“La felicidad la miro de forma distinta, tengo otros parámetros para definirla”. Así se plantea hoy Carolina Figueroa, la madre de la pequeña Emilia que hace dos años falleció luego de que un conductor ebrio impactara por detrás el auto de sus padres en la comuna de Vitacura.
Desde el accidente, el 21 de enero de 2013, Carolina y su esposo, Benjamín Silva, no cejaron hasta conseguir que el Congreso cambiara la normativa y estableciera penas de cárcel para quienes causaran la muerte conduciendo en estado de ebriedad. La denominada “ley Emilia”, tras muchos esfuerzos, fue promulgada en octubre pasado.
Carolina, sin embargo, no se retirará de la vida pública. Convencida de que la labor emprendida tiene que rendir frutos duraderos, se ha puesto al frente de la
Fundación Emilia Silva Figueroa, destinada a dar apoyo a los familiares de víctimas, asesorarlos y contactar con ayuda legal y sobre todo, generar conciencia en la necesidad de que quienes conducen no deben beber alcohol.
En el camino, vive su doloroso duelo y se nutre del amor de su segunda hija, Sofía, nacida en marzo del año pasado.
Reconoce que mantenerse presente y activa en el tema tiene costos, “pero alguien le tiene que decir a esos padres, a esas parejas, que la vida no se acaba. Sólo la vida es distinta”. "Hablar de esto permanentemente es mantener la herida abierta”, dice, pero siente una responsabilidad mayor.
“Emilia está presente en todo”, agrega.
-Han pasado dos años…
“Sí…No sé si la gente puede ponderar la vida de alguien. La Emilita vivió 9 meses y 17 días y siento que no puedo decir qué día es más importante en ello. Pero también veo que siendo tan chiquitita, tan pequeña, ha dejado un legado que está ligado a su nombre”.
-¿Cómo describirías este tiempo?“Son dos años de duelo que han sido matizados por algunas alegrías como la llegada de la Sofía, pero han sido dos años de duelo y, la verdad es que no sé cuándo se va a terminar”.
-¿Por qué tomar la causa de la ley Emilia? ¿En qué te sirvió a ti y tu marido?“Cuando la Emilita partió al cielo, pensamos que iba a haber justicia en torno a su muerte y nos enfrentamos a una realidad en que no había nada. Efectivamente su muerte no tenía ningún correlato dentro de la sociedad ni en la justicia y decidimos entonces enfrentar ese dolor pidiendo ese correlato, porque, finalmente, pedir que se acabe la impunidad tiene que ver con un proceso de sanación, no solamente nuestra, sino de muchas otras familias. La ley Emilia surgió de este grito de dolor y por eso decidimos enfrentar esa tarea que en un momento fue súper solitaria, porque éramos los dos contra todo un marco legal que nos decía que esto no era un delito, sino que un accidente y no podía ser penalizado”.
Carolina afirma desde la racionalidad que en su caso se hizo justicia de acuerdo al marco legal vigente entonces, pero lo que los repara hoy es levantarse todos los días y creer que con el trabajo que realizan pueden disminuir las muertes futuras y ayudar a otras familias.
-Ha habido dolor y frustración. Es difícil planteártelo, pero ¿han podido sacar algo positivo de esta dolorosa experiencia?“Es difícil, no creo que uno pueda medir la partida de la Emilia con algo positivo, pero sí puedo decir es que no estamos frustrados, lo que es sano y, en definitiva, conseguimos que se cambiara el marco legal. Podemos decir además, que la vida de ellos (de los fallecidos antes) fue importante porque significó que a la sociedad, finalmente le importara y decidiera penalizar. Creo que eso, sumando y restando, al final del día te ayuda”.
-El desgaste ha sido grande, ¿qué rescatas de este período?“Toda la gente que he conocido, desde las familias que me han abrazado a la gente que en la calle me sonríe y me dice ‘su lucha es mi lucha’ o ‘siga adelante, yo la acompaño’ e incluso ‘yo creo en lo que está haciendo’. Incluso hay algunos que me dicen cosas tan violentas como que ‘yo antes manejaba habiendo tomado y ahora no lo hago por tu niña’. Eso lo rescato, el sentirse parte de una sociedad a la que esto le importa”.
