Hoy en día quien no quiere tener su negocio propio y dedicarse a lo suyo. Parece que la simple idea de soñarlo nos llena de adrenalina, porque las rutinas al final paralizan y la gente creativa, como nosotros los cocineros, tenemos un motorcito interno que nunca para.
Aunque confieso que al ver tantas ofertas gastronómicas de todo ámbito podría llegar a cohibir ese motorcito. Como prueba de esa creatividad es que la gastronomía se ha extendido muchísimo y está en un gran momento, pues ha crecido bastante y lo podemos ver en los tipos de negocios de este rubro; restaurantes hay para todos los gustos, cafés ni que decir, ofertas por internet, Facebook y hasta en la recepción de todos o casi todos los edificios de Santiago.
Y qué decir de la calle misma, hoy caminando por Providencia un señor con traje tipo hare krishna vendía sus panes y sándwiches vegetarianos que se veían la verdad bastante apetitosos. A la siguiente esquina un carro de mote con huesillo. Qué diferencia con años atrás, quien se atrevería a probar todas estas novedades.
Obviamente no todas las ofertas son buenas, pero realmente hay tantas opciones que hay que analizar bien lo que se va elegir para no llevarse decepciones.
Me quedé pensando cómo pueden haber nacido tantos nichos de negocios en nuestro rubro. Y es porque cada uno de los que inició o creó su propuesta gastronómica soñó las cosas y las hizo. Otras personas tienen que verlas para creérselas.
Lo que diferencia a las personas creativas es que tenemos que creernos las cosas antes de verlas. Así es que si tienes tu sueño hazte el tiempo para hacerlo realidad porque si realmente crees en lo que quieres hacer, las cosas acaban saliendo. Y no importante cuán grande o pequeño sea tu proyecto, lo importante es saber que en la cocina el lujo son las pequeñas cosas, como oler, saborear y disfrutar.
Saludos, Raúl Gamarra, chef
De Cangrejo a Conejo.