En 2003, a Daniel Radiven le detectaron un tumor maligno que se presenta en los tejidos cartilaginosos y que se conoce como condrosarcoma. Un cáncer terminal poco usual que afecta en su mayoría a personas sobre los 60 años, pero él tenía solo 28.
La enfermedad, que anualmente aqueja a alrededor de 530 personas, le fue descubierta ese mismo año tras hacerse una biopsia en un trozo de costilla del lado derecho de la caja torácica.
Al ser un mal que está presente en los cartílagos de los huesos, músculos y tejidos de los órganos, la quimioterapia no siempre es eficaz, por lo que las cirugías son el tratamiento principal. Así, Daniel se sometió a una y fue todo un éxito, ya que el cáncer desapareció hasta 2005, cuando varios nódulos linfáticos le aparecieron bajo su brazo. Fue intervenido y se recuperó nuevamente.
Pocas semanas después de ese episodio conoció a quien sería su futura esposa, Justine Radiven (37), con quien tomó una -para muchos- cuestionable decisión: tener la mayor cantidad de hijos que pudieran antes de que él muriera, lo que finalmente ocurrió en diciembre de 2013.
Justine compartió su historia en el periódico británico "Daily Mail", y aseguró que muchos familiares y amigos consideran que haber tenido a sus hijos sabiendo que su marido estaba desahuciado fue "una locura".
"Entiendo lo difícil que puede ser para la gente entender esto cuando se ve por fuera, pero éramos felices, nos amábamos y queríamos una familia", explicó.
"No nos permitimos que los 'qué pasaría si' influyera en nuestra decisión. No iba a gastar ni un momento de mi vida preguntándome sobre el futuro. Ni una sola vez hablamos de cuánto tiempo iba a vivir Daniel", agregó.
Una decisión correctaLa pareja se conoció a través de unos amigos. "Era muy gracioso, inteligente y atractivo. Apenas lo conocí quise estar con él, con cáncer o no. Suena cliché, pero yo sabía que había conocido a alguien muy especial", asegura Justine.
En julio de 2006, los pulmones de Daniel fueron el nuevo blanco de los tumores, los que fueron extirpados mediante una cirugía. Luego de eso, él y Justine se casaron y celebraron su luna de miel en Sudáfrica.
Dos años después, la pareja se convirtió por primera vez en padres. Primero nació Sophie, quien hoy tiene 7 años. A ella siguieron Manny (5), Jessie (3) y Millie, quien nació en abril de 2013, ocho meses antes de que Daniel falleciera.
"Daniel nunca se rindió. Podía pasar horas investigando tratamientos con nuevas drogas, cualquier cosa que le diera una oportunidad de vida", relató Justine.
"Él desesperadamente quería ser un padre para sus hijos. Cada vez que tenía una cirugía para extirpar parte de las células malignas tenía que estar en cama, pero los niños ya estaban acostumbrados", recordó.
"A veces, cuando miro a Millie, me pregunto si fue estúpido tener este último hijo cuando él estaba tan enfermo, pero tengo cuatro recordatorios constantes de la persona que era", reveló.
"Le hablamos a papá y los niños ven fotografías de él todo el tiempo. Todas las noches salimos a ver las estrellas por la ventana y le decimos 'buenas noches'", añadió.
La lucha que Daniel dio contra el cáncer que lo afectó quedó plasmada en varias fotografías y videos. En una de las últimas imágenes se le ve bastante delgado, con el aspecto de un anciano de pelo canoso como consecuencia de las drogas que le suministraron durante un ensayo médico para atacar la enfermedad.
"Recuerdo a Daniel acostado en nuestra cama, poco antes de morir, con su cuerpo dolorosamente delgado y su pelo de color blanco extraño (...) Estaba muy débil, pero se volteó hacia mí y me dijo: '¿Si hubieras sabido cómo serían las cosas, las habrías hecho de otra manera?'. Con una mano en el corazón, nunca se me pasó por la mente. El cáncer fue parte de mi relación con Daniel desde el principio. Nunca tuve ilusiones, solo esperanza", contó.
"Dejaré a la gente que juzgue si quiere, pero nunca dejaré de pensar que estuve en lo correcto", concluyó.