TOKIO.- Del minimalismo chic al "kawai" (entre bonito y gracioso, un concepto 100% japonés), la Semana de la Moda de Tokio es un bello escaparate de la creatividad de los diseñadores nipones, pero no de las modelos locales, prácticamente ausentes de los desfiles.
Que las pasarelas de la Semana de la Moda tokiota estén inundadas de jóvenes esbeltas, blancas y generalmente rubias, es un detalle que sorprende a algunas. "Es un poco raro", reconoce Rika Tatsuno, de 24 años y una de las pocas modelos locales.
"Es cierto, nos gustaría ver a más japonesas". En general, las asiáticas son poco numerosas (entre un 10 y un 15% del total) en este evento, que no se distingue demasiado de otras citas de la moda en ciudades occidentales, como París o Nueva York, pero la ausencia de maniquíes japonesas en tierras niponas es chocante.
Cuando aparecen, casi siempre es vestidas en modo "wafuku" (atuendo japonés), como las que llevan los kimonos del célebre creador especializado Jotaro Saito. Sin embargo, en el momento en que se aborda el registro occidental ("yofuku"), las modelos se quedan en el vestuario, incluso cuando se trata de colecciones de factura japonesa dirigidas a un público de la misma nacionalidad.
"Es completamente normal", se justifica el joven creador Hiroki Uemura, que ha dado sus primeros pasos esta semana en Tokio con la marca "ByU", descrita como una versión adulta de la popular estética "kawai".
Atracción por Occidente
"Si diseñara ropa tradicional, elegiría maniquíes japonesas. En mis colecciones, busco dar importancia al 'made in Japan', pero las japonesas se sienten atraídas por Europa y por los países extranjeros, así que para promover la marca, llamo a modelos venidas de fuera", explica.
En el pasillo, un grupo de rubias lánguidas se acicala antes de salir a la pasarela. Kali Myronenko, ucraniana de 20 años, descubrió la escena tokiota cuando tenía 17. Desde entonces, decidió instalarse en la capital japonesa, donde su apariencia clara y diáfana le ha traído éxito y numerosos contratos.
Para ella, todo se explica por la fascinación que siente Japón por Occidente, lo que lleva a muchos a blanquearse la piel, decolorarse el pelo o ponerse lentillas azules. Entre los espectadores, el predominio de figuras caucásicas no choca, más bien al contrario: "Tenemos ganas de ver desfilar a personas a las que consideramos como el arquetipo de belleza", el que aparece en las revistas de moda, explica Kaori Yasuike, que trabaja en relaciones con la prensa.
Según un calculo del foro en internet "The fashion spot", en 2014, Vogue Japón solo dedicó una de sus 14 portadas a una japonesa.
En busca de notoriedad internacional
Para encontrar esa perla rara, los agentes japoneses viajan a Europa del Este o a Rusia y para convencer a las candidatas a modelo, incluye en el pack billete de avión, apartamento y chófer, explica Bobbie Tanabe, directos de casting de la Fashion Week.
Así, mientras pagan por traer a modelos de fuera el doble de lo que les costaría contratar in situ, las maniquíes japonesas deben probar suerte en otros lugares para encontrar trabajo.
Optando por modelos extranjeras, la Fashion Week de Tokyo, lanzada hace una década pero que aún no ha logrado atraer a las grandes firmas, intenta crearse una notoriedad internacional. Los diseñadores "no pueden solo centrarse en el mercado asiático", reconoce Rika Tatsuno, aunque lamente no tener más oportunidades de exhibir su talento.
Kali Myronenko "adoraría" trabajar junto a un mayor número de compañeras niponas en Tokio, donde según esta joven ucraniana, el trabajo es más agradable que en París o en Milán. "Me encanta la forma de ser de los japoneses, el respeto con el que tratan a sus interlocutores sin importar su estatus", afirma.