es o no es erótico, cómo, con quién, con cuántos, de qué modo y con qué frecuencia vivir nuestra sexualidad; porque como dice el dicho el pez es el último en darse cuenta que vive en el agua, muchos sólo tomamos consciencia de la red cultural en la que estamos entrampados cuando salimos del país o interactuamos romántica o eróticamente con un extranjero, momento en el que nos cae la teja que las cosas allá se viven distinto, que lo normal es relativo y que abrirnos a nuevas realidades generalmente nos libera y enriquece.
El planeta tierra es una jungla de prácticas sexuales y cómo terapeuta sexual les puedo asegurar que la intimidad erótica y afectiva del ser humano supera todo tipo de ficción. Sin embargo, a mi parecer gran parte de la población chilena no es consciente de esta diversidad y la falta de referentes hace que muchos se sientan “raros” o teman ser rechazados por desear, interesarse, disfrutar o fantasear con actividades que caen fuera del marco establecido.
Y ¿cómo no iba ser así? si el modelo de sexualidad que gobierna a nuestra cultura, bajo la promesa de otorgar “satisfacción total”, ejerce una presión que a varios termina por empobrecer o al menos obstaculizar su intimidad al estar excesivamente centrados en el tamaño del genital, en la firmeza del miembro viril, en la duración de coito, en alcanzar orgasmos y multiorgasmos, en el tamaño de los pechos, en las acrobacias amatorias, en estar siempre listos, en rendir acorde con los tips sexuales de la revista de moda, entre otras muchas cosas más que penan la alcoba de muchos y muchas colmándolos de angustia en su obsesión por dar cuenta que son capaces, normales y valiosos.
Ni Hollywood ni Playboy nos acercan a una visión amplia de las infinitas formas de goce personal y de pareja existentes y solo perpetuán el modelo imperante que tiene a gran parte de la población chilena recluida bajo el mandato de ejercer una sexualidad heterosexual, monogámica, coital, falocentrista, que sitúa al orgasmo como el fin último de la actividad sexual y a la cantidad (en tanto frecuencia y diversidad) como índice y camino único de satisfacción.
Bastante bien nos haría como nación poder tomar perspectiva y observar al ser humano en sus infinitas posibilidades eróticas y así ampliar nuestra mente, soltar prejuicios dirigidos hacia nosotros mismos y a los otros y acallar esa vocecita tiránica interior que nos presiona a compararnos con la norma y que nos castiga cada vez que el impulso se rebelan contra “lo debido” en pro de conectarse con la lujuria y goce de nuestros bajos instintos.
En este sentido mi colega y amigo Rodrigo Jarpa nos ofrecerá una oportunidad única como nación de adéntranos a la facetas más controversiales de la sexualidad humana, por medio de su programa "La Cultura del Sexo" a estrenarse en las pantallas de TVN. Programa que a través de diez capítulos nos transportará a diferentes zonas del planeta para mostrarnos a través de los ojos de este destacado profesional las prácticas de otras mayorías que pueden resultarnos extrañas, escandalizantes, interesantes, deseables o repugnantes, acercándonos al comportamiento real de la humanidad con el fin último de facilitarnos el cuestionamiento de nuestros paradigmas de normalidad entorno a la sexualidad.
En palabras de Rodrigo “la idea es reforzar el concepto de que no existe una forma única, ni necesariamente mejor o peor de vivir la sexualidad. Mostrar la importancia que tiene la cultura en cómo construimos la sexualidad y dejar de lado el determinismo biológico, según el cual todos deberíamos desear, hacer y comportarnos de manera muy similar. La sexualidad es diversidad; encasillar en blancos o negros es política, negocio o religión”.
Ya lo saben, la invitación queda hecha, para abrir nuestras mentes y relajar nuestra entrepierna ¡No se lo pierdan!
Saludos,
Constanza del Rosario, sexóloga, terapeuta de pareja, @constanzadelr