-Dices que la lucha por la ley fue en solitario. ¿Con qué sensación te quedas luego de encontrarte con parlamentarios que nunca tomaron tu causa?“Quedo con la sensación de que el Parlamento sí puede ayudar a hacer cosas, pese a todas las críticas que se le hacen a la clase política. Creo que tengo una mirada bastante más positiva que la inicial. Creo que sí se pueden levantar causas ciudadanas desde el Parlamento. Hay algunos diputados y senadores que nunca tomaron mi causa, pero valoro a los que sí lo hicieron; prefiero quedarme con el vaso medio lleno que medio vacío. Estoy agradecida con aquellos que decidieron presentar el primer, segundo y tercer proyecto”.
Carolina asegura que su sueño es que algún día la cifra que entregue Carabineros sea “cero víctimas”. “Es un sueño que me permito porque no quiero que haya más familias que tengan que pasar por lo que yo pasé, de tener que ir a buscar a un hijo al SML”.
Explica que la razón para crear la Fundación, después de promulgada la ley, tiene que ver con lo anterior y “la necesidad de levantarse de nuevo”. Agrega que es necesario que la gente reciba ayuda psicológica frente a un hecho tan fuerte como el arrebato de un hijo. “Quiero decirle a todas esas familias que es posible, no mitigar el dolor, sino que levantarse; no puedo decir que el dolor desaparece, se levanta contigo todos los días, pero hay herramientas que te permiten respirar. No hay que pretender tener una vida igual a antes del hecho, pero levantarse es un derecho vital y de dignidad de todo ser humano”.
La Fundación, inaugurada el 15 de noviembre, no tiene capacidad de prestar asesoría legal a los familiares y en este momento buscan los recursos para poder sostenerla. Lo que dan es acompañamiento y, tras firmar un convenio, derivan a los familiares al Centro de Atención a Víctimas del Ministerio del Interior, para que reciban ayuda psicológica.
-¿No es una gran responsabilidad ser la cara visible de esta ley?“No lo dimensiono demasiado, esto está tan interiorizado que no hay un cuestionamiento. Nosotros seguimos porque hay gente que nos necesita y en la medida que sea así, vamos a seguir con la Fundación. Queremos sensibilizar y debe ser una responsabilidad pero no la cargo en los hombros. Es algo que tengo que hacer, debo hacer, porque si no, no sería yo”.
-¿Alguien les ha enrostrado la dictación de esta ley?“Hay gente que por Twitter nos dice que es desproporcionada, pero nunca me lo han dicho a la cara. Si siguen habiendo casos es porque la gente no entiende y eso demuestra que falta sensibilizar; ahora es difícil porque exponer el dolor públicamente tiene un costo asociado y uno se cansa de eso. Por eso digo que ésta es una tarea conjunta, yo con Benjamín no podemos solos, necesitamos de toda la sociedad”.
-¿Crees necesarias más medidas aparte de la ley?“Se necesitan campañas, educación. No quiero que ésta sea una ley que la gente olvide, que no sirve y por lo tanto, no acate, que fue lo que pasó un poco con la Ley de Tolerancia Cero. Yo necesito que la ley siga viva, porque ella es el legado de todas las víctimas, no sólo de mi Emilia, de Andrés, de Arturo. Por eso necesitamos que la ley siga viva y estamos tratando todo lo humanamente posible, dentro de nuestros medios, para que esto sea así.
“Necesitamos que la gente se haga cargo de ella, que se empodere y le diga al otro que no puede conducir si ha bebido”.
-Si miras hacia el futuro, ¿qué ves, qué proyectas?“Va a sonar fuerte, pero ya no proyecto. Yo proyectaba con la Emilia (se le corta la voz), con ella lo proyecté todo, pero ahora vivo día a día. Tengo a la Sofía, me hace feliz todos los días, la disfruto a concho todos los días, pero no sé qué viene mañana”